Redacción InsurgentePress/Ciudad de México.- Sicarios tiraron al menos 11 cuerpos petrificados de hombres hasta ahora desconocidos en varios puntos de Culiacán en medio de una sangrienta batalla que libran dos facciones del cártel de Sinaloa.

Transcurrieron alrededor de 61 días de violencia de la que nadie sabe si tendrá algún día fin en medio de la sombra de la sospecha que ha cubierto al Gobernador Rubén Rocha Moya, emanado del partido oficialista Movimiento Regeneración Nacional (MORENA) de servir a una de las pandillas que ha regado con sangre la tierra de Sinaloa.

Este miércoles, las autoridads hallaron pedazos de brazos, piernas, tórax con las tripas de fuera de siete hombres acompañados de un hacha y narcomensaje en una lateral de la carretera Culiacán-Mazatlán, las principales regiones de Sinaloa.

Los verdugos abanadonaron apilados los restos humanos a la altura del kilómetro 122 de la Maxipista, al sur de Culiacán, cerca de la localidad Laguna de Canachi, de la sindicatura de Baila, Sinaloa.

Sinaloa, actualmente es un territorio en el que solo existen dos poderosos bandos del narcotráfico: ‘Los Chapitos’ y ‘El Mayito Flaco’ antes unidos por el compadrazgo de sus padres, Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán e Ismael ‘El Mayo’ Zambada, que encumbraron a niveles insospechados el comercio de la droga, hoy convertidos en enemigos irreconciliables.

Gerardo Mérida secretario de Seguridad Pública estatal admitió que la forma en que hallaron los restos humanos desconocían la cifra exacta de víctimas.

Esto, dijo, corresponderá a peritos de la Fiscalía General del Estado (FGE) determinar la cifra de víctimas.

Paralelamente, sicarios abandonaron otros dos cadáveres a la altura del poblado de Carrizalejo, y otro más en un puente de la vía Culiacán-Eldorado, en el acceso a la sindicatura de Costa Rica, Sinaloa.

Sinaloa se ha convertido en un territorio frío y oscuro en el que nadie parece estar a salvo ni el propio gobernador Rocha Moya rodeado de decenas de guaruras y militares con millares de balas amartilladas en armas de alto poder.

En medio de eso los sicarios de ‘Los Chapitos’ y pistoleros de ‘Mayito Flaco’ traen la orden de matar a sus rivales y saquear inmuebles en casos de ser necesario. Son hombres que obedecen sin preguntar.

El pasado 25 de julio, en un confuso operativo las autoridades estadounidenses capturaron a Ismael ‘El Mayo’ Zambada García, junto a Joaquín Guzmán López, uno de ‘Los Chapitos’ en un aeropuerto de El Paso, Texas.

El Gobierno mexicano no participó en el operativo y se enteró con los hechos consumados.

Después de la sorpresa inicial, circuló el rumor convertido en verdad urbana, sobre una traición de Guzmán López en complicidad con el gobernador Rocha Moya, hacia ‘El Mayo’ Zambada.

El pasado 10 de agosto, Ismael “El Mayo” Zambada reveló en una carta difundida a través de su abogado que el día de su arresto había sido citado a una reunión con el Gobernador emanado del partido oficialista MORENA, Rocha Moya y el ex rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS) Héctor Melesio Cuén Ojeda, el pasado 25 de julio.

En la carta escrita en primera persona ‘El Mayo’ Zambada, narró los hechos registrados en Sinaloa antes de ser entregado a las autoridades estadounidenses en El Paso, Texas.

En la carta ‘El Mayo’ Zambada aseguró que habría sido secuestro tras acudir a una reunión en la que supuestamente acuduría el gobernador Rocha Moya y Cuen Ojeda exalcalde de Culiacán y exrector de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS).

‘El Mayo’ relató que fue invitado a la reunión por Joaquín Guzmán López “para ayudar a resolver las diferencias entre los líderes políticos de nuestro estado”, dado que existía una disputa entre el gobernador Rocha Moya y Cuen Ojeda, sobre quién dirigiría la UAS.

De acuerdo a ‘El Mayo’ la reunión se llevaría a cabo en el rancho y centro de eventos Huertos del Pedregal, ubicado a las afueras de Culiacán.

Zambada describió que en el lugar había hombres armados vestidos de verde. Y él llegó acompañado por cuatro integrantes de su cuerpo de seguridad.

‘El Mayo’ reveló que ese día vio con vida a Cuén Ojeda, diputado federal electo que posteriormente fue asesinado en Culiacán, Sinaloa.

“Me pidieron que asistiera a una reunión para ayudar a resolver diferencias entre los líderes políticos en nuestro estado. Estaba al tanto de una disputa en curso entre Rubén Rocha Moya, el Gobernador de Sinaloa, y Héctor Melesio Cuén Ojeda, el ex congresista federal, Alcalde de Culiacán y Rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), sobre quién debería liderar esa institución.

“Me dijeron que, además de Héctor Cuén y el Gobernador Rocha Moya, también estaría presente Iván Guzmán Salazar”, señaló “El Mayo”, según un documento compartido en X por Alan Feuer, periodista del NYT.

Zambada García, contó que ese día, arribó antes de las 11:00 horas a un rancho y centro de eventos llamado Huertos del Pedregal, a las afueras de Culiacán.

Añadió que llegó con un comandante de la Policía Judicial de Sinaloa, a quien identificó como José Rosario Heras López, que sigue en calidad de desaparecido hasta la fecha.

“Vi un gran número de hombres armados vestidos con uniformes militares verdes que supuse eran pistoleros de Joaquín Guzmán y sus hermanos. Estaba acompañado por cuatro miembros de mi equipo de seguridad, de los cuales dos se quedaron afuera del perímetro.

“Los dos que entraron conmigo fueron José Rosario Heras López, Comandante en la Policía Judicial del Estado de Sinaloa, y Rodolfo Chaidez, un miembro de mi equipo de seguridad desde hace mucho tiempo”, dijo.

Pero tan pronto como lo vio llegar, Joaquín Guzmán le dijo que lo siguiera, pues estaba confiado de quiénes asistirían al encuentro. Pero todo sirvió para secuestralo.

“Mientras caminaba hacia el área de la reunión, vi a Héctor Cuén y a uno de sus asistentes. Los saludé brevemente antes de entrar a una habitación que tenía una mesa llena de frutas.

“Vi a Joaquín Guzmán López, a quien conozco desde que era un joven, y me hizo una seña para que lo siguiera. Confié en la naturaleza de la reunión y las personas involucradas, así que lo seguí sin dudarlo.

“Me llevaron a otra habitación que estaba oscura. Tan pronto como entré en esa habitación, fui emboscado. Un grupo de hombres me asaltó, me golpeó en el suelo y me colocó una capucha de color oscuro sobre mi cabeza.

“Me ataron y esposaron, y luego me obligaron a subir a una camioneta. Durante todo este trayecto, fui sometido a abuso físico, lo que resultó en lesiones significativas en mi espalda, rodilla y muñecas”, reprochó.

Pasados entre 20 o 25 minutos, agregó, ya estaba en una pista de aterrizaje y de ahí fue transportado a Estados Unidos en aeronave desconocida, donde solo iban él, el piloto y el hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán.

“Joaquín me quitó la capucha de la cabeza y me ató con ligaduras de plástico al asiento. No había nadie más a bordo del avión excepto Joaquín, el piloto y yo.

“El vuelo duró alrededor de 2 horas y media a 3 horas, sin paradas hasta que llegamos a El Paso, Texas. Fue allí en la pista donde los agentes federales de los Estados Unidos tomaron custodia de mí”, relató.

Cuén Ojeda, aseguró Zambada García, fue asesinado ese mismo día después de verlo y no por la noche en un aparente intento de robo, como declararon autoridades de Sinaloa.

El líder del Cártel de Sinaloa dijo que nunca cooperó con el Gobierno de Estados Unidos y había sido trasladado contra su voluntad.

A partir de esa fecha creció la incertidumbre entre la población sobre un estallido de violencia, que finalmente ocurrió el pasado 9 de septiembre.

Desde entonces, el miedo ha permeado entre los habitantes que han visto la secuencia de los tiroteos día tras día y noche tras noche en medio del vacío gubernamental.

El olor a pólvora, reguero de casquilos percutidos y hombres ejecutados rodean por doquier cada rincón de las calles de Sinaloa.

Las pandillas del narcotráfico están allí y reclaman venganza derivado de las traiciones del poder en turno hacia uno de los históricos capos de la región: Ismael ‘El Mayo’ Zambada.

Los habitantes no han podido apartar el miedo y optaron por permanecer callados y modificar sus hábitos cotidianos en las calles. Cualquier ruido o sombra extraña les recuerda el peligro bajo el que viven.

La disputa entre ‘Los Chapitos’ y ‘Los Mayos’ antes socios hoy enemigos irreconciliables ha desatado una cacería que prevé no dejar carne viva entre ellos.

En los últimos 1 días oficialmente han sido contabilizados más de 400 cadaveres y más dos tres centenas de desaparecidos de manera forzada en Culiacán y Eldorado, Sinaloa. Y otros que no forman parte de las estadísticas de gobierno han muerto con los pertrechos de ‘guerra’ puestos en varios puntos de Sinaloa.

Los intercambios de fuego entre los sicarios de “Los Chapitos”, como se le conoce a los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán, contra los pistoleros de “Mayito Flaco”, hijo de Ismael ‘El Mayo’ Zambada, llevan dedicatorias de balas con destino al infierno.

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