Agencias, Ciudad de México.- Un grupo de trabajadores, en su mayoría mujeres o “personas no binarias”, han ganado el pulso a Starbucks al votar hoy la creación del primer sindicato en la historia de la compañía.
Casey Moore, una de las líderes de esta lucha, cuenta que de los 20 compañeros de trabajo, apenas cinco son hombres, y no es de extrañar que “de los líderes de nuestra campaña aquí, muchas de ellas son mujeres”, explica.
Una opinión que comparten sus compañeras como Jaz Brisack que insiste en que las mujeres y las personas no binarias representan la gran mayoría de los trabajadores.
Con 25 años y la idea de estudiar Derecho para especializarse en relaciones laborales, Moore es una de las jóvenes que junto a otros camareros formaron el núcleo duro de la lucha por constituir el primer sindicato de la cadena en el país.
“Creo que es muy empoderador ver cómo otras mujeres lideran esta pelea. Es verdaderamente emocionante”, dice Moore rebosante de energía a pesar de que confiesa que las últimas semanas han sido agotadoras entre el trabajo y la lucha sindical.
Explica que muchas de las jóvenes que lideran la campaña llevan trabajando más de una década sirviendo cafés.
Otra de las activistas es Michelle Eisen, que lleva once años detrás de una barra de Starbucks.
“Creo que es alentador para otras mujeres jóvenes ver esto y saber que no tenemos que esperar a que alguien comience una pelea por nosotras. Podemos, podemos luchar por nosotras mismas”, agrega.
LA INSPIRACIÓN Y LA CHISPA
Sentada en la oficina que han establecido para unir esfuerzos y buscar apoyos, ubicada en una antigua planta de Ford, Moore explica que el movimiento se inspiró en la campaña de sindicación que en 2017 emprendieron con éxito los trabajadores de una cadena local de cafeterías, Spot Coffee.
“Muchos camareros de Starbucks vieron lo que sucedió en Spot Coffee y los beneficios que obtuvieron y dijeron, tal vez esto sea algo que podamos hacer también”, dice, antes de resaltar que la gota que colmó el vaso llegó con la pandemia.
Los empleados, insiste, “trabajaban en condiciones peligrosas, mientras veían como Starbucks obtenía los mejores beneficios en años” lo que empujó a la gente a “mostrarse dispuesta a levantarse y decir basta”.
Todo empezó con pequeñas conversaciones junto a la máquina del café, corrillos entre compañeros en un aparte.
“Yo estaba un día hablando con un colega que había visto antes, pero que realmente no conocía. Estábamos hablando de nuestras opiniones políticas en general y me dijo: ‘me pareces realmente genial ¿Puedo hablar contigo sobre algo?'”, explica Moore antes de confesar entre risas que en un principio pensó que le iba a proponer una cita.
Pero no, lo que le propuso fue montar un sindicato y, desde el principio, Moore se implicó hasta las trancas, a pesar de no contar con ninguna experiencia sindical, pero sí muchos años detrás de una barra.
Una vez decidido dar el paso, los organizadores contactaron con Richard Bensinger, un veterano activista que aconseja a los empleados en sus intentos por formar sindicatos, y les propone que se afilien a la agrupación obrera Service Employees International Union (SEIU), cuya actividad se desarrolla sobre todo en el este y noreste de Estados Unidos.
EL RECHAZO DE STARBUCKS
Pero la ilusión de los jóvenes empleados chocó con la negativa rotunda de Starbucks, que la consideró como una traición a los principios que han hecho de la compañía el gigante que sirve capuchinos y “café latte” por todo el mundo.
La dirección comenzó a intentar torpedear la iniciativa en todas las instancias posibles y envío a decenas de responsables a Búfalo en una contracampaña destinada a atemorizar a los empleados y a convencerlos de que votarán “no” a la formación del sindicato.
“No tenía ni idea de que Starbucks haría las cosas que terminó haciendo. Fui un poco ingenua, quizás porque me creía lo que Starbucks dice de que es una empresa progresista”, subraya.
Tras la victoria, solo espera que los representantes de la compañía se sienten de buena fe a negociar el primer convenio colectivo al que deberá afrontar, mientras que los directivos todavía tienen que lidiar con otros tres locales de Búfalo y un cuarto del estado de Arizona que también quieren constituir un sindicato.
Pero Moore tampoco oculta que le encantaría que su lucha sirviera como ejemplo.
“Creo que la gente de todo el mundo va a decir, mira, lo hicieron: Podemos hacer eso también. Y una vez que nos sentemos y negociemos un contrato con ellos, todo va explotar aún más”, concluye.