Agencias/Ciudad de México.- Los altos precios de los alquileres ponen en riesgo de exclusión social casi a la mitad del espectro de población que alquila una vivienda, el peor índice de toda la UE. La amenaza se cierne en menor medida entre quienes pagan una hipoteca, apenas un 18%, pero el alza imparable del euríbor inquieta a muchos más, declaran los hipotecados.
La situación económica en España es paradójica. Por una parte, los datos macroeconómicos son buenos, hay más gente trabajando que nunca antes, la temporada veraniega pinta bien y las previsiones de crecimiento del PIB son halagüeñas. Pero la perspectiva microeconómica es preocupante, especialmente para aquellos que viven en régimen de alquiler.
Según las últimas cifras registradas por Eurostat, en 2022 el 45% de los ciudadanos que alquilaban una vivienda en España se encontraba en riesgo de pobreza o exclusión social.
España tiene el dudoso honor de liderar este aspecto dentro de la Unión Europea. El porcentaje en Malta es del 42,4% y en Rumanía del 37,8%. Después sobresalen Bélgica (37%), Italia (36,3%) y Lituania (34,9%). La media en la UE de este índice se sitúa en el 31,4%. En contraste, Países Bajos registra la menor vulnerabilidad para las personas que viven en régimen de alquiler, con solo un 14,3% en esta situación.
Estadísticamente, en España el riesgo de exclusión social se cifra para rentas inferiores a 9.500 euros al año, rentas que supongan el 60% de la media nacional disponible después de transferencias, o la de aquellas personas que trabajen solo el 20% de su tiempo de trabajo potencial o menos.
Dicho de otro modo, son cifras que cabe entender dentro de una estadística nacional que refleja un alto porcentaje de personas que tienen una renta disponible inferior a 9.500 euros al año. Y estas personas tienen la necesidad de habitar en algún inmueble.
La situación no es nueva para España, donde los niveles de vulnerabilidad de las personas que viven en régimen de alquiler apenas han variado desde 2019. Pero los precios de las viviendas en alquiler han experimentado un aumento del 51,4% en los últimos diez años, un alza que el crecimiento salarial medio (3,4%) no puede paliar.
“Mi sueldo ha mejorado unos 40 euros desde la pandemia, pero el casero me subió en enero la mensualidad 120”, explica a Sputnik Juan F. Martínez, comercial en el departamento de publicidad de una empresa de seguros. En el madrileño barrio de Vicálvaro, donde reside, “ya no encuentras nada potable por menos de 900 euros”, dice, “y eso que estamos bien lejos del centro”. Son cifras difíciles de asumir a menos que se cuente con un salario elevado o se comparta la vivienda con otras personas.
En el centro de Madrid, donde en el barrio de Argüelles los pisos modestos pueden alcanzar los 2.000 euros, no es raro encontrar inquilinos que comparten en parejas viviendas de tres dormitorios.
“Ya durante la pandemia pagábamos 500 euros por la habitación y actualmente pagamos 640”, declara a Sputnik A. De Miguel, de 34 años de edad y que comparte un piso de tres habitaciones en la calle Vallehermoso con otras cuatro personas: su novia, otra pareja y un inquilino más.
“En total pagamos 1.920 euros y aunque trabajamos todos, el único modo de vivir más o menos bien y poder tener algo de dinero sobrante para vivir tu vida y unos pocos ahorros es este, compartiendo piso”, admite.
Es decir, fuera de estos esquemas de vivir en el extrarradio o en pisos compartidos en el centro, la situación es difícil, empezando por los jóvenes. Si las viviendas anteriormente descritas las ocupasen familias con niños, el coste del alquiler puede engullir hasta el 50-60% del sueldo de los progenitores. Y los gastos de las familias son más elevados en comparación a quien no tiene cargas familiares.
En el caso del apartamento donde reside A. De Miguel, la tercera habitación está ocupada individualmente, no por una pareja. “Es un muchacho de 27 años que trabaja en un banco, en ventanilla. Él se puede permitir pagar 640 euros por la habitación, pero antes de él hubo otra persona que no y se tuvo que marchar”, cuenta.
La media en España de población en riesgo de pobreza generalizada, no solo entre los que viven de alquiler, es del 26%. Por regiones, Extremadura (36,9%), Canarias (36,2%) y Andalucía (35,8%) presentan los índices más altos, aunque las ciudades autónomas de Melilla (41,3%) y Ceuta (40,7%) muestran peores datos. En la UE, en 2022 ese riesgo alcanzaba a 95,3 millones de personas, el 22% de su población.
El riesgo de vulnerabilidad atiende a una combinación de motivos. La fuerte inflación del último año y medio es uno de ellos, pues reduce el poder adquisitivo de las familias. Al margen del fuerte incremento de los alquileres, la subida del precio de las viviendas en compra-venta y el alza sostenida del Euríbor, son otras razones de peso. En España, tener una vivienda en propiedad también supone enfrentarse a desafíos económicos.
Pero aun con el incremento de los precios, de los tipos de interés y el costo de las hipotecas, Eurostat constata que solo el 17,8% de las personas que pagan una hipoteca en España está en riesgo de pobreza.
Tal índice ubica al país en el segundo peor lugar de la UE después de Grecia (23,8%). El Banco de España suele aconsejar no contratar préstamos hipotecarios que supongan más de un 30% del sueldo o de los ingresos de la unidad familiar, pero la fuerte subida del Euríbor, el índice al que están referenciadas la mayoría de hipotecas que se suscriben en el país, empieza a desbaratar tal precaución.
“Yo por suerte pago una cuota modesta por mi hipoteca, ya me queda poco, y la última revisión anual, en octubre, me la subió un poco menos de 80 euros”, declara a Sputnik J. Manuel López, vecino del popular barrio de Vallecas, en Madrid, que en un año ha pasado de pagar 282 euros a algo más de 360. “Pero en mi edificio y en el de al lado la situación de la gente es diferente –continúa–, porque conozco el caso de una familia que en enero le subió de golpe la hipoteca más de 200 euros.
“Es gente que se mudó a este edificio hace un par de años y aún tiene muchos plazos que amortizar, igual pagaban antes 500 o 600, pues ahora 200 más”.
El ejemplo que refiere este vecino es, por plazos, el más sangrante, pues aquellos hipotecados a los que les tocó la revisión de sus préstamos durante el otoño de 2022 y el invierno de 2023, se encontraron con la desagradable sorpresa de pasar de un Euríbor negativo (-0,502 en diciembre de 2021, por ejemplo) a uno positivo del +3% o superior justo un año después. Teniendo en cuenta la parte destinada a intereses y el diferencial fijo que cada banco aplica sumado al Euríbor, esto ha supuesto en la práctica unas subidas en la cuota mensual a pagar de hasta el 50% o más, dependiendo de la suma total y plazos a amortizar.
“Es mucho, destroza tu economía y no llegas a fin de mes”, admite J. M. López, que recuerda conversaciones al respecto en el bar donde “ya no tan a menudo” se toma su “cafecito” a las once.
“Medio en serio medio en broma, los clientes le decían al dueño que ya no iban a ir más, que el dinero de sus cafés se lo había tragado el subidón de la hipoteca. Pero esto es lo que vemos, porque seguro que hay familias que ya no les alcanza para ir al dentista o hacerse unas gafas, y en el supermercado ya solo compras lo que hay de oferta. Es duro”, concluye este vecino de Vallecas.