Agencias/Ciudad de México.- Un equipo internacional de astrofísicos y modeladores astroquímicos determinaron que la glicina, el aminoácido más simple, sin el cual no puede existir la vida, puede formarse en las duras condiciones del espacio, según un comunicado de prensa de la Universidad Queen Mary de Londres.

Los investigadores sugieren que la glicina, así como probablemente otros aminoácidos, se forman en densas nubes interestelares mucho antes de que estas se conviertan en nuevas estrellas y planetas.

Anteriormente, se creía que la formación de glicina requería energía, pero un conjunto de experimentos, llevados a cabo principalmente en el Laboratorio de Astrofísica del Observatorio de Leiden (Países Bajos) reveló que esta puede formarse en ausencia de energía en la superficie de los granos de polvo helado, a través de lo que se conoce como ‘química oscura’.

“La química oscura se refiere a la química sin la necesidad de radiación energética. En el laboratorio pudimos simular las condiciones de las nubes interestelares oscuras, donde las partículas de polvo frío están cubiertas por delgadas capas de hielo y posteriormente procesadas por átomos impactantes que hacen que las especies precursoras se fragmenten y los intermedios reactivos se recombinen”, explicó el astroquímico Sergio Ioppolo, autor principal del estudio, publicado en la revista Nature Astronomy.

Gracias a sus experimentos, los científicos demostraron por primera vez que la metilamina, la especie precursora de la glicina, puede formarse en ausencia de energía en condiciones interestelares. Además, pudieron confirmar que también se podía formar glicina y que la presencia de hielo de agua era esencial en este proceso.

La metilamina fue detectada en la cola del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko. Los cometas reflejan la composición molecular presente cuando nuestro Sol y los planetas todavía estaban por formarse. La detección de este compuesto orgánico en el cometa también sugiere que los aminoácidos se forman mucho antes que las estrellas.

Ioppolo cree que, “una vez formada, la glicina también puede convertirse en un precursor de otras moléculas orgánicas complejas” y llevar también a “la formación de otros aminoácidos, como la alanina y la serina en las nubes oscuras en el espacio”. “Al final, este inventario molecular orgánico enriquecido es incluido en cuerpos celestes, como cometas, y entregados a planetas jóvenes, como sucedió con nuestra Tierra y muchos otros planetas”, concluyó.

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