Agencias/Ciudad de México.- El Real Madrid se mantuvo con vida en la penúltima jornada de LaLiga de España, esto gracias al dramático triunfo en San Mamés ante el Athletic. Con una solitaria anotación de Nacho, los dirigidos por Zinedine Zidane siguen vivos de cara a la última fecha de la temporada.
Pese a la victoria, el madridismo se agarró otro enfado monumental a cuenta del arbitraje. Resulta complicado encontrar una explicación a tanta anomalía estadística, tanto juicio diferente a situaciones similares. Que no iguales, porque ni en el fútbol ni en la vida hay situaciones iguales.
“La mano o el brazo se posicionan de manera antinatural y consiguen que el cuerpo ocupe más espacio”, reza la famosa circular 3 de la temporada 20-21 que aplica al caso de Militao, pero no en el de Morcillo, minuto 28 del partido de ayer. Ambos de espaldas y sin voluntad de impactar con el balón. Mateu Lahoz, el mejor árbitro sin discusión, decidió que lo que prima en un caso no vale en su código, que para eso es el juez de la final de Champions. Y el sector del madridismo que intenta no creer en conspiraciones arbitrales, que comprueba el saldo de tres a favor y ocho en contra, tira la toalla. No lo entiende. Se acaban los argumentos para defender lo que ya es indefendible.
El fútbol en San Mamés respondió a las exigencias de la tarde, con el Madrid más volcado sobre el campo rival, exponiéndose a las contras rojiblancas. El primer susto fue un error en la salida de Casemiro por la presión de los leones, pero no fue constante. Con Valverde ocupando todo el campo, el Madrid fue creciendo en dominio, pero se le apagaban las luces al asomarse al área. No generó una ocasión clara en medio partido, salvo un exceso de confianza de Unai Simón y una combinación corta entre Vinicius y Rodrygo. No protestó Rodrygo en esa jugada la carga de Balenziaga, mucho menos que aquella de Carvajal a Williams en Valdebebas. Como tampoco se quejó Benzema del resbalón de Yeray que se llevó por delante al francés en el área. Los deslizamientos y contactos fortuitos como el de Modric en Balaídos sí son sancionables. Este no. Pues vale.
Marco Asensio saltó a calentar nada más iniciarse el segundo acto. Síntoma evidente de que el Madrid iniciaba el asalto. De saque no había solución para ese último pase que no llegaba, pero un remate lejano de Modric obligó a una buena mano de Unai Simón junto al palo que espabiló a los blancos. La entrada de Asensio desató a los blancos, que se fueron arriba con todo. Casemiro cabeceó un córner al larguero, y en la contra Odriozola salvó un tres para dos del Athletic, nada fino en ataque. No fue la única contra abortada. Casi todas corrieron por cuenta de Valverde, extraordinario en todo el campo.
El conmovedor esfuerzo del Madrid tuvo premio en el minuto 68. No fue el ataque más organizado ni el más canónico, pero sí el más efectivo. Nació en la izquierda, circuló hasta el lado contrario, Casemiro remató o centró tenso, vaya usted a saber, y Nacho metió la rótula para empujar a la red. Benzema estaba en posición de fuera de juego cuando remató el brasileño, pero Mateu interpretó que no interfería en la acción.
La derrota provocó la reacción de Marcelino, que metió cambios para estimular a su equipo. Lo logró, porque el Athletic se fue arriba con el orgullo de un grande. Coincidía además con la noticia del gol de Osasuna que colocaba al Madrid como líder provisional, y el Madrid sintió la tensión. Un magnífico pase de Ibai encontró a Villalibre solo en el área, pero el delantero remató arriba. Fue clara, pero más la de Vesga, con un cabezazo monumental que salió junto al poste. Entró Hazard en el partido para retener la bola y lo cierto es que el belga ayudó a la tarea. La remontada exprés del Atlético se conoció en las gradas, y no restó emoción a los blancos. Pelearán por LaLiga hasta la última jornada.