Agencias/ Ciudad de México.- La UEFA se mostró “encantada” de que el aforo del estadio de Wembley en Londres aumente al menos un 50% para los partidos de la ronda eliminatoria y señaló que “está en conversaciones con las autoridades locales para tratar de permitir que los aficionados de los equipos participantes asistan” a ellos.
Según explicó, esto se haría “usando un estricto concepto de prueba y burbuja, que significaría que su estancia en el Reino Unido sería inferior a 24 horas y sus movimientos estarían restringidos los transportes y lugares aprobados solamente”.
“Comprendemos las presiones a las que se enfrenta el Gobierno y esperamos poder llegar a una conclusión satisfactoria de nuestras conversaciones al respecto. Siempre hay un plan de contingencia, pero confiamos en que la última semana se celebre en Londres”, señaló.
Los organizadores del torneo cuentan con un plan de contingencia que incluye el trasladar las semifinales y la final a Budapest en caso de que no se llegue a un acuerdo con las autoridades de Londres sobre una exención de la cuarentena para aficionados y dignitarios.
Las semifinales y la final de la Eurocopa están programadas para disputarse en el Estadio Wembley del 6 al 11 de julio.
Debido al aumento de contagios de coronavirus, los planes para el levantamiento de más restricciones por COVID-19 en Inglaterra para este mes fueron aplazados hasta el 19 de julio.
“Haremos lo necesario para mantener al país fuera de peligro por COVID”, destacó el primer ministro británico Boris Johnson el viernes. “Esa obviamente será nuestra prioridad, y dialogaremos con la UEFA sobre lo que ellos desean y veremos si podemos hacer algunos ajustes delicados. Pero la prioridad obviamente tiene que ser la salud pública”.
La UEFA garantizó un incremento de aficionados esta semana de aproximadamente 22,000 a al menos 40,000 para una ronda de 16 partidos, las semifinales y la final en Wembley. Pero ahora la UEFA necesita asegurarse de que haya hinchas de los clubes en el estadio y representantes de los patrocinadores y medios que transmiten los juegos, y que financiaron el torneo.
“La UEFA está contenta de que la capacidad del Wembley aumente al menos 50% para los partidos de las rondas eliminatorias”, aseveró el órgano rector del fútbol europeo en un comunicado.
“Por el momento nos encontramos en pláticas con las autoridades locales para tratar de permitir que los aficionados de los equipos participantes acudan a los juegos, usando un concepto estricto de pruebas y burbuja a que implicaría que su permanencia en el Reino Unido fuese menos de 24 horas y su movilidad se limitase sólo al uso del transporte y a las sedes”.
Por ahora, los turistas provenientes de los países participantes deben someterse a una cuarentena por al menos cinco días cuando ingresan a Gran Bretaña.
El estadio de Wembley, que es escenario de ocho partidos de la Eurocopa, incluidos las semifinales y la final el 11 de julio, permite la presencia de 22,500 espectadores durante la fase de grupos y esta cifra podría doblarse para esas eliminatorias pese a las restricciones vigentes.
El pasado lunes, el gobierno británico anunció que retrasará cuatro semanas la eliminación de las restricciones de la covid, medida que implica su prolongación hasta el 19 de agosto en lugar del 21 de julio, como estaba previsto.
Aunque esto entraría en conflicto con la pretensión de la federación inglesa de permitir un aforo del 50% a partir de octavos de final, el primer ministro, Boris Johnson, anunció que la Eurocopa se usará como evento de prueba y se permitirá una mayor capacidad, por lo que podría haber 45,000 espectadores.
La UEFA tiene un plan de contingencia
La UEFA aplicará un plan de contingencia para sustituir a Wembley como sede de la final de la Eurocopa 2020, a menos que el Gobierno británico acepte eximir a los aficionados llegados del extranjero de la norma que exige una cuarentena de 10 días.
Los organizadores del torneo han estado negociando con Londres desde que el Gobierno pospuso los planes para poner fin a las restricciones de COVID-19 el 21 de junio.
El periódico The Times informó el viernes de que Budapest era la sede alternativa que se barajaba en caso de que Wembley no pudiera acoger a los aficionados desplazados.
Está previsto que el estadio londinense albergue las dos semifinales y la final.
“Siempre hay un plan de contingencia, pero confiamos en que la última semana (de partidos) se celebre en Londres”, dijo la UEFA en un comunicado.
El organismo rector del fútbol europeo dijo que las discusiones con las autoridades locales se centran en permitir a los aficionados de los equipos participantes asistir a los partidos “utilizando un estricto concepto de test y burbuja que significaría que su estancia en el Reino Unido sería de menos de 24 horas y sus movimientos estarían restringidos solo a los transportes y lugares aprobados”.
La UEFA dijo que entiende las presiones a las que se enfrenta el Gobierno y confía en que las negociaciones lleguen a una “conclusión satisfactoria”, al tiempo de que se congratula de que el aforo permitido de Wembley vaya a aumentar en al menos en un 50% para los partidos de las eliminatorias.
El problema con el que no contaba la UEFA
“En su cabeza sonaba espectacular”, dicen los de Pantomima Full. Y sí: celebrar la Eurocopa de 2020 no en un solo país anfitrión, como es costumbre, sino estableciendo sedes repartidas por todo el continente era una idea que, a priori, tenía bastante sentido cuando se planteó hace ocho años como celebración especial por el 60º aniversario de la competición. Lástima que llegara la pandemia del coronavirus para echarlo todo abajo, obligando entre otras cosas a retrasar el torneo un año.
Lamentablemente la enfermedad no ha desaparecido de nuestras vidas, así que la opción más sensata, ya que se han empeñado en seguir adelante, habría sido un cambio de planes que concentrara todos los partidos en una sola ubicación, al estilo de lo que se hizo el pasado verano para las últimas rondas de la Champions League. Pero no: la UEFA ha considerado adecuado mantener el esquema y hacer viajar a los futbolistas de punta a punta de Europa para disputar sus partidos. De Sevilla a Bakú, de Roma a San Petersburgo, miles de kilómetros y abundantes fronteras tanto dentro como fuera de la Unión Europea separan los terrenos de juego. Es lo que hay.
Pese a la preocupación razonable por el caos que se podría generar dadas las circunstancias, de momento, con la segunda jornada de la fase de grupos ya en juego, todo está saliendo razonablemente bien. O casi todo. Porque a la Unión Europea de Fútbol Asociación, siempre tan preocupada por las formas y por quedar bien, una de las ciudades escogidas se le está convirtiendo en un quebradero de cabeza importante: Budapest.
La capital de Hungría aporta el Puskás Arena para la mitad de los partidos del grupo F, incluyendo dos de los tres que han de disputar los magiares (el tercero, contra Alemania, será en Múnich) y uno de los platos fuertes: todo un Portugal – Francia. De momento, el pasado día 15 los de casa recibieron a los lusos e hicieron un papel digno al resistir con la portería a cero hasta el minuto 84, aunque se acabaran derrotando y el marcador reflejara un 0-3 que quizás fuera excesivo para los méritos de unos u otros. Los problemas, sin embargo, no estuvieron sobre el césped, sino en las gradas.
Hungría se está convirtiendo en una especie de verso libre en el seno de la Unión Europea. Con una población de algo menos de 10 millones de habitantes, acumula más de 800.000 contagios y casi 30,000 fallecidos; proporcionalmente, es como si en España anduviéramos cerca de los 150.000 cadáveres, en lugar de los 80,000 que tenemos y que ya nos escandalizan. Sí es verdad que, tras una ola particularmente dura a finales de marzo, la cantidad de nuevos infectados ha bajado mucho y que el ritmo de vacunación está siendo bueno: más de la mitad de la ciudadanía ya tiene al menos una dosis.
Aun así, el virus sigue ahí… aunque al gobierno que lidera el derechista y ultranacionalista Viktor Orbán le parezca que ya ha desaparecido. Por eso, en Hungría se permite que los espectadores acudan sin apenas restricciones: 55.662 espectadores abarrotaron las gradas anteayer. Hay quien lo ve con envidia, hay quien lo considera una temeridad que podría causar rebrotes y que, en última instancia, es responsabilidad de la UEFA como gestora de la Eurocopa.
Pero no es solo que la gente esté presente, sino lo que hace cuando ocupa su asiento. El ambiente político, y por tanto social, está un tanto enrarecido en Hungría. El partido Fidesz, que manda desde 2010 acaparando casi la mitad de los votos pero con mayoría incuestionable en el parlamento, defiende posiciones que a veces sobrepasan con creces la línea del conservadurismo y se pueden calificar sin reparos como populismo ultraderechista. Es célebre, por ejemplo, su hostilidad manifiesta a cualquier cosa que suene remotamente a homosexual, ya que lo vincula con la pedofilia; recientemente ha saltado a los titulares de todo el mundo la intención del ejecutivo de prohibir en las escuelas toda temática que tenga relación con la comunidad LGTB+.
Llevado al fútbol, esto se tradujo en episodios lamentables durante el partido contra Portugal. Según cuenta The Guardian, la UEFA tiene un informe oficial que indica que se detectaron pancartas ofensivas en la grada: en alguna de ellas se podía leer el lema “Anti-LMBTQ”, que corresponde a las iniciales del colectivo en idioma húngaro. También se registraron cánticos homófobos contra el jugador portugués Cristiano Ronaldo.
Por si no fuera suficiente, también ha habido recientemente polémicas de tipo racista. El pasado 8 de junio se jugó (en el sensiblemente más pequeño estadio Ferenc Szusza, también en Budapest, pero igualmente con público en las gradas) un amistoso de preparación contra la República de Irlanda. El partido en sí fue más bien anodino, con un 0-0 que no pasará a la historia. Los problemas vinieron cuando los visitantes decidieron repetir el gesto de hincar la rodilla en el suelo, en solidaridad con el movimiento Black Lives Matter.
La reacción del público fue tan contundente como desagradable: abuchear a los jugadores de verde. Y no sorprendió a nadie que ocurriera algo así. El gobierno y la federación nacional (que, a juicio de la organización contra la discriminación Fare Network, en este asunto son indistinguibles) llevaban días difundiendo la idea de que esta acción no luchaba contra el maltrato a los negros, sino que en realidad se trataba de un mensaje político.
Que el único lugar donde acude el público de forma masiva sea un foco de transmisión de ideas intolerantes y hostiles a la convivencia no es precisamente lo que mejor le puede venir a los mandamases del fútbol internacional. Va en contra de todas las campañas integradoras del organismo que dirige Aleksander Čeferin, como Respect o #EqualGame, y en cuanto a la imagen y a la reputación que da al organismo internacional, no puede ser más negativa, porque aunque ante semejantes actos la responsabilidad última es de las autoridades húngaras, no dejan de ser los nombres de la UEFA y el de la Eurocopa los que se manchan.
Afortunadamente para la tranquilidad de los dirigentes del balompié continental, solo queda un escollo grave que superar: el Hungría-Francia del próximo día 19, porque en el último partido entre los galos y Portugal es de suponer que habrá una afluencia de espectadores inferior. Si se producen nuevos incidentes (y las probabilidades son altas), se lidiará con ellos como buenamente se pueda. Después, en la UEFA respirarán aliviados y, esperemos, tomarán nota de cara a no repetir el mismo error en el futuro.
Un centro operativo en la Europol vigilará las amenazas a la seguridad en la Eurocopa
Un centro operativo especial creado en la sede de Europol, en la ciudad neerlandesa de La Haya, acogerá a unos 40 oficiales de enlace de 22 países participantes y anfitriones de la UEFA EURO para coordinar las cuestiones de seguridad pública que rodean el torneo, incluidas las amenazas terroristas o cibernéticas.
En una rueda de prensa, la agencia de coordinación policial Europol presentó este jueves el Centro de Cooperación Policial Internacional (IPCC), que albergará hasta el 12 de julio a los oficiales de Austria, Bélgica, Croacia, República Checa, Dinamarca, Finlandia, Francia, Italia, Hungría, Alemania, Polonia, Portugal, Rumanía, Eslovaquia, España, Suecia y Países Bajos.
También estarán, desde fuera de la Unión Europea, los representantes de Azerbaiyán, Macedonia del Norte, Rusia, Suiza, Turquía, Ucrania y Reino Unido, además de la Interpol y la UEFA.
El IPCC, de los Puntos de Contacto Nacionales de Fútbol, estará coordinado por la Policía neerlandesa, del país que acoge la sede de Europol.
“Esta configuración operativa especial se crea para permitir una cooperación rápida y proporcionar el apoyo operativo y analítico necesario para un campeonato seguro y protegido”, subrayó la agencia europea.
Será una especie de centro de información central para que los agentes de las diferentes autoridades policiales nacionales puedan estar “sobre el terreno, las 24 horas del día, los siete días de la semana, intercambiando información fácilmente y recibiendo rápidamente pistas de las investigaciones en curso” sobre potenciales amenazas al torneo.
Las actividades operativas se centrarán en “la seguridad pública y las amenazas criminales” que pueden poner en peligro la seguridad durante el torneo, lo que incluye posibles delitos cibernéticos, el terrorismo, el amaño de partidos, el tráfico de productos falsificados -incluidos los certificados de PCR negativa-, así como otros delitos de propiedad intelectual.