Agencias /Ciudad de México.- John Mara, copropietario de los Giants de Nueva York, podría estar hablando en nombre de todos lo involucrados en el reservado mundo de las finanzas de la NFL al señalar que las pérdidas de ingresos de su equipo a causa de la pandemia de coronavirus ha sido considerable pero no devastadora.
Lo mejor en esta temporada de COVID-19 podría no ser algo mensurable: El valor de terminar a tiempo en Tampa con un Super Bowl entre Tampa Bay y Kansas City el 7 de febrero.
“Sacaron todos los partidos”, dijo Marc Ganis, cofundador del grupo de asesoría Sportscorp, con sede en Chicago, y confidente de muchos dueños de equipos de la NFL. “Los sacaron todos a tiempo, dentro del periodo de 17 semanas. Eso es enorme.
“No lo damos por hecho, pero el esfuerzo que requirió de decenas de miles de personas, de familiares, para lograrlo, los sacrificios que fueron necesarios, el sindicato de jugadores sumándose a la liga, ese es un logro increíble de realizar sin burbujas”.
Lo peor, subrayó Ganis, fueron los ingresos por debajo de lo que se esperaba dado que la mayoría de los estadios no tenían aficionados o apenas unos cuantos miles.
A fin de mantenerse dentro de una estimación previa que los ingresos podrían sufrir una baja de al menos 100 millones de dólares para cada uno de los 32 equipos, Ganis señala que la liga se vio obligada a perderse de 3.000 a 4.000 millones de dólares mientras se jugaba en medio de la pandemia. No obstante, Mara considera que las pérdidas son manejables.
“Fue un enorme golpe financiero para nosotros este año, no cabe duda”, afirmó Mara. “Pero no va a afectar nuestra capacidad de maniobra en la agencia libre o hacer lo necesario para mejorar como equipo. Esperemos que esto sea algo de solo un año y podamos contar con aficionados en el estadio para la siguiente temporada”.
Aún queda por ver si el legado de cooperación perdurará entre propietarios y el sindicato después de prácticamente negociar dos acuerdos de regateo en cuestión de meses.
El primero fue un nuevo acuerdo por 10 años que fue aprobado por los jugadores en una votación apretada justo al tiempo que el coronavirus se propagaba por el país. En retrospectiva, parece una buena medida dada la incertidumbre financiera ante las actuales preocupaciones por el COVID-19.
El segundo fue un plan para realizar partidos en la pandemia, incluyendo un periodo entre temporadas completamente virtual y las exigencias de los jugadores de eliminar los partidos de pretemporada y ser sometidos a pruebas diarias mientras a cambio aceptaban limitar su interacción social en sus vidas personales.
Otra parte de la negociación fue garantizar que el tope salarial no sería menor a los 175 millones de dólares por equipo, al tiempo que la liga tiene la esperanza de mantenerlo más cerca de la cifra de 2020 de 198,2 millones.
“A ninguno de nosotros nos va a sorprender que haya una caída considerable en cuanto a los ingresos totales”, declaró el director ejecutivo del sindicato de jugadores, DeMaurice Smith. “Simplemente estoy feliz de que contemos con una base para el tope del próximo año. Y debido a esa base, los equipos al menos tienen una cifra sólida para resolver cómo reestructurar los contratos, en caso de que eso es lo que deseen hacer”.