Agencias, Ciudad de México.- Por si la contribución humana al efecto invernadero no fuera suficiente, con sus enormes emisiones de CO2 y otros gases nocivos a la atmósfera, se añade ahora otra aportación inesperada. Y es que, según se explica en un artículo publicado hace unas semanas en Nature Communications, la Luna podría ser directamente responsable de la liberación de una gran cantidad de metano, un gas mucho más eficaz que el dióxido de carbono a la hora de atrapar el calor, a la atmósfera terrestre.

Según los investigadores, este extraño y aún poco conocido efecto lunar se debe a las mareas y al arrastre que la atracción gravitatoria de nuestro satélite ejerce sobre ellas. Un fenómeno que los científicos han conseguido cuantificar en el Océano Ártico, tomando detalladas mediciones durante cuatro días y cuatro noches consecutivos.

Puede que muchos no lo sepan, pero el Océano Ártico pierde continuamente enormes cantidades de metano. Y lo que hallaron los investigadores fue que la cantidad de este gas cerca del lecho marino aumenta y disminuye con las mareas. Lo que implica que durante esas “oscilaciones” el metano se libera directamente a la atmósfera, contribuyendo al cambio climático.

En palabras de Andreia Plaza-Faverola, geofísica de la Universidad de Tromsø, en Noruega, y una de las autoras de la investigación, “notamos que las acumulaciones de gas, que se encuentran en los sedimentos a un metro del fondo marino, son vulnerables a cambios de presión incluso muy leves en la columna de agua. Y una marea baja significa menos presión hidrostática y, por tanto, una mayor intensidad en la liberación de metano. La marea alta, al contrario, equivale a una presión mayor y a una menor intensidad de la descarga”.

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Estas “fugas” de metano en el Océano Ártico se llevan produciendo desde hace miles de años, normalmente causadas por factores como la actividad sísmica y volcánica, pero el efecto de la Luna no se había considerado hasta ahora. Según los investigadores, a partir de este momento las mareas podrían usarse como una forma de predecir la cantidad de metano liberado día a día en el Océano Ártico, incluso con variaciones de la marea inferiores a un metro.

Desde luego, una de las principales conclusiones del estudio es que la liberación de gas del lecho marino está más extendida de lo que muestran los datos de los sonares convencionales, por lo que es muy probable que se haya subestimado la cantidad de metano que se está filtrando en el Ártico.

“Los sistemas terrestres -indica Plaza-Faverola- están interconectados de formas que aún estamos descifrando, y nuestro estudio revela una de esas interconexiones en el Ártico. La luna provoca fuerzas de marea, las mareas generan cambios de presión y de corrientes, que a su vez dan forma al fondo marino y tienen un impacto en las emisiones de metano”.

El estudio también plantea la posibilidad de que el aumento del nivel del mar pueda, por el contrario, contrarrestar la liberación de metano por parte de los océanos, ya que la mayor presión ejercida por el agua podría mantener atrapado el gas durante más tiempo. Se trata solo de una de las múltiples variables que los científicos deben considerar en sus estudios.

Ahora, los investigadores quieren obtener más datos, durante un periodo de tiempo más largo, para comprobar cómo exactamente están afectando los cambios en las mareas a las emisiones de metano en toda la región, desde los sitios de aguas profundas, como el del trabajo actual, a las más superficiales, donde es probable que el efecto de las mareas sobre la liberación de metano sea aún mayor.

“Es la primera vez que se llevan a cabo estas observaciones en el Ártico -dice por su parte el geólogo marino Jochen Knies, coautor de la investigación-. E implica que incluso ligeros cambios de presión pueden liberar cantidades significativas de metano. Se trata de un cambio en las reglas del juego y es el mayor impacto de nuestro estudio”.

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