Texto Periódico El Mundo/Estambul.- Siete minutos de terror a la lujosa orilla del Bósforo. 39 muertos, al menos once de ellos turcos, 24 extranjeros y cuatro aún sin identificar, y 65 heridos, cuatro de ellos graves. La matanza ocurrió en la discoteca más chic de una ciudad, símbolo por antonomasia de la vida secular estambulita.

Los medios turcos han publicado cuatro fotografías de quien, se sospecha, fue el atacante del club Reina. Gobierno y autoridades religiosas han condenado duramente la primera matanza del año, que por su ejecución recuerda a pesadillas similares como la sufrida en la sala Bataclan de París o en la discoteca de Orlando.

La Policía turca ha detenido a ocho personas por supuesta implicación en el ataque terrorista. Sin embargo, el viceprimer ministro turco, Numan Kurtulmus, ha confirmado que todavía se está trabajando en la identificación del atacante. Los servicios de inteligencia turcos ven considerables similitudes entre el ataque en la discoteca y el atentado en el aeropuerto de Atatürk atribuido al Estado Islámico, en el que murieron 45 personas el pasado 28 de junio. La Policía centra la investigación en células islamistas procedentes de Uzbekistán y Kirguizistán, aunque también en las ramas del Estado Islámico de nacionalidad turca.

Las cámaras de seguridad certificaron que no fueron dos individuos vestidos de Papá Noel, como se dijo inicialmente, sino uno solo. Según el diario turco HaberTürk, el terrorista descargó 180 balas antes de abandonar su arma en el local y darse a la fuga.

El atacante llegó al barrio de Örtakoy en taxi y caminó cuatro minutos hasta el club, donde abrió fuego contra un guardia jurado para poder acceder al recinto. En medio del caos y pánico que se desató en el club, el autor dejó el arma y su chaqueta en el local antes de darse a la fuga. Sin embargo, la policía no ha encontrado huellas dactilares en sus pertenencias, según informa la agencia española EFE.

El Estado Islámico ha reivindicado la autoría del ataque. “En la continuación de las benditas operaciones que el Estado Islámico está llevando a cabo contra el protector de la cruz, Turquía, un heroico soldado del Califato golpeó una de las discotecas más famosas donde los cristianos celebran su día de fiesta apóstata”, ha asegurado el grupo terrorista en un comunicado.

En el texto, cuya veracidad no ha podido ser comprobada, se detalla que el terrorista usó granadas y una ametralladora y causó unas 150 víctimas entre muertos y heridos en el club Reina.

El Estado Islámico afirma que esta acción es en “venganza” por los bombardeos contra musulmanes que efectúa Turquía en territorio sirio, por lo que acusó al Gobierno de Ankara de ser “servidor de la Cruz”. “Que el Gobierno apóstata de Turquía sepa que la sangre de los musulmanes que se está derramando por los bombardeos de sus aviones va a convertirse en fuego en su propia casa”, se indica en el texto del grupo yihadista.

El comunicado acusa a Turquía, un país de mayoría musulmana, de haberse aliado con los cristianos, en alusión a la incursión del Ejército turco desde hace cuatro meses en el norte de Siria para combatir al EI y las milicias kurdas.

De hecho, el líder del Estado Islámico, Abu Bakr Bagdadi, ya había puesto en su mirilla Recep Tayyip Erdogan, a principios del último noviembre. “Ponedla [a Turquía] en vuestra lista de campos de batalla”, alertó a sus acólitos. Hace dos semanas estos yihadistas publicaron un vídeo ejecutando a dos militares turcos. Esta nueva afrenta demuestra que, si Turquía fue en el pasado objeto de acusaciones de connivencia con el Estado Islámico, eso ya se ha acabado. De hecho, ya se abortó un ataque suyo el fin de año pasado en Ankara.

Curiosamente, el Estado Islámico no suele reivindicar sus atentados en Turquía para generar confusión entre la población y crear tensiones. El grupo terrorista selecciona además sus objetivos a conciencia: cuatro de sus siete ataques han sido contra simpatizantes kurdos o de izquierdas; el resto, contra objetivos turísticos. Este Fin de Año golpeó adrede un tótem del secularismo turco, justo en los mismos días en que la sociedad turca está sumergida en una gran controversia sobre las celebraciones navideñas.

Campaña contra la Navidad

Los turcos confunden Nochebuena con Fin de Año. Por ende, el sector islamista había iniciado, días antes de Nochevieja, su tradicional campaña contra los símbolos navideños, que consideran cristianos y, por lo tanto, inaceptables en su concepto de sociedad turca. El periódico de ultraislamista Milli Gazete llegó a lanzar una “última advertencia” para no celebrar Año Nuevo en su portada del 31 de diciembre. Un telepredicador tuiteó que fue tan pecaminoso el ataque como la celebración en el Reina.

Por este motivo, para que los autores no triunfen en su intento de explotar las brechas sociales, el primer ministro turco, Binali Yildirim, incidió en desmentir que los atacantes llevaran traje de Santa Claus. “No nos vamos a desanimar por el terror. No dejaremos que el terror dañe la unidad y la hermandad de nuestra nación”, proclamó desafiante. “El terror es un problema común de la humanidad. Su objetivo es dañar nuestra unidad y hermandad. No cederemos ante el terrorismo”.

Incluso el responsable de la Dirección de Asuntos Religiosos, un organismo gubernamental dedicado a la supervisión de las confesiones practicadas en Turquía, salió al paso. “No hay diferencia si esta acción bárbara se realiza en un bazar, en un centro de culto o en uno de entretenimiento”, subrayó Mehmet Görmez. El líder de la oposición, el socialdemócrata Kemal Kiliçdaroglu, lamentó la política antiterrorista del Ejecutivo y sentenció: “Eliminaremos el terrorismo con democracia real y mentalidad laica”.

180 balas

El autor del ataque sigue en búsqueda y captura. Primero mató con un fusil tipo Kalashnikov a los guardas de acceso y a un policía. Luego, penetró en el Reina, a esa hora abarrotado con entre 500 y 600 personas, y prosiguió con su matanza. Tras vaciar los cargadores y cambiar seis veces de cartucho se fue dejando ahí el arma.

El autor del atentado actuó de manera “extremadamente profesional” y, por su forma de caminar, parece que habría sufrido en algún momento anterior un disparo en su pierna derecha, explicó Abdullah Agar, especialista en terrorismo, a la cadena CNNTürk.

Entre los extranjeros muertos hay siete saudíes, tres iraquíes, dos tunecinos y dos libaneses. No hubo víctimas mortales españolas. El Reina, situada en la orilla europea del estrecho del Bósforo a la altura de uno de los puentes que lo atraviesa, es un punto de cita nocturna de la llamada ‘gente guapa’. Su dueño, Mehmet Koçarslan, reconoció en un comunicado que en los últimos días se habían extremado las medidas de seguridad por amenaza terrorista. Pero no fue suficiente.

El Presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, compareció por escrito para denunciar un “ataque vicioso” que, aseguró, demuestra que el terror no discrimina en sus intenciones de “herir y matar”. “Turquía es firme en hacer lo que sea necesario para proteger la seguridad de sus ciudadanos en la paz en la región”, declaró, y culpó a los responsables de la carnicería de pretender “sembrar el caos” en su país, donde el temor a atentados está dañando considerablemente la industria turística y la convivencia social.

Turquía libra varias guerras contra el terror simultáneamente. La ruptura del proceso de paz con el PKK en 2015 degeneró en combates en varias ciudades del sureste, que han provocado cientos de muertos y medio millón de desplazados. La respuesta al golpe de Estado del pasado julio ha dejado miles de encarcelados y decenas de miles de desempleados. En el norte de Siria, el Ejército turco mantiene un pulso contra el Estado Islámico y milicias kurdas para ocupar 5.000 kilómetros cuadrados.

Tras el ataque a la discoteca, el viceprimer ministro turco, Numan Kurtulmus, ya ha señalado que el país continuará con sus operaciones en Siria hasta que los grupos terroristas dejen de amenazar a Turquía.

De los 19 atentados que ha sufrido Turquía desde el 15 de junio de 2015 hasta hoy, la mayoría han sido atribuidos o bien a los Halcones de la Libertad del Kurdistán (TAK), un grupo de oscura militancia vinculado a la guerrilla PKK, o al Estado Islámico (IS). Los primeros alegan que su objetivo son las fuerzas y cuerpos de seguridad, pero en la práctica atacan donde estos están junto a civiles para acabar también con ellos.

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