Agencias/Ciudad de México.- En la Franja de Gaza no hay casi empleos ni electricidad ni recursos naturales. Pero después de cuatro intensas guerras contra Israel, lo que sí tiene en abundancia son escombros, por lo que comerciantes locales están hallando maneras reciclarlos para hacer algo de dinero.

En este territorio donde hay una crónica escasez de materiales de construcción, está floreciendo una incipiente industria del reciclaje, ofreciendo ingresos a una reducida minoría pero despertando denuncias de que los ladrillos, trozos de concreto y desechos son insalubres y peligrosos.

“Es un negocio lucrativo”, expresó Naji Sarhan, viceministro de vivienda en el gobierno local, controlado por el grupo Hamas. El desafío, apuntó, es regular el reciclaje para que los materiales puedan ser usados en la construcción.

“Estamos tratando de controlar y corregir el uso indebido de estos materiales”, añadió.

Israel y Hamas han librado cuatro guerras desde que el grupo radical islamista, que se opone a la existencia de Israel, tomó el control de Gaza por la fuerza en el 2007. La más reciente fue en mayo del año pasado. En los enfrentamientos, ataques aéreos israelíes han dañado o totalmente destruido miles de edificios.

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) asevera que ha trabajado con el sector privado para despejar unas 2,5 millones de toneladas métricas de escombros resultantes de las guerras en 2009, 2012 y 2014. El ministerio de vivienda de Gaza afirma que la guerra de mayo del año pasado dejó otras 270.000 toneladas de escombros.

El PNUD ha ayudado a despejar escombros de Gaza desde que Israel retiró sus fuerzas de ese territorio en el 2005. También ha ayudado en la labor de despeje más reciente, quitando unas 110.000 toneladas, es decir más de una tercera parte de los desechos.

Entre las ruinas estaban las del edificio Al-Jawhara, una torre en el centro de Ciudad Gaza que quedó tan destruido que los palestinos lo declararon perdido. Israel sostiene que el edificio albergaba operaciones de inteligencia del Hamas.

Los últimos tres meses, excavadoras encaramadas encima del edificio lo fueron demoliendo, piso por piso. Ahora queda solo un nivel y las cuadrillas de obreros están sacando los pilares y el fundamento del suelo.

En una escena que se ha vuelto común al lado de cada edificio destruido por la guerra, los obreros separan los metales retorcidos del resto de los escombros, para poder usarlos en otros objetos como paredes y plataformas de concreto.

Israel y Egipto desde hace 15 años mantienen un fuerte bloqueo sobre Gaza, restringiendo la entrada de materiales de construcción. Israel insiste en que el bloqueo es necesario para evitar que Hamas use esos materiales para sus fines bélicos. Aun así, Israel desde el 2014, ha permitido la importación de algunos materiales a Gaza bajo supervisión de las Naciones Unidas. Pero hay miles de viviendas que todavía necesitan ser reparadas o reconstruidas en medio de una agobiante escasez.

El PNUD ha fijado duras restricciones a sus labores de reciclaje. Dice que los escombros reciclados no son aptos para la construcción de viviendas u otros edificios civiles, sino que deben ser usados únicamente para la construcción de vías.

“No recomendamos que los escombros sean usados para reconstrucción porque no es material de buena calidad”, declaró Yvonne Helle, portavoz del PNUD. Añadió que el metal es separado y devuelto a los propietarios del edificio porque “también tiene valor”.

En un día reciente, una fila de camiones se adentraron a un terreno en el centro de Gaza cerca de la frontera israelí, cargando enormes montos de escombros sacados de la torre Al-Jawhara. El lugar, adyacente al principal basurero de Gaza, es administrado por el PNUD.

Un camión llenó un recipiente con escombros, que a su vez fueron alimentados a una máquina trituradora. De allí salieron enormes bloques de material que, según el supervisor del proyecto, pueden ser usados debajo del asfalto en la construcción de calles. Por razones de seguridad, no tienen permitido producir bloques más pequeños que puedan usados en la construcción de viviendas.

Los camiones entonces regresaron a Ciudad Gaza donde el PNUD está financiando un proyecto de caminos que está proveyendo una fuente de empleos muy necesitada en este territorio donde el desempleo alcanza el 50%.

El proyecto de caminos ofrece una solución parcial al problema de los escombros, pero la mayoría de los materiales siguen terminando en manos del sector privado.

Sarhan, del ministerio de vivienda de Gaza, aseguró que el uso de material reciclado está prohibido para construcciones de mayor envergadura. Per reconoció que hacer cumplir esa prohibición es sumamente difícil y que gran parte del material termina en los mercados locales de construcción.

Ahmed Abu Asaker, un ingeniero del Sindicato de Contratistas de Gaza, reveló que muchas fábricas de ladrillos utilizan los bloques de material reciclado, que según dijo no es “gran problema”. Expresó que ha habido pocos casos en que el material termina mezclado con el concreto, lo que puede ser mucho más peligroso.

No ha habido ningún reporte de colapsos de edificios por esta causa. Pero Abu Asaker estima que miles de viviendas han sido construidas a base de materiales reciclados desde el 2014.

Justo al norte del centro de procesamiento del PNUD, unas 50 trituradoras trabajaban afanosamente en una instalación privada un día reciente, produciendo bloques de distintos tipos.

Los productos más populares son el “sésamo”, que es usado para elaborar bloques de cemento, y la mezcla llamada “de lentejas” usada en fábricas de cemento.

Alrededor de las trituradoras había montículos de bloques más pequeños, dentro de los cuales se veían claramente restos desmenuzados de plástico, tela y madera.

Antar al-Katatni, administrador de una fábrica de ladrillos cercana, dice que elabora ladrillos usando la mezcla de sésamo. Reconoció que el material tiene impurezas como la arena, pero enfatiza el lado positivo: “Me permite fabricar más ladrillos”.

Afirmó que ingenieros no compran sus ladrillos para los proyectos que vienen con financiamiento extranjero, porque lo tienen prohibido, “pero los pobres sí los compran”.

Un ladrillo cuesta 2 shekels, o unos 65 centavos, si es fabricado con material israelí que es de mejor calidad, pero los que Al-Katatni fabrica se venden a 1,7 o 1,8 shekels.

Puede parecer una diferencia pequeña, pero para una familia pobre que necesita miles de ladrillos para reconstruir su casa, es un monto significativo.

Sarhan señaló que dado el bloqueo y los numerosos otros problemas que aquejan a Gaza, es difícil regular el reciclaje de escombros.

“No podemos estar en todas partes, supervisando a cada ciudadano”, dijo Sarhan, “es por eso que posiblemente usted verá a alguien usando escombros reciclados aquí o allá”.

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