Una reflexión personal
Por Luis Villegas Montes/Ciudad de México.- No cabe duda que todos los días aprende uno algo nuevo. A mí me está pasando. A diario veo, leo o me entero de cosas que nunca hubiera imaginado. No voy a decir quién, cómo ni cuándo, porque ahí empiezan los asegunes y luego dice uno cosas como “imbécil” y se lo toman muy a pecho.
Pues bien, resulta que recién me enteré de la existencia de uno de los criterios más idiotas en la asignación de cargos públicos que, si me lo hubieran platicado hace unos años, no lo habría yo creído; tuvieron que verlo mis ojitos pestañudos y vivaces para dar crédito a tamaña sandez.
Explicar en sus pormenores el acuerdo resulta harto farragoso, pero a Dios gracias, es posible resumirlo en un planteamiento muy fácil de entender: absolutamente todos los cargos de elección popular deberán integrarse en forma paritaria y siempre que haya un número impar o non (1, 3, 5, etc.), deberá privilegiarse la candidatura de una mujer: si uno, mujer; si tres, dos mujeres y un varón; si cinco, tres y dos; y así.
Donde el asunto empieza a complicarse a la hora de explicarlo es en el contexto, pero trataré de simplificarlo: en el caso de que te hagan una prevención (en la especie porque supuestamente viene mal integrada la planilla por razones de paridad de género), los pasos (y los plazos) para desahogarla son los siguientes: 48 horas para atender la primera prevención; revisión por parte del Instituto Estatal Electoral (IEE), 48 horas; segunda prevención, 24 horas para su cumplimiento; y si hay un eventual incumplimiento, organización de una tómbola (sí, leyó usted bien, una tómbola) donde ingresarán todas las fórmulas de hombres del caso concreto para sortear la que debe ser sustituida por una mujer.
Cuando luego de plantear el asunto alguien dijo: “es que corremos el riesgo de que nos metan a una tómbola”, inmediatamente repliqué: “Sí, sí, ¡obvio!”; pensaba, ingenuo de mí, que se trataba de una bonita metáfora, para no decir “que nos metan en el margallate de interpretaciones idiotas a preceptos diáfanos”; y así lo dije: “¡Claro! ¡Con lo creativos que se ponen! Ese azar del litigio electoral en esta época de incertidumbre donde los intérpretes se sacan valores y principios hasta de sus santas part…”; y la misma voz me interrumpió: “No. No, estamos hablando de una tómbola”; “¿de una tómbola?, ¿de una tómbola, tómbola, tómbola?”; “Sí, señor, de una tómbola, tómbola”; “¡en la madre!”; “¡ajá!”.
El asunto lo ilustro “de bulto”, hace unos días, el Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE) canceló el registro de las primeras fórmulas al Senado de la República por Movimiento Ciudadano (MC) para Jalisco y Campeche: “La Dirección de Prerrogativas y Partidos Políticos del INE tuvo que recurrir a un sorteo de los estados en los que no se cumplían los criterios de paridad, hecho que generó dudas en los representantes de partidos”.[1]
En sana lógica, atentos a los principios que rigen en materia electoral, entre otros, certeza, igualdad sustantiva, no discriminación, autoorganización de los partidos, mínima intervención y el principio democrático en sentido estricto, permitir que el azar sea el que defina candidaturas resulta estúpido e irresponsable, sí, pero en esas estamos. Lo peor del caso es que no se ve, ni de chiste, la posibilidad de que esa tendencia se suprima por lo menos en un futuro ya no digo cercano, ni siquiera a mediano plazo.
Aquí cabe una digresión. Este asunto de la paridad ya llegó a extremos que, por lo alambicado, forzado y artificial de los criterios en vigor, resultan ridículos. Les dejo con esta noción (que no es de mi autoría): Las acciones afirmativas son medidas especiales, específicas y temporales para corregir desventajas y revertir la discriminación histórica que enfrentan algunos grupos humanos en el ejercicio de sus derechos: “Son especiales porque otorgan un trato preferencial o una protección especial a las personas que pertenecen a grupos en situación de discriminación, para que tengan oportunidad de ejercer sus derechos en igualdad de circunstancias. Son específicas porque toman en cuenta los efectos de la discriminación en el ejercicio de los derechos para corregirlos de manera justa y proporcional, según las circunstancias concretas de discriminación que experimenta cada grupo. Son temporales porque su duración está condicionada a la eliminación de la desventaja que se busca corregir. Esto quiere decir que cuando un grupo en situación de discriminación histórica alcance la igualdad en la sociedad y las personas que lo integran tengan acceso al mismo trato y a las mismas oportunidades para ejercer plenamente sus derechos, las acciones afirmativas serán innecesarias”.[2] ¿Cuándo va a terminar este sainete? Misterio. Nadie, ninguna autoridad, en ninguno de sus órdenes, ha dicho cuándo va, cuando DEBE, terminar este suplicio.
Gentil lectora, amable lector, le voy a poner un ejemplo puntual: Derivado de la barroca interpretación señalada (que cuando la candidatura corresponde a un número impar del total, el entero deberá utilizarse para postular una mujer en todos los casos), en el caso de una Candidatura única (donde nos hay bloque y, por ende, no hay un universo con qué contrastar el principio de paridad) se decidió que dicha candidatura debía recaer a fuerzas en una fórmula de mujer. La previsión anterior resulta insostenible porque la regla de paridad horizontal es aplicable a un conjunto de más de dos fórmulas al menos, lo cual no existe en el caso concreto. ¿Tons? Les valió madre y ahí van con su batea de babas.
¿Y sabe qué es lo peor? Lo peor es que si uno no acata la prevención y decide recurrirla, la autoridad administrativa va a proceder como ya dije, va a meter papelitos, bolitas o lo que se le ocurra, en una tómbola (¡Bendito sea el señor! ¡Cuánto daño, cuánta estupidez ha provocado MORENA en este país!), para que sea la suerte la que decida; y si el tribunal respectivo, por alguna peregrina razón (igual de loca o infundada) que aquella que alimentó a la autoridad administrativa para dictar el criterio, decide confirmar la medida, uno se amuela y va a ser el azar el que decida la candidatura correspondiente.
Déjense de tonterías, a como van, sale más barato y rápido, jugársela en un volado: “Porque la vida es una tómbola tom tom tómbola,/la vida es una tómbola tom tom tómbola./De luz y de color,/de luz y de color”.
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