Agencias, Ciudad de México.- Por primera vez en 50 años, la cuestión de cómo será gobernada Siria está totalmente abierta. El fin del régimen de la familia Assad es para muchos sirios un momento tanto de alegría como de temor; de una incógnita total.

La insurgencia que destronó al presidente Bashar Assad tiene sus raíces en combatientes yihadistas islámicos. Su líder dice que ha renunciado a sus previos vínculos con Al Qaeda, y se ha esmerado en proclamar su visión de crear una Siria pluralista gobernada por instituciones civiles, no por dictadores ni ideologías.

Pero incluso si es sincero, no es el único actor. La insurgencia está conformada por múltiples facciones, y el país está dividido entre distintos grupos armados, incluidos los combatientes kurdos respaldados por Estados Unidos que controlan el este. Lo que queda del ejército del antiguo régimen, y sus temidos servicios de seguridad e inteligencia, podrían volver a unirse.

Diversas potencias extranjeras tienen las manos metidas hasta lo profundo del país, y cualquiera de ellas —Estados Unidos, Israel, Rusia, Irán o Turquía— podría convertirse en factor de desestabilización.

La población de Siria —de diferentes etnias y religiones— se ve en un punto que podría desembocar en el caos o en la cohesión. Los musulmanes suníes, los alauitas chiíes, los cristianos y los kurdos étnicos del país se han enfrentado a menudo unos contra otros, ya sea por el gobierno de Assad o por la guerra civil que comenzó hace 14 años.

Las divisiones derivadas del conflicto son profundas, y muchos temen asesinatos por venganza, ya sea contra antiguas figuras del gobierno de Assad o contra comunidades enteras consideradas partidarias del viejo sistema.

La guerra civil desplazó a la mitad de la población siria, que era de 23 millones de personas antes de la guerra. Muchos de quienes huyeron siguen de cerca los acontecimientos para determinar si ha llegado el momento de volver.

En este momento, sólo hay preguntas.

En el breve periodo que siguió a la abrupta caída de Assad, el líder rebelde Ahmad al-Sharaa, antes conocido como Abu Mohammed al-Golani, ha tratado de tranquilizar a los sirios respecto a que el grupo que él dirige —Hayat Tahrir al-Sham, o HTS— no busca dominar al país y continuará con los servicios gubernamentales. Ha hablado de establecer un sistema de gobierno descentralizado.

Los funcionarios del gobierno que permanecieron en Damasco mientras Assad huía —incluido el primer ministro Mohammed Ghazi Jalali— se han reunido con los rebeldes para discutir la transferencia de poder.

La cadena de televisión Al Jazeera informó que el HTS había decidido encargar a Mohammed Al-Bashir, jefe del “gobierno de salvación” que dirige su bastión en el noroeste de Siria, la formación de un gobierno de transición. No hubo confirmación oficial.

Los detalles sobre la forma que adoptará el gobierno han sido escasos.

Es poco probable que los rebeldes esperaran tener que hacerse cargo de todo un país cuando lanzaron su ofensiva contra la ciudad de Alepo hace menos de dos semanas, opinó Qutaiba Idlbi, miembro sénior del Centro Rafik Hariri y de los Programas para Oriente Medio del Atlantic Council, una organización no partidista que promueve el liderazgo y la participación de Estados Unidos en el mundo, junto con aliados y socios, para encontrar soluciones a desafíos globales. La rápida caída de Damasco y la desaparición de la policía y el ejército dejaron desafíos de seguridad, agregó.

El único marco existente para una transición ya no es relevante. La Resolución 2254 del Consejo de Seguridad de la ONU había pedido un proceso político que involucraba tanto al gobierno de Assad como a los grupos de oposición.

“Todos dicen, especialmente los rebeldes sobre el terreno que ‘ese marco ya no es aplicable, porque ya no hay un régimen. No vamos a darle al régimen en política lo que perdió por medios militares’”, dijo Idlbi.

Hasta ahora, los trabajadores del sector público no han atendido los llamados del primer ministro interino para que regresen a su trabajo, lo que ha causado problemas en sitios como aeropuertos, fronteras y en el Ministerio de Asuntos Exteriores, reportó Adam Abdelmoula, coordinador humanitario de la ONU para Siria.

“Creo que tomará un par de días —y muchas garantías por parte de los grupos armados— para que estas personas regresen a trabajar de nuevo”, manifestó. En el caos actual, los trabajadores de la ONU han tenido dificultades para acceder al país, lo cual ha obstaculizado la distribución de ayuda humanitaria, añadió.

Las fuerzas lideradas por los kurdos, aliadas con Estados Unidos, han controlado una zona semiautónoma en el noreste de Siria durante años, donde han sido un actor clave en la lucha contra el grupo Estado Islámico. Aunque ambos grupos se opusieron al gobierno durante la guerra civil, la relación entre los kurdos y los grupos de oposición árabes es tensa.

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El HTS ha hecho esfuerzos por apaciguar las tensiones con los kurdos.

Reintegrar el este probablemente significaría un tipo de concesión a la autonomía kurda.

Pero con eso se corre el riesgo de enfadar a la vecina Turquía, que se opone vehementemente a las facciones kurdas que gobiernan el este de Siria. Los insurgentes respaldados por Turquía y aliados con el HTS ya han aprovechado la oportunidad para expulsar a los kurdos de algunas zonas del territorio, ahn tomado la ciudad norteña de Manbij y se han registrado enfrentamientos en otras áreas.

Aunque hasta ahora la actitud en gran medida benigna de los insurgentes hacia las minorías ha tranquilizado muchas preocupaciones internacionales, según Abdelmoula, “esos enfrentamientos son muy significativos porque la lucha se da principalmente a lo largo de líneas étnicas. Y eso es peligroso”.

Los insurgentes han tratado de tranquilizar a las minorías religiosas de Siria afirmando que no serán objeto de ataques, a pesar del origen musulmán suní fundamentalista del HTS.

Hasta ahora, parece que la paz civil se mantiene. Los insurgentes se han mostrado disciplinados, trabajan para mantener el orden, sin señales de represalias. Los expertos dicen que sólo el tiempo dirá cómo será la Siria post-Assad.

“Todos aún están dispuestos a colaborar realmente, a trabajar de verdad con los demás”, refirió Haid Haid, miembro consultor del programa de Oriente Medio y el Norte de África de Chatham House, un grupo de expertos sin fines de lucro que analiza los principales asuntos internacionales, con sede en Londres. “Ese tipo de atmósfera positiva es crucial, pero puede no durar mucho tiempo”.

Podrían surgir divisiones a medida que se toman decisiones.

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No se puede garantizar que todos los combatientes al interior del HTS respalden la propuesta de Al-Sharaa de crear un sistema pluralista. Afuera del histórico mercado de Hamadiyeh, en Damasco, una docena de combatientes coreaban: “Abajo, abajo el Estado laico”, una señal de que al menos algunos de los insurgentes podrían buscar una línea islamista más dura.

“La oposición no es un movimiento homogéneo”, dijo Burcu Ozcelik, miembro investigador sénior de Seguridad en Oriente Medio del Royal United Services Institute, un grupo de expertos en investigación de defensa, seguridad y asuntos internacionales con sede en Londres.

Hay múltiples grupos armados de oposición, incluidas fuerzas en el sur que son distintas del HTS y de los grupos respaldados por Turquía en el norte. Las fracturas internas dentro del movimiento liderado por el HTS, “que pueden volverse más evidentes en las próximas semanas y meses, pueden conducir a la discordia y amenazar la estabilidad siria”, agregó Ozcelik.

Podría haber presiones para purgar a antiguos miembros de la enorme burocracia estatal de Assad, en especial a aquellos quienes estaban empleados como parte de un vasto Estado de seguridad que incluía informantes y oficiales ampliamente despreciados por hechos de tortura, abusos y corrupción.

Los insurgentes y muchos en el público no quieren que vuelvan. Pero una purga puede provocar una reacción desestabilizadora, como cuando los administradores estadounidenses desmantelaron el ejército de Irak después de la caída de Saddam Hussein en 2003, lo que alimentó una insurgencia suní.

La población alauita de Siria se siente particularmente vulnerable. Assad y su familia eran alauitas —una rama del islam chií— y muchos entre los insurgentes suníes consideran a la comunidad como leal a él.

El costo de apoyar al Gobierno sirio supuso una fuente de creciente frustración pública en Irán. En 2020, Heshmatola Falahatpishe, expresidente de la Comisión de Seguridad Nacional y Política Exterior del Parlamento iraní, reveló en una entrevista a un periódico que Irán habría gastado unos 30,000 millones de dólares para mantener a Al Asad en el poder.

Este apoyo de Irán, así como de Rusia, permitió a Al Asad ganar la partida en la guerra civil de Siria, durante la cual reprimió brutalmente a la oposición. Al Asad está acusado de crímenes de guerra, incluidos ataques indiscriminados contra civiles.

Las dificultades económicas en Irán han alimentado el resentimiento entre la población. Muchos iraníes se preguntan por qué su Gobierno prioriza el gasto extranjero por encima del nacional, por ejemplo, en la construcción de escuelas y hospitales en regiones empobrecidas como Sistán y Baluchistán.

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El primer ministro sirio dice que el gobierno sigue funcionando pero se avecinan desafíos

El primer ministro de Siria dijo que la mayoría de los ministros del gabinete aún trabajan desde oficinas en Damasco después de que los rebeldes entraron en la capital durante el fin de semana y derrocaron al presidente, Bashar Assad. Grupos de refugiados cruzaron desde países vecinos, con la esperanza de un futuro más pacífico.

Pero ya había indicios de las dificultades que esperaban a la alianza rebelde que ahora controla gran parte del país, liderada por un exmiliciano de Al Qaeda que rompió lazos con el grupo extremista hace años y ha prometido un gobierno representativo y tolerancia religiosa. El mando rebelde dijo que no dirían a las mujeres cómo vestirse.

Israel atacó lugares sospechosos de contener armas químicas y cohetes de largo alcance en Siria para evitar que caigan en manos de actores hostiles. Israel también se apoderó temporalmente de una zona de separación dentro de Siria tras la retirada de las tropas sirias.

En el norte de Siria, Turquía dijo que las fuerzas de oposición aliadas arrebataron la ciudad de Manbij a las fuerzas lideradas por kurdos respaldadas por Estados Unidos, un recordatorio de que incluso después de la partida de Assad a Rusia, el país sigue dividido entre grupos armados que han luchado en el pasado.

El Kremlin anunció que Rusia ha concedido asilo político al expresidente sirio. El presidente ruso, Vladímir Putin, tomó personalmente la decisión de ofrecer asilo a Assad, informó a los periodistas el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov. Peskov no quiso dar detalles sobre el paradero específico de Assad, y dijo que Putin no planeaba reunirse con él.

Damasco estaba tranquila y la vida volvía lentamente a la normalidad, aunque la mayoría de las tiendas e instituciones públicas seguían cerradas. Algunas personas todavía celebraban en las plazas públicas. El tráfico civil se reanudó, pero no había transporte público, de modo que algunos hacían autostop. Se formaron largas filas frente a panaderías y otras tiendas de alimentos.

No había un gran despliegue de seguridad, y los reporteros de Associated Press vieron algunas camionetas al lado de un bulevar principal que parecían haber sido forzadas, con las ventanas rotas y las puertas abiertas.

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En algunas áreas había pequeños grupos de hombres armados estacionados en las calles. Un video que circulaba en línea mostraba a un hombre con uniforme militar sosteniendo un rifle intentando tranquilizar a los residentes del barrio de Mezzeh en Damasco asegurando que no serían lastimados.

“No tenemos nada en contra de ustedes, ni alauíes, ni cristianos, ni chiíes, ni drusos, pero todos deben comportarse bien, y nadie debe intentar atacarnos”, dijo el hombre armado.

El primer ministro, Mohammed Ghazi Jalali, quien permaneció en su cargo después de que Assad y la mayoría de sus principales funcionarios desaparecieran durante el fin de semana, ha intentado transmitir un mensaje de normalidad.

“Estamos trabajando para que el período de transición sea rápido y sin problemas”, dijo a Sky News Arabia TV, diciendo que la situación de seguridad ya había mejorado desde el día anterior, cuando multitudes entusiastas se reunieron en plazas públicas y disparos de celebración resonaron en la capital.

Dijo que el gobierno se estaba coordinando con los insurgentes y que estaba listo para reunirse con el líder rebelde Ahmad al Sharaa, anteriormente conocido como Abu Mohammed al Golani, quien hizo una aparición triunfal en una famosa mezquita de Damasco.

Los sirios que hace solo unos días trabajaban en todos los niveles de la burocracia en el gobierno de Assad se adaptaban ahora a la nueva realidad.

En el tribunal de Justicia en Damasco, que fue asaltado por los rebeldes para liberar a los detenidos, Khitam Haddad, juez y ayudante del ministro de Justicia en el gobierno saliente, dijo que los jueces estaban listos para reanudar el trabajo rápidamente.

“Queremos dar a todos sus derechos. No queremos que sus derechos se pierdan”, dijo Haddad a AP ante el tribunal. “Queremos construir una nueva Siria y mantener el trabajo pero con nuevos métodos”.

Mientras tanto, los rebeldes dijeron que garantizarían las libertades personales y que no impondrían el vestido islámico a las mujeres. “Está estrictamente prohibido interferir con el vestido de las mujeres o imponer cualquier exigencia relacionada con su ropa o apariencia, incluidas exigencias de modestia”, dijo el Comando General en un comunicado en redes sociales.

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Por su parte, un grupo opositor que monitorea la guerra dijo que un destacado colaborador del hermano de Assad, Maher, fue encontrado muerto en su oficina cerca de Damasco. Un video que circuló en redes sociales supuestamente mostraba al general de división Ali Mahmoud cubierto de sangre y con la ropa quemada. El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, con sede en Reino Unido, dijo que no estaba claro si fue asesinado o murió por suicidio.

Maher Assad, cuyo paradero se desconoce, lideró la Cuarta División Blindada del ejército, que jugó un papel importante en la guerra civil que estalló en 2011, después de que un levantamiento popular contra Assad llevara a una represión violenta de la disidencia y a la aparición de una insurgencia.

Los israelíes han recibido de buen grado la caída de Assad, quien fue un aliado clave de Irán y del grupo político y militar libanés Hezbollah, aunque expresaban su preocupación sobre lo que vendría después. Israel afirmó que sus fuerzas se apoderaron temporalmente de una zona de separación dentro de Siria que data de un acuerdo de 1974 después de que las tropas sirias se retiraran en el caos.

“El único interés que tenemos es la seguridad de Israel y sus ciudadanos”, dijo Gideon Saar a los periodistas. “Por eso atacamos sistemas de armas estratégicas, como, por ejemplo, las armas químicas restantes, o misiles y cohetes de largo alcance, para que no caigan en manos de extremistas”.

Saar no proporcionó detalles sobre cuándo o dónde tuvieron lugar los ataques. Un periodista de Associated Press en Damasco informó sobre ataques aéreos en el área del aeropuerto militar de Mezzeh, al suroeste de la capital. Se escucharon también ataques en la capital.

Israel ha realizado cientos de ataques aéreos en Siria en los últimos años, contra lo que dice son sitios militares relacionados con Irán y Hezbollah. Los funcionarios israelíes no suelen hacer comentarios sobre ataques concretos.

Siria acordó renunciar a su arsenal de armas químicas en 2013, después de que el gobierno fue acusado de lanzar un ataque cerca de Damasco que mató a cientos de personas. Pero se cree que ha conservado algunas de las armas y fue acusado de usarlas de nuevo en años posteriores.

Autoridades en Turquía, que es el principal partidario de la oposición siria a Assad, dijeron que sus aliados habían tomado el control completo de la ciudad siria norteña de Manbij de manos de una fuerza respaldada por Estados Unidos y liderada por kurdos conocida como las Fuerzas Democráticas Sirias, o SDF.

Las SDF dijeron que un dron turco atacó en el pueblo de Al Mistriha en el este de Siria, y mató a 12 civiles, incluidos seis niños.

Turquía ve a las SDF, compuestas principalmente por una milicia kurda siria, como una extensión del ilegalizado Partido de los Trabajadores del Kurdistán, o PKK, que ha librado una insurgencia durante décadas en Turquía. Las SDF también han sido un aliadas clave de Estados Unidos en la guerra contra el grupo Estado Islámico.

El ministro de Relaciones Exteriores de Turquía, Hakan Fidan, expresó su esperanza de una nueva era en Siria en la que los grupos étnicos y religiosos puedan vivir pacíficamente bajo un gobierno inclusivo. Pero advirtió que no se permitiera que el grupo Estado Islámico o los combatientes kurdos aprovechen la situación, y dijo que Turquía evitará que Siria se convierta en un “refugio para el terrorismo”.

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La caída de Bashar al Asad es un golpe humillante para Rusia

Hace casi exactamente siete años, el presidente Vladímir Putin se plantó junto a las tropas rusas en su base aérea de Siria y declaró con orgullo la victoria sobre los “terroristas” en ese país. La declaración se produjo en el marco de la intervención militar que el Kremlin llevó a cabo para apuntalar al gobierno de Bashar Assad en medio de una guerra civil.

Este fin de semana, esos logros duramente ganados parecían un recuerdo lejano. Assad huyó apresuradamente a Moscú mientras su poder se desmoronaba durante una ofensiva relámpago de los rebeldes que sus principales aliados internacionales, Rusia e Irán, no pudieron contener.

El fracaso del Kremlin para prevenir la rápida caída de Assad ha expuesto los límites del poder de Rusia y ha dañado su influencia internacional en una etapa crucial de su guerra en Ucrania.

A continuación, un vistazo a la participación de Rusia en Siria y las posibles consecuencias de la caída de Assad para Moscú:

La Unión Soviética fue un aliado de larga data del padre de Assad, Hafez Assad, quien gobernó el país durante casi 30 años, y proporcionó asesores militares y ayuda.

Después de que una sublevación en 2011 contra el gobierno de Bashar Assad se transformara en una guerra civil, Rusia continuó siendo un respaldo clave para Damasco, ofreciendo apoyo político en las Naciones Unidas. Cuando el gobierno de Assad estuvo cerca del colapso tras una serie de derrotas en el campo de batalla en 2015, Rusia se unió a Irán para intervenir militarmente.

Rusia desplegó aviones de guerra en la base aérea de Hemeimeem en la provincia costera de Latakia de Siria, entregando miles de toneladas de equipo militar y suministros en una operación denominada “Syrian Express”. El 30 de septiembre de 2015, Moscú lanzó su campaña aérea.

Rusia mantuvo solo unos 50 aviones de guerra en Hemeimeem, pero operaron a un ritmo frenético, cada uno realizando varios vuelos diarios. La mayoría del personal de la fuerza aérea rusa fue rotado a través de la base, dándoles experiencia en combate.

Al mismo tiempo, Moscú expandió y mejoró su base naval en Tartus, el único puesto de este tipo fuera de la antigua URSS. Desplegó fuerzas de operaciones especiales para misiones críticas en tierra y envió cientos de asesores militares para entrenar a las tropas sirias y dirigir sus operaciones. Mercenarios del grupo militar contratista Wagner de Yevgeny Prigozhin también se unieron a la batalla.

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La intervención militar permitió a Assad recuperar el control de la mayor parte de Siria, convirtiendo al Kremlin en un importante intermediario de poder en Oriente Medio y aumentando el prestigio de Rusia. La visita triunfal de Putin a Hemeimeem el 11 de diciembre de 2017, ocurrió una semana después de que Rusia declarara la victoria sobre el grupo Estado Islámico en Siria y poco después de que anunciara su candidatura para la reelección en 2018.

Fue la primera operación militar de Rusia fuera de la antigua Unión Soviética desde el colapso de la URSS en 1991 y le dio a Moscú la oportunidad de probar sus armas más avanzadas en combate. Ese éxito militar envalentonó a Putin y fue un factor clave que contribuyó a su decisión de invadir Ucrania en 2022.

Después de ayudar a Assad a recuperar el control sobre la mayor parte de Siria, Rusia lo instó a participar en conversaciones con grupos de oposición moderados. Animado por las derrotas de la oposición, sin embargo, Assad se resistió firmemente a cualquier iniciativa dirigida a la reconciliación nacional.

“Tratando de minimizar sus costos en Siria, Rusia se ha centrado cada vez más en mantener el inestable e ineficiente statu quo, preservando el régimen desmoronado y deslegitimado de Assad sin perspectivas”, dijo Ruslan Pukhov, un experto militar con sede en Moscú, en un análisis.

Durante los contactos recientes entre funcionarios sirios y turcos que Moscú ayudó a intermediar este año, el gobierno de Assad mostró poco interés en compromisos, una intransigencia que allanó el camino para la ofensiva de los grupos de oposición respaldados por Turquía que expulsaron a Assad.

Las dificultades económicas de Siria, exacerbadas por sanciones internacionales aislantes, debilitaron al país y a su ejército. El desmoralizado ejército sirio se desmoronó rápidamente bajo la fuerza de la ofensiva de la oposición, un rápido colapso que Teherán y Moscú no pudieron evitar con los pequeños contingentes que tenían en Siria.

Rusia dedicó la mayor parte de sus activos a la guerra en Ucrania, mientras que Irán, debilitado por sanciones internacionales y enfrascado en un tenso enfrentamiento con Israel, también carecía de recursos para ayudar a Assad.

Alexander Dugin, un ideólogo vinculado a algunos círculos belicistas del Kremlin, calificó la caída de Assad como un golpe doloroso para Rusia.

“El régimen de Assad que apoyamos con enormes esfuerzos colapsó en solo unos días. Es muy triste”, comentó Dugin.

Con la caída de Assad, el futuro de las bases rusas en Siria, su único punto de apoyo militar fuera de la antigua Unión Soviética, está en cuestión.

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El número de aviones de guerra rusos en la base aérea de Hemeimeem ha disminuido de varias docenas a solo unos pocos, aunque sigue siendo un punto logístico clave. Los aviones de carga militar rusos que transportan contratistas privados y suministros a África la utilizaban para repostar, y su pérdida plantearía problemas logísticos para las operaciones allí.

“La importancia de Siria para las operaciones de Rusia en África ha sido invaluable”, indicó Nikolai Sukhov, un experto en Medio Oriente con sede en Moscú, en comentarios televisados.

La base naval de Tartus es utilizada por los buques de guerra rusos para mantenimiento, repostaje y reabastecimiento de suministros en sus desplazamientos al Mediterráneo. Mientras las fuerzas de oposición que eventualmente expulsaron a Assad barrieron Siria a finales de noviembre, la marina y la fuerza aérea rusas realizaron ejercicios en el Mediterráneo oriental, con Tartus como su centro operativo.

Incluso mientras Putin otorgaba asilo a Assad y su familia en Rusia, Moscú se acercó a las nuevas autoridades sirias para tratar de asegurar la seguridad de sus bases y extender su estancia. Una bandera de la oposición fue izada rápidamente en la Embajada de Siria en Moscú.

Cuando se le preguntó sobre las bases, el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, dijo que sería un tema para futuras discusiones con las nuevas autoridades.

“Por ahora, estamos presenciando un período de transformación e inestabilidad extrema, por lo que obviamente llevará tiempo y requerirá una conversación seria con aquellos que tendrán poder”, dijo.

Se informa que los nuevos líderes de Siria prometieron no atacar las instalaciones militares rusas.

Bronwen Maddox, directora y directora ejecutiva de Chatham House, señaló en un comentario que “cualquier gobierno que surja en Damasco se espera, por el momento, que respete el acuerdo que Assad firmó otorgando a Rusia el uso de una base militar en la costa siria”.

Pero agregó que este “activo importante es vulnerable” y que eso arriesga la influencia regional de Rusia.

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La rápida caída de Assad asestó un golpe duro a Putin en un momento en que se está preparando para un nuevo gobierno de Estados Unidos y lo que eso significa para la guerra en Ucrania. El presidente electo Donald Trump se ha comprometido a negociar un fin al conflicto.

Muchos observadores señalan que la humillante pérdida del único aliado de Rusia en Oriente Medio ha dañado el prestigio del Kremlin en el escenario global y podría debilitar la posición de Putin en cualquier negociación sobre Ucrania.

“La cuestión clave es cómo Moscú intentará ahora adaptarse a las nuevas realidades y si tendrá suficiente flexibilidad para tratar con los nuevos amos de Siria, que parecen estar interesados en evitar conflictos con Moscú por ahora”, escribió Tatiana Stanovaya del Centro Carnegie Rusia Eurasia en un comentario.

También existe la posibilidad de que Putin adopte una postura aún más intransigente en las negociaciones para evitar parecer débil.

“La caída de Assad también ha sacudido a Putin, haciéndolo menos inclinado a demostrar flexibilidad con Ucrania”, agregó Stanovaya. “La guerra en Ucrania ha, hasta cierto punto, le ha costado a él Siria, lo que refuerza su falta de voluntad para comprometerse”.

Muchos analistas creen que es poco probable que Irán cambie mientras el líder supremo Alí Jamenei permanezca en el poder. Erfan Sabati, investigador en Londres, explica a DW que el estado actual de Irán es comparable al de Alemania del Este en los meses anteriores a la caída del Muro de Berlín.

Sabati afirma que los regímenes autoritarios a menudo parecen inquebrantables hasta que, de repente, se derrumban bajo el peso de la disidencia pública y las presiones externas. Las recientes oleadas de protestas en Irán, incluido el movimiento “Mujer, Vida, Libertad”, han demostrado una creciente desconexión entre el Gobierno iraní y la población civil. Queda por ver si el liderazgo de Irán puede adaptarse a los desafíos internos y externos, o si seguirá aferrado a su estrategia actual.

Reza Alijani, activista político iraní en París, explica que la caída de Al Asad permite establecer paralelismos entre los regímenes opresivos de Damasco y Teherán. Según él, las declaraciones de las fuerzas de oposición en Siria parecen querer garantizar un Gobierno inclusivo, por lo que harán esfuerzos para evitar el caos y podrían servir como modelos potenciales para el futuro de Irán, si la República Islámica colapsara un día.

Sin embargo, Alijani reconoce los desafíos de la transición de la dictadura a la democracia en sociedades marcadas por décadas de gobierno autoritario.

Saeed Peyvandi, sociólogo iraní en París, sostiene, por su parte, que el colapso del régimen de Al Asad expondría la erosión del “contrato social” entre el Estado iraní y sus ciudadanos.

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