Texto Periódico El Mundo/Madrid.- El ataque a dos petroleros en el Golfo de Omán, huérfano aún de autoría, ha dejado hoy a uno de los barcos a la deriva, devorado por las llamas y con una densa columna de humo elevándose desde su malherido esqueleto.

El sabotaje, el segundo acaecido en un mes en una zona clave para el transporte global de petróleo, ha disparado los precios del crudo y ha recrudecido el temor de un conflicto militar entre Estados Unidos, sus aliados en el Golfo Pérsico e Irán, tras semanas de tensión.

A última hora de este jueves, el secretario de Estado estadounidense Mike Pompeo ha responsabilizado a Irán del “flagrante asalto”.

“Esta conclusión se basa en la inteligencia, las armas empleadas, el nivel de experiencia necesario para ejecutar la operación, los recientes ataques iraníes contra otros barcos, y el hecho de que no exista ningún grupo ‘proxy’ operando en la zona que disponga de los recursos y la capacidad para actuar con semejante grado de sofisticación”, ha señalado en rueda de prensa.

“Las fuerzas navales estadounidenses en la región recibieron dos llamadas de socorro a las 06:12 AM hora local y una segunda a las 07.00 AM (22:00 y 23:00 horas del centro de México)”, informaba Joshua Frey, portavoz de la Quinta Flota de la Armada estadounidense.

Desde su base en Bahrein, el contingente vigila el estratégico estrecho de Ormuz, la vía por la que transita el 40% del total de petróleo transportado por mar en el planeta.

Las dos embarcaciones alcanzadas son el MT Front Altair, con bandera de las Islas Marshall y propiedad noruega, y el Kokuka Courageous, de Panamá y dueño japonés.

A diferencia del sabotaje ocurrido el 12 de mayo, en el que los daños ocasionados en el armazón de los cuatro petroleros afectados por minas marinas fueron limitados, el parte en esta ocasión resultaba más serio.

Las imágenes difundidas por la televisión estatal iraní horas después de sufrir tres explosiones mostraban el fuego extendiéndose por la cubierta del Front Altair.

Su tripulación -formada por 23 personas, entre ellas, 11 rusos, un georgiano y 11 filipinos- ha sido rescatada y llevada al puerto iraní de Jask. Su propietario, la empresa noruega Frontline, ha negado que el buque hubiese naufragado, descartando una información previa difundida por la agencia de noticias estatal iraní IRNA.

El Front Altair transportaba 75.000 toneladas de nafta, un compuesto líquido de hidrocarburos derivados de la refinación del petróleo, que habían sido cargados en el puerto emiratí de Ruwais y se dirigían a Taiwán.

La segunda víctima de la arremetida, el Kokuka Courageous, había partido del puerto saudí de Al Jubail en dirección a Singapur con 27.000 toneladas de metanol.

Su tripulación, compuesta por 21 empleados de nacionalidad filipina, ha abandonado el buque después de sufrir un segundo ataque tres horas después de la primera explosión. Ha sido rescatada por un navío cercano. “La carga de metanol está intacta”, ha asegurado el dueño del petrolero, Bernhard Shulte.

La embarcación ha sufrido desperfectos en el costado de estribor y uno de los trabajadores a bordo ha sido atendido por heridas leves.

Según Teherán, ambas tripulaciones han sido rescatadas por la Marina iraní, una información tildada de “falsa” por Washington, que asegura haber rescatado a 21 marineros de una de las dos embarcaciones, que Irán aseguró anteriormente que había salvado. EEUU ha desplazado hasta la zona el USS Bainbridge, un destructor con misiles guiados, para auxiliar a las dos embarcaciones.

Por el momento nadie ha reivindicado la responsabilidad sobre unos ataques que, ocurridos a las puertas del estrecho de Ormuz, parecían seguir el patrón del sabotaje de cuatro petroleros registrado el mes pasado frente a las costas del emirato de Fujairah. Un ataque previo que aún proyecta interrogantes, entre ellos su autoría.

Hace una semana Emiratos Árabes Unidos presentó ante el Consejo de Seguridad de la ONU un informe preliminar en el que alegaba que la sofisticación y coordinación de la operación sólo podían ser obra de “un actor estatal” pero evitó culpar a Irán, como sí hizo el asesor de Seguridad Nacional estadounidense John Bolton.

Durante toda la jornada, las especulaciones han campado a sus anchas con el grupo rebelde chií de los hutíes como otro de los protagonistas de las sospechas. Además del ataque ocurrido hace un mes, el martes al menos 26 personas resultaron heridas en un atentado con misiles contra el aeropuerto internacional saudí de Abha, cercano a la frontera con Yemen, en una agresión reivindicada por el movimiento hutí.

“Esta cadena de incidentes previos implicó a fuerzas iraníes y, si bien se halla aún en el marco de una escalada controlada, el riesgo de que un error de cálculo pueda provocar una crisis mayor es una preocupación cierta en estos momentos”, declara a El Mundo el analista Lewis Tallon, editor de ‘Encyclopedia Geopolitica’.

A la vista de los derroteros que toma la crisis, el secretario general de la ONU António Guterres ha alertado del inasumible coste de una escalada.

“Si hay algo que el mundo no puede permitirse es una gran confrontación en el Golfo”, ha declarado el portugués tras reclamar que “sean aclaradas las responsabilidades”. El Consejo de Seguridad de la ONU se ha reunido de urgencia para tratar el incidente.

La República Islámica se ha apresurado a negar cualquier conexión con el ataque y ha mostrado públicamente los recelos entorno a la coyuntura del sabotaje, marcada por la visita del primer ministro nipón Shinzo Abe a Teherán y su tentativa de mediación en el rifirrafe con Washington.

Los dos barcos alcanzados transportaban carga relacionada con Japón. “Los ataques contra petroleros vinculados con Japón sucedieron mientras Abe se reunía con el ayatolá Ali Jamenei en unas conversaciones amplias y amigables. Sospechoso”, ha deslizado el ministro de Asuntos Exteriores iraní, Mohammad Javad Zarif, desde su cuenta de Twitter. Durante su periplo, el ‘premier’ nipón había negociado con las autoridades iraní reanudar la compra de crudo, en suspenso desde mayo.

El ambiente pre bélico que desde hace un mes recorre la región tuvo efectos inmediatos en parqués y despachos de todo el planeta.

Dos empresas, DHT Holdings y Heidmar, han anunciado que suspendían las reservas de sus petroleros para operar en la zona.

El precio del crudo ha registrado subidas de más del cuatro por ciento en las principales bolsas después de que trascendieran los detalles del ataque. Los mercados bursátiles regionales también han acusado las noticias.

El saudí perdió un 1,5% mientras que las bolsas de Omán y Dubai registraban bajadas que rondaron el 1%. “Si las aguas se vuelven inseguras, el suministro de todo el mundo occidental podría estar en riesgo”, advierte Paolo d’Amico, jefe de la Asociación de propietarios de petroleros independientes.

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