enero 17, 2017

Como agua para el cáncer

Por Daniel Alvarez Mendoza.

Termómetro de las instituciones mexicanas

Confieso que tuve que leer el título 3 veces: “Durante el sexenio de Javier Duarte, niños con cáncer recibieron agua destilada en vez de quimioterapia”, un crimen tan atroz que es francamente inconcebible; me sentí incapaz de procesar lo que estaba frente a mis ojos, el más reciente indicador de la enfermedad terminal que sufre nuestro país.

Este crimen rebasa todo límite; esto está por encima de lo absurdo, lo grotesco inclusive lo obsceno. Lo que más me aterra, es que esta nota es un fiel termómetro del país en el que vivimos.

De acuerdo con el más reciente reporte del Foro Económico Mundial (WEF por sus siglas en inglés) México escaló 6 posiciones en la tabla para posicionarse en el lugar 51 de 138, en buena medida debido al incremento en la eficiencia de los mercados (un caluroso abrazo a la COFECE); no obstante, el principal factor que continúa impidiendo el desarrollo de México es la corrupción y la calidad de las instituciones. Así de simple. Así de grave.

La deficiente calidad de las instituciones de nuestro país es el freno de mano que impide el desarrollo del mismo, frena en seco cualquier esfuerzo de mejora y afecta cada región del Estado mexicano. La Ciencia Política nos dice que las instituciones protegen los derechos de propiedad y hacen efectivo el estado de derecho, son básicamente las reglas del juego. Cuando existen instituciones sólidas más una burocracia eficiente, aunadas a un amplio rango de normas cívicas y morales, existe un alto nivel de correlación con un desempeño económico positivo a lo largo del tiempo (Ferrini, 2012)

Ahora bien, es importante mencionar que si bien las instituciones constriñen las acciones de sus miembros, los individuos también moldean a las instituciones de las cuales son parte. Estamos en un ciclo perverso en donde personajes de la calaña de Duarte moldean a las instituciones a su imagen y semejanza, las cuales a su vez, generan más personajes como Duarte. Es un ciclo que debemos romper y pronto.

Este crimen inconcebible cometido por Duarte y sus secuaces, es el más reciente síntoma de la enfermedad terminal que sufre nuestro país, es la grieta en el muro que nos deja entrever la podredumbre que se esconde detrás y es un fiel termómetro para medir la deficiente calidad de las instituciones mexicanas.

Y a todo esto, ¿en dónde está Duarte? Tras escaparse de prisión al más puro estilo Hollywood, el Sr. Joaquín Guzmán Loera fue aprehendido en cuestión de días. ¿Por qué Duarte y sus secuaces no han sido aprehendidos?

Es evidente que el Gobierno de México no tiene como prioridad localizar a este personaje; no es descabellado pensar que seguramente este personaje tiene cartas de negociación muy fuertes contra el gobierno y francamente, no quiero ni imaginar las razones de fondo por las cuales no lo han aprehendido. Hundiéndose cada vez más, en México la desesperación ha vencido a la esperanza. Este es el más reciente crimen inconcebible que se comete en este país; es sin lugar a dudas, un nuevo fondo.

Daniel Alvarez Mendoza-
Politólogo
Profesor de Asignatura, “Mexican Institutions and Politics”
Universidad Iberoamericana
Twitter: @Daniel_ALMN

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