Notimex/Ciudad de México.- Desde Sonora hasta Tabasco y Chiapas, los ríos en el país reportan una plaga de peces plecos, conocidos comúnmente como “diablo”, que conlleva el riesgo de pérdida de ecosistemas acuáticos e incluso de daños a la salud humana.
Catalogada como una especie invasora, la Comisión Nacional para el Estudio de la Biodiversidad (Conabio) advirtió que el Hypostomus plecostomus se multiplica a tal velocidad en el país que ya existe el riesgo de que llegue a la Reserva de la Selva Lacandona.
La subdirectora de Especies Invasoras del organismo, Ana Isabel González, aseveró ante Notimex que hoy México “está completamente invadido de plecos”.
Si bien se trata de peces aparentemente inofensivos, “son como cucarachas acuáticas”, cuyo comportamiento se alteró al salir de su hábitat natural que es la cuenca del Amazonas.
Se cree que cuando la industria del acuarismo descubrió que es un pez con la capacidad de limpiar las peceras, creó granjas para su reproducción y venta.
Sin embargo, algunos habrían sido soltados en la presa El Infiernillo, Michoacán, porque allí se registró su primera aparición y por ello se le bautizó como pez diablo.
Incluso se sospecha que después de la efervescencia que causó la película infantil “Buscando a Nemo”, una gran cantidad de familias liberaron a sus peces en los ríos en México y empezaron a reproducirse.
Explicó que el pleco en el Amazonas se reproduce solo dos veces al año, pues las condiciones para su reproducción son espacios soleados y esa región recibe poca la luz solar, debido a la densidad de árboles.
Caso contrario sucede en México en donde encuentran sol en todo momento, de tal forma que desarrollaron la capacidad de reproducirse durante todo el año, además pueden respirar oxígeno atmosférico, por lo que si se seca el cuerpo de agua se entierran en el lodo y sobreviven hasta seis días.
Al llegar a México, los plecos pasaron de ser solitarios en el Amazonas a completamente sociales con alto éxito reproductivo, lo que le hace competir en cantidad, por los espacios y el alimento, con las especies nativas.
El pez diablo tiene además una especie de armadura ósea externa que les da la capacidad de acumular metales pesados.
“Entonces cuando un río está contaminado, por ejemplo, con agroquímicos, pesticidas y demás, estos peces lo acumulan y no les pasa nada. Son como cucarachas acuáticas”, destacó la especialista.
Alertó en ese sentido de que debido a que ya se están convirtiendo en plaga en algunos lugares, hay comunidades que han decidido incluso industrializarlo para la producción de alimento, sin las precauciones debidamente tomadas de las sustancias que llevan consigo.
Se conoce el caso de Laguna de Términos en el golfo de México, donde ante la invasión de plecos, se empezó a producir chorizo y otro tipo de productos con su carne.
Los problemas de esto es que por la cantidad de placas óseas que tiene este tipo de pez su carne no es muy aprovechable, además “de que hay riesgo de que tenga acumulación de metales pesados dañinos para el ser humano”. También puede ser portador de enfermedades y causar la muerte.
El impacto documentado en Conabio es el impacto a la actividad económica de la pesca, porque los pescadores levantan cada vez más plecos que otras especies.
De acuerdo con el Método de Evaluación Rápida de Invasividad (MERI) para especies exóticas en México de la Conabio, el pez diablo puede disminuir o exterminar las especies nativas o introducidas de importancia económica, dañar redes de pesca, alterar la estabilidad de las riberas aumentando la erosión, y depredar a las crías de otras especies.
Es por ello que el pleco está considerado en una categoría de riesgo “alto” por la Conabio con reporte de invasión o de impactos documentados en varios países.