Perfiles Políticos/Por Francisco J. Siller/Ciudad de México.- Vaya “papa caliente” la que tienen entre manos los gobiernos de la 4T. Violencia y más violencia que pulula en un ambiente de impunidad. La inamovilidad que existe en la autoridad llega al grado superlativo no hacer nada. Las fuerzas del orden público prácticamente han desaparecido. La impotencia de empresarios, comerciantes y ciudadanos es evidente. Como las pérdidas millonarias que provocan.
Vivimos en una ciudad donde las marchas, protestas y bloqueos de vialidades son por “quítame esta paja”. Donde se protesta de todo y por todo. Campesinos, obreros, ciudadanos inconformes y hasta policías federales, de cualquier parte de la República vienen aquí a reclamar. El destino de la mayoría de las marchas: El Zócalo, ahí donde está el Palacio Nacional y el “depa” presidencial.
El presidente Andrés Manuel López Obrador parece arreglar este asunto con su postura de –política seguida al pie de la letra por Claudia Sheinbaum– “No somos represores como los gobiernos anteriores… Somos respetuosos de los derechos humanos…” No toma en cuenta el gran daño que provocan al conglomerado urbano más grande del país y uno de los motores más importantes de la economía nacional.
Cambiarle el nombre a los anarquistas, por el de “provocadores de una forma del conservadurismo”, como lo sostiene AMLO ¿Qué resuelve? Aveces se requiere de mano dura. Los anarcos como se les dice entre los jovenes capitalinos buscan incrustarse en cualquier marcha –como ocurrió con la de Ayotzinapa– para causar desmanes. No hay manera de pararlos. ¿Quién los patrocina? ¿Y La policía?, bien gracias.
El sábado no fueron los anarcos, pues durante la llamada “Marea Verde” un grupo de mujeres –el bloque negro– prendieron fuego a la puerta de la Cámara de Comercio de la Ciudad de México, en Paseo de la Reforma, y rompieron las puertas de cristal del antiguo edificio del Periódico Excelsior. Seguramente, un grupo de mujeres concervadoras enojadas, muy enojadas. Eso si, embozadas y vestidas de negro.
Van 37 semanas del 2019, 273 días. Los capitalinos sufrimos en promedio diario cinco –a veces 9 ó 10– marchas, protestas y bloqueos. En lo que va del año las autoridades han registrado alrededor de mil 365 eventos de este tipo, que han causado con perdidas millonarias. Para muestra un botón esos conservadores (anarquistas) incrustados en la marcha de Ayotzinapa causaron pérdidas superiores a los 50 millones de pesos de acuerdo a la Canaco-CDMX. Y solo fue una…
En este contexto, la llamada “Ley Garrote” promulgada en estado (tabasco) natal de López Obrador podría cobrar sentido. Pero en el estado sureño, buscan que no se impida la construcción de la refinería de Dos Bocas. Tanto el Congreso de la Unión, como el Congreso de la CDMX deberían legislar. No para acallar las protestas, sino para prevenir la violencia. En tiempos del antiguo Departamento del Distrito Federal, había que pedir un permiso para las concentraciones públicas.
Entonces, si durante una marcha había desmanes, pues llegaban los granaderos y aplacaban a los rijosos a garrotazos. No digo que eso sea lo mejor y lo más correcto. Hoy ya no hay granaderos. Sheinbaum los acabó como uno de los primeros actos de su gobierno. Quizá en respuesta a la desaparición del Estado Mayor Presidencial para ceder el paso a una Policía Militar incapaz de ciudar el Palacio Nacional y a la que manifestantes ya agarraron a palos.
No es posible que unos cientos –y quizá algunos miles– puedan trastocar todos los días la vida de 8.9 millones de ciudadanos y otros 12 millones del área conurbada. Es necesario que la autoridad tome su papel de verdadera autoridad, que su presencia imponga el orden público, y no como un grupo de monigotes a los que se puede vejar, insultar o hacerlos correr, porque la orden es no confrontar.
¿Seguirán como el chinito?: “Solo milalando… Solo Milando”
Francisco J. Siller
CEO y Editor de Infórmate
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