Agencias /Ciudad de México.- Un grupo internacional de astrónomos ha estimado que lo que hoy es el planeta Júpiter posiblemente colisionó de frente con otro “embrión” planetario 10 veces más pesado que la Tierra en una etapa temprana de la existencia del sistema solar.

Aquel impacto dejaría el núcleo de Júpiter “diluido”, abundante en hidrógeno y helio y no tanto como roca sólida y hielo, que era lo que se pensaba.

La revaluación de las hipótesis anteriores sobre el origen del planeta más grande de nuestro sistema fue inducida por la misión Juno de la NASA, la cual estableció que el núcleo planetario no es denso ni compacto y su estructura no difiere mucho de la superficie visible.

Durante la investigación, el grupo de astrofísicos de Japón, China, Suiza y EEUU analizó la estructura y la composición química de Júpiter. De acuerdo con los científicos, la posible colisión de Júpiter con otro protoplaneta podría ser una prueba de que el sistema solar primitivo era un ámbito violento y lleno de choques interplanetarios.

Según explicó el autor principal del estudio, el chino Shangfei Liu, de la Universidad Sun Yat-sen de la ciudad de Zhuhai, “no hay una transición brusca entre el núcleo y la envoltura como imaginábamos previamente, a partir de la teoría de la formación de planetas”. Los científicos estimaron que ese núcleo diluido no habría podido formarse naturalmente, recoge el sitio web Space.com en un artículo publicado este miércoles.

“Es por eso por lo que se nos ocurrió la idea del impacto”, afirmó Liu. Según su teoría, Júpiter experimentó un golpe frontal de “otro embrión planetario masivo” poco después de formarse. “Una colisión tan catastrófica destruyó el núcleo compacto inicial de Júpiter y formó una estructura similar a un núcleo diluido”, abunda Liu.

Los núcleos del joven Júpiter y el embrión planetario se pudieron haber fusionado en ese impacto violento. Los materiales de ambos se debieron de haber mezclado parcialmente con la capa gaseosa de Júpiter, que todavía se puede detectar en la estructura del planeta. Ese evento espacial debió de producirse hace 4,500 millones de años.

El equipo de expertos determinó que el planeta en desarrollo que colisionó con Júpiter debía de haber tenido aproximadamente 10 veces la masa terrestre, porque si hubiera sido más pequeña, “no podría haber penetrado en la envoltura masiva de Júpiter”. Además, Liu afirma que la colisión debía ser frontal, porque de otra forma el objeto celeste se habría hundido lentamente en vez de haber destruido el núcleo, ya que ese impacto habría liberado mucha menos energía.

Mediante unas simulaciones computacionales los estudiosos demostraron que en los próximos millones de años “hay al menos un 40 % de posibilidades de que Júpiter colisione con otro embrión planetario”. Vean los cálculos realizados para esta previsión y el resto de las conclusiones del grupo en el artículo revista Nature.

Incluso la Tierra no pudo escapar de esta suerte. Según apunta la teoría del gran impacto —la más aceptada por la comunidad científica— la Luna se formó tras una gran colisión entre dos grandes cuerpos protoplanetarios. Uno de ellos se llamaba Theia y era de un tamaño similar al de Marte; el otro planeta en colisionar fue la propia Tierra.

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