Texto periódico El Mundo/Moscú.- Mezquitas, sinagogas y edificios públicos en Francia atacados con ráfagas de kalashnikov y detonaciones. Era el plan que, según las autoridades ucranianas, tenía para la Eurocopa un ciudadano francés detenido en la frontera de Ucrania con Polonia con un impresionante arsenal en su poder: tres lanzacohetes, seis fusiles, un amplio stock de municiones, más de 100 kilos de explosivo y detonadores.
Lo cazaron gracias a una trampa las fuerzas de seguridad ucranianas el pasado 21 de mayo. Grégoire M. preparaba presuntamente 15 atentados durante la Eurocopa, que comienza este viernes en Francia, pero fue interceptado cuando trataba de cruzar en coche en el puesto fronterizo de Yagodin para seguir por la carretera hasta la ciudad polaca de Lublin. La zona está, según reconocen las autoridades de Kiev, entre las más corruptas de Ucrania, con las mafias del contrabando de tabaco operando en el lugar.
Los agentes ucranianos han necesitado varios días para esclarecer para qué quería este ciudadano francés de 25 años las armas. Según el jefe de los Servicios Ucranianos de Seguridad (SBU), Vasil Grystak, Grégoire M. ha manifestado su oposición a “la política de su Gobierno en cuanto a la llegada masiva de extranjeros a Francia, la propagación del islam y la globalización”. Por eso apuntaba contra lugares de culto de musulmanes y judíos y edificios administrativos como oficinas de impuestos. El Departamento de Estado estadounidense ha alertado de que la Eurocopa 2016 puede ser objetivo de atentados terroristas. Pero aunque desde el Gobierno francés se confirmó la detención, se evitó corroborar los planes del sospechoso.
El detenido era procedente de la región de Lorena y no tenía antecendentes. Según informan medios franceses, trabaja como inseminador en una cooperativa agrícola en el Bajo Rin. Cuando fue interceptado estaba intentando conseguir más armamento: el detenido había contactado con bandas armadas ucranianas para comprarles explosivos y armas. Las fuerzas de seguridad le tendieron una trampa y le vendieron armas desactivadas al saber que quería comprar más.
No era su primer viaje. Grégoire M. se había presentado voluntario en 2015 para apoyar al ejército ucraniano en su lucha contra los separatistas. En el bando de Kiev operan batallones de paramilitares en algunos casos vinculados con la extrema derecha ucraniana. También dijo, según el SBU, que quería ayudar a los refugiados “pero por lo que más se interesó fue por cómo conseguir armas”, dijo Grytsak. En su casa en Francia se han hallado explosivos y una camiseta con símbolos ultraderechistas.
¿Un montaje de los servicios especiales rusos?
El SBU ha manejado también la posibilidad de que Rusia estuviese implicada. Esta línea de investigación apareció al final cuando Grégoire M. propuso añadir unos cuantos miles de euros más y que un ciudadano ucraniano acompañara el cargamento a territorio europeo. “Pensamos que podría ser un montaje de los servicios especiales rusos”, dijo el portavoz del SBU.
La crisis económica y sobre todo el conflicto bélico en el este del país han convertido a Ucrania en un oasis del mercado negro de armamento. Pero normalmente los ‘socios europeos’ de los traficantes esperan la mercancía fuera de Ucrania. Kiev ha acusado a Rusia de introducir armas para los rebeldes, pero Kiev también ha entregado armamento a grupos paramilitares.
“La situación puede descontrolarse en cualquier momento y presentar un escenario parecido al de Somalia”, lamentaba hace unos meses Georgi Uchaykin, jefe de la asociación de portadores de armas, en una entrevista con el diario ucraniano ‘Korrespondent’.
El margen de beneficio es muy goloso entre una población arruinada por la crisis. Según estimaciones gubernamentales, 500.000 armas han entrado en el mercado negro ucraniano desde que empezó la guerra en Donbás en abril de 2014. En el frente se puede comprar un AK-74 por poco más de 300 euros, y luego venderlo en Kiev por 2.500.
Texto- Xavier Colás-Periódico El Mundo-España.