Agencias/Ciudad de México.- Ayudaron al Ejército estadounidense a ordenar ataques aéreos contra combatientes del Talibán y del Estado Islámico, y trabajaron como conductores y traductores durante la guerra más larga de Estados Unidos. Estaban listos para comenzar nuevas vidas en Estados Unidos.
Luego, el presidente Donald Trump emitió órdenes ejecutivas que pusieron fin a los programas utilizados para ayudar a los afganos a llegar a un lugar seguro en Estados Unidos. Ahora, esos mismos afganos, que pasaron por una revisión de antecedentes que duró varios años, se encuentran en el limbo.
“Estaba impactado. Todavía estoy en shock porque ya he esperado cuatro años para este proceso, para salir de este infierno, llegar a un lugar seguro, vivir en paz y tener un nuevo comienzo”, dijo Roshangar, uno de los afganos cuya vida fue trastocada por la medida de Trump. Roshangar solicitó que The Associated Press solo use su primer nombre por temor a represalias de los talibanes.
Roshangar habló durante una entrevista desde Afganistán donde él, su esposa e hijo viven escondidos, con temor a ser sancionados o incluso ejecutados por los talibanes por su asociación de más de una década con las fuerzas estadounidenses.
Roshangar fungió como asesor legal de la Fuerza Aérea Afgana, ayudando a los funcionarios estadounidenses a revisar y, eventualmente, aprobar paquetes de ataques aéreos que se usaron contra los talibanes y el grupo extremista Estado Islámico desde 2007 hasta la caída de Kabul, la capital afgana, en 2021.
“Esta fue una medida inesperada del señor Trump y todo salió mal y en contra nuestra, y nos dejó en grave peligro bajo el régimen talibán”, señaló.
La experiencia de su familia es solo un aspecto de las consecuencias de las órdenes de Trump, muchas de las cuales se implementaron sin una amplia consulta con expertos en las áreas afectadas.
“Es una mancha absoluta en nuestro honor nacional que hayamos quitado de pronto el apoyo a personas que han esperado pacientemente la reubicación y a aquellos aquí en Estados Unidos que han llegado recientemente”, dijo Shawn VanDiver, un veterano de la Marina y líder de #AfghanEvac, una coalición que apoya los esfuerzos de reasentamiento afgano. “Este es un problema que se puede resolver de inmediato y nuestra seguridad nacional exige que lo solucionemos”, agregó.
Durante la evacuación estadounidense de Kabul en agosto de 2021, aviones militares estadounidenses trasladaron a decenas de miles de afganos desde el aeropuerto principal, pero muchos más no lograron subirse a los aviones. Desde entonces, Estados Unidos los ayudó de varias formas a emigrar a EEUU, dependiendo del papel que desempeñaron en ayudar a la misión liderada por Estados Unidos en Afganistán. Ahora se han cerrado esos caminos.
Es el más reciente de una serie de contratiempos para el grupo de aliados estadounidenses que, a pesar del fuerte respaldo de legisladores republicanos y demócratas junto con grupos de veteranos, continúan enfrentando obstáculos para reubicarse y reconstruir sus vidas después de la retirada abrupta de Estados Unidos de Afganistán.
Muchos actualmente están varados en Albania, Pakistán y Qatar, donde esperaban ser trasladados a Estados Unidos. Otros están en Afganistán escondidos de los talibanes.
Los afganos que logran llegar a Estados Unidos deben someterse a un extenso proceso que generalmente involucra una referencia de alguien con quien trabajaron, revisión de antecedentes, un examen médico y una entrevista con funcionarios.
Rashengar tuvo su entrevista en agosto y estaba listo para terminar este mes la parte final del proceso, un examen médico, cuando Trump anunció que suspendía toda reubicación de refugiados.
Uno de los estadounidenses con quien trabajó, el teniente coronel Steve Loertscher, lo refirió al programa de refugiados en octubre de 2021.
Loertscher describe a Rashengar como una víctima de que el gobierno de Joe Biden no priorizó a solicitantes como él que estaban en mayor riesgo de represalias por parte de los talibanes.
Pero él cree que Rashengar podría quedar exento de la orden ejecutiva, que establece que el Departamento de Estado podría considerar a los solicitantes individuales “caso por caso”.
“Tengo la esperanza de que pueda convertirse en un refugiado y venir a Estados Unidos”, dijo Loertscher.
Muchos veteranos del conflicto han intentado durante años ayudar a los afganos con quienes trabajaron a encontrar refugio en Estados Unidos. Muchos estaban preparados para enfrentar contratiempos, pero tenían la esperanza de una consideración especial para los afganos.
Hashmatullah Alam tenía un vuelo programado para llevarlo a él, su esposa y seis hijos a Estados Unidos cuando la orden de Trump entró en vigor, justo un día después de que el presidente republicano asumió el cargo. El hombre de 40 años y su familia habían llegado a Albania en diciembre para ser procesados y recibir visas de inmigrante especial antes de partir hacia Estados Unidos. Él está entre los al menos 15.000 afganos que ya estaban autorizados para viajar antes de que se suspendiera el programa, según AfghanEvac.
Alam, quien no pierde la esperanza de que se retome el proceso, le dijo a la AP que arriesgó la vida de su familia para ayudar a la misión de Estados Unidos en Afganistán durante la guerra, lo que lo puso en la lista de vigilancia de los talibanes. Esperaba que después de tres años se le recompensara por ese sacrificio con un nuevo comienzo en Estados Unidos, donde sus hijos puedan crecer y recibir una educación. “También ayudamos a nuestras familias en casa”, dijo Alam. “Viven en Afganistán nuestras madres, nuestros padres y hermanos”.
En Pakistán, Khalid, quien trabajó junto a la Fuerza Aérea de Estados Unidos, estaba esperando junto al teléfono la confirmación de su vuelo a Estados Unidos cuando sus estudiantes afganos le avisaron sobre la orden de Trump. “Mis estudiantes lloraron después de escuchar que Trump suspendió el programa de refugiados para nosotros”, comentó.
Después de llegar a Islamabad en marzo de 2023, Khalid, quien también pidió ser identificado solo por su primer nombre, completó la autorización de seguridad, las pruebas médicas y las entrevistas en el año que siguió. Sin embargo, mientras esperaba que le autorizaran viajar, se quedó sin dinero para mantener a su esposa e hijos y comenzó a enseñar a niños de otras familias afganas que habían llegado a Pakistán como parte del programa de visas. Se mostró reacio a comentar cómo ayudó al esfuerzo de Estados Unidos en Afganistán, pero dijo que su contribución fue “tan importante que, si regreso, los talibanes me matarán”.
“Hacemos un llamado al presidente Donald Trump para que revierta su decisión porque hemos perdido todo lo que teníamos en Afganistán, y él debería saber que esperamos un futuro brillante en Estados Unidos”, dijo. “Él debería sacarnos de aquí y llevarnos a Estados Unidos. Nos prometieron que nos llevarían a Estados Unidos, y por favor, honren esa promesa”.
Cinco años después del Acuerdo de Doha entre los talibanes y la Administración del entonces presidente de EE. UU. Donald Trump (2017-2021), firmado el 29 de febrero de 2020, un nuevo Gobierno de Trump se enfrenta a un Afganistán irreconocible respecto al que dejó atrás: La democracia se ha derrumbado, los derechos humanos son una quimera y la nación ha retrocedido dos décadas.
El Acuerdo de Doha, que terminó de implementarse durante la Administración de Joe Biden, priorizó la salida de las tropas estadounidenses y las garantías de seguridad de los talibanes sobre el paso crucial de establecer primero un marco para las conversaciones intraafganas, que debía resolver un acuerdo político entre los afganos.
El acuerdo se firmó antes de que esas conversaciones siquiera comenzaran y sin un compromiso real de alto el fuego, lo que creó una situación en la que los talibanes estaban empoderados antes de que se negociaran acuerdos de reparto del poder.
Si Trump se llevó el crédito por sentar a los talibanes en la mesa, también tiene la carga de orquestar lo que muchos consideran un declive precipitado.
“La profundidad de la tragedia de Afganistán radica en el Acuerdo de Doha, que fue un acuerdo de inteligencia altamente secreto encabezado por Trump, seguido por Mike Pompeo y (el enviado de Estados Unidos para la paz de Afganistán, Zalmay) Khalilzad”, agrega Nasiri.
Para el analista, Trump sabía que este era el resultado final del Acuerdo de Doha, y aún así “clavó el último clavo en el ataúd de la democracia, la libertad de expresión y la humanidad. En definitiva, Trump ha cometido una gran traición contra Afganistán y su pueblo”, dijo.
El Departamento de Estado de EE.UU. está “realizando una revisión completa de todos los programas de visas”, confirmó un portavoz del departamento en medio de informes sobre una nueva prohibición de viajes inminente; y un funcionario estadounidense familiarizado con la situación dijo a CNN que Afganistán podría estar entre los países incluidos.
El funcionario afirmó que la prohibición podría llegar tan pronto como la próxima semana, pero señaló que no estaba claro si se habían tomado decisiones finales sobre los países y el momento.
En un decreto emitido el 20 de enero, el presidente Donald Trump ordenó a los miembros del gabinete, incluido el secretario de Estado, que compilaran una lista de países “para los cuales la información de evaluación y selección es tan deficiente que justifica una suspensión parcial o total de la admisión de nacionales de esos países”. El decreto exige que esto se haga dentro de los 60 días.
“El departamento está realizando una revisión completa de todos los programas de visas según lo ordenado en este decreto y ejecutando las prioridades de la administración”, dijo el portavoz.
El portavoz no dio más detalles, diciendo que “no comentan sobre deliberaciones o comunicaciones internas”.
Un funcionario de la Casa Blanca dijo a CNN: “No se han tomado decisiones sobre posibles prohibiciones de viaje, y cualquiera que diga lo contrario no sabe de lo que está hablando”.
En su primer mandato, Trump prohibió la entrada a viajeros de siete naciones de mayoría musulmana a EE.UU., una política que enfrentó desafíos judiciales antes de que el presidente Joe Biden la derogara cuando asumió el cargo en 2021.
Si Afganistán se incluye en la nueva prohibición de viajes, podría afectar a decenas de miles de afganos que trabajaron junto a EE.UU. durante sus dos décadas de guerra allí, ya que bloquearía el ingreso de ciudadanos afganos a Estados Unidos.
Decenas de miles de afganos ya han quedado en el limbo debido a otros decretos de la administración Trump que suspenden el programa de admisión de refugiados de EE.UU. y la suspensión de la financiación de ayuda extranjera para vuelos de titulares afganos de Visas de Inmigrante Especial (SIV, por sus siglas en inglés).
AfghanEvac, una coalición de organizaciones que ha estado trabajando para llevar a los aliados afganos a un lugar seguro desde el final de la guerra en Afganistán en 2021, instó a “todos los ciudadanos afganos que tengan visas estadounidenses válidas a viajar lo antes posible en medio de indicios creíbles de que una prohibición de viaje que afecte a los ciudadanos afganos puede ser inminente”.
“Aunque no se ha hecho un anuncio oficial, múltiples fuentes dentro del Gobierno de EE.UU. sugieren que una nueva restricción de viajes podría implementarse dentro de la próxima semana. Este posible cambio de política podría afectar significativamente a los titulares de visas afganas que han estado esperando reubicación en Estados Unidos”, dijo el aviso del grupo.
El Proyecto Internacional de Admisiones de Refugiados (IRAP, por sus siglas en inglés) también se pronunció en contra de los informes de una nueva prohibición de viajes, diciendo en un comunicado de prensa que muchos de sus clientes “han estado esperando años para que se procesen sus visas y permanecen en circunstancias extremadamente peligrosas”.
“Una nueva prohibición de viajes pondría sus vidas en riesgo al negarles la oportunidad de alcanzar la seguridad. Incluso una suspensión temporal resultará en un daño inmediato y duradero para los refugiados y sus familias”, dijo el comunicado.
“Aunque aún no conocemos el alcance completo de quién podría verse afectado, los informes indican que los refugiados afganos perseguidos por los talibanes, incluidos los titulares de SIV y otros que apoyaron la misión de EE.UU. en Afganistán, podrían estar sujetos a esta prohibición ilegal”, continuó. “Es vergonzoso que la administración Trump esté abandonando la promesa de Estados Unidos de proteger a los aliados afganos y a otras personas desplazadas por la fuerza en todo el mundo”.
La regresión de Afganistán en los cinco años transcurridos es drástica. El colapso de la República afgana borró las instituciones democráticas que se habían ganado en 20 años. Las mujeres fueron excluidas de la vida pública, enfrentando severas restricciones, la libertad de prensa ha sido sofocada, y la economía se ha desplomado, dejando a millones de personas en la pobreza.