Agencias / Washington.- El daño colateral de las guerras comerciales de Estados Unidos se siente desde los fiordos de Islandia hasta las fábricas de automóviles de Japón.
Gobernadores de bancos centrales y ministros de Finanzas intercambiaron historias tristes en las reuniones de otoño boreal del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial que se realizaron en Washington la semana pasada. Algunos también señalaron lo mucho que ha cambiado la política de la Casa Blanca desde la década de 1940, cuando Estados Unidos cofundó el FMI.
En ese momento, la economía mundial había sido golpeada durante más de una década por altas barreras arancelarias, depresión y guerra. El entonces secretario del Tesoro de Estados Unidos, Henry Morgenthau, defendió un sistema económico global, dijo el presidente del Banco Mundial, David Malpass.
Al cierre de la reunión del FMI, de 189 países miembros, la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, declaró que ya se estaban aclarando los efectos negativos involuntarios de las guerras comerciales. “Todos pierden”.
Estados Unidos, el mayor importador del mundo, inició una guerra arancelaria con China, el mayor exportador del mundo, hace 15 meses. El presidente Donald Trump además busca renegociar y/o cambiar las relaciones comerciales con muchos de los principales socios de Washington.
Las consecuencias reducirán el crecimiento global en 2019 a 3,0%, el ritmo más lento en una década, estimó el FMI la semana pasada.
Pero ese daño no se reparte por igual. Estados Unidos sigue siendo la menos expuesta de las 20 economías más grandes del mundo a una caída en las exportaciones, en parte debido a su enorme base de gasto interno de consumo.