Agencias, Ciudad de México.- La regla del ‘fair play’ (‘juego limpio’) financiero de la Premier League está bajo sospecha por haberse quedado anticuada, sin tener en cuenta la inflación ni el cambio de paradigma del fútbol, y por las implicaciones que está teniendo en la competición, tras las nuevas acusaciones que han salido a la luz sobre el Everton y el Nottingham Forest.
La actual normativa se votó y aprobó en febrero de 2013, hace más de una década, y permite que los clubes presenten pérdidas por valor de 105 millones de libras (unos 133 millones de dólares) a tres años. En caso de superar este límite, los clubes podrían enfrentarse a sanciones económicas o deportivas, como le ocurrió al Everton, el primer equipo afectado por esta norma.
Los ‘Toffees’ perdieron 124.5 millones en la temporada 2021-22 y se les dedujo diez puntos, la sanción más grande en los 32 años de Premier, por encima de los nueve puntos que perdió el Portsmouth por declararse en bancarrota en 2010.
Ahora el Everton vuelve a estar en el punto de mira, por las pérdidas de las últimas cuatro temporada, mismo caso que el Nottingham Forest, ambos acusados de irregularidades financieras por parte de la Premier en un nuevo caso abierto esta semana. Antes del 8 de abril, una comisión independiente tendrá que decidir el castigo, en caso de que sean culpables.
El Wolverhampton Wanderers también confirmó, por medio de su entrenador, que de no haberse deshecho de jugadores como Matheus Nunes en verano, al que vendieron por 60 millones de libras al City, habrían tenido problemas también para cumplir la normativa.
A esto se suma la investigación en curso sobre el Chelsea, por falsear cuentas para eludir el ‘fair play’ financiero, y las 115 acusaciones que pesan sobre el Manchester City y para las que ya se conoce fecha para juicio, aunque el presidente de la Premier, Richard Masters, aseguró que es confidencial.
Fueron los propios clubes de la Premier los que dieron en 2013 el visto bueno a las reglas actuales del ‘fair play’, el problema es que estas se han quedado anticuadas.
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En una década, es indiscutible que el escenario del fútbol se ha transformado y que un fichaje no puede medirse en los mismos términos en 2013 que en 2023.
Como ejemplo, los fichajes más caros de la temporada 2012-2013 fueron Eden Hazard, por el que el Chelsea pagó 35 millones al Lille, Oscar, del Internacional al Chelsea por 30 millones y Robin Van Persie, por el que el Manchester United pagó 30 millones al Arsenal. El pasado verano, solo Moisés Caicedo valió 120 millones en su pase del Brighton & Hove Albion al Chelsea.
El fútbol ha aumentado su poder de gasto, principalmente por los derechos televisivos. El acuerdo entre 2007-2008 y 2010-2011 se valoró en 1,000 millones de libras, el último firmado, entre 2025 y 2029, se fue hasta los 6,700 millones. Sin embargo, el límite del ‘fair play’ se ha mantenido.
En un país en el que la inflación en una década se ha disparado un 33 %, la Premier League ha dejado una reforma de lado.
“Si los límites del ‘fair play’ financiero se hubieran alineado con la inflación en el fútbol desde 2013, los clubes deberían poder perder 218 millones de libras a lo largo de tres años”, aseguró el economista especializado en fútbol Kieran Maguire, uno de los más reputados en el Reino Unido.
Con esa cifra, el Everton no hubiera sido sancionado por sus cuentas de la temporada 2021-2022. A su vez, los ‘Toffees’ poco pueden hacer ante la norma, ya que ellos votaron a su favor en 2013.
Ante la situación actual, con tres clubes acusados de incumplir las reglas, quizás sea el momento para que los equipos alcen la voz y traten de reformar una legislación que solo amplía las diferencias entre los más grandes y los más pequeños. Sin posibilidad de invertir más, clubes que tratan de llegar a la élite, como es el caso del Aston Villa de Unai Emery, pueden quedarse a media camino.
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El año pasado, entre los 20 clubes se gastaron 800 millones de libras (740 millones de euros), liderados por el Chelsea que se dejó 300 millones en jugadores como Mykhailo Mudryk (88 millones), Enzo Fernández (108 millones), Benoit Badiashile (35 millones) y Noni Madueke (29 millones). En esa ventana, el Southampton pagó 63 millones, el Arsenal, 60 millones, y el Bournemouth 56.
Esta temporada, el gasto lo lidera el Tottenham con el fichaje de Dragusin y el resto lo completan cesiones e incorporaciones menores.
La principal razón para esta austeridad es el miedo que ha metido la Premier con sus denuncias a los clubes que superan el gasto permitido. La competición deja que se presenten pérdidas de 105 millones de libras a tres años y cuando esto se supera, se pueden enfrentar a sanciones económicas y deportivas. Tras 32 años de Premier, el Everton, el pasado noviembre, recibió una penalización de 10 puntos por declarar pérdidas de 124.5 millones en la temporada 2021-2022.
Fue la sanción más grande en la historia de la liga, superando a la que recibió el Portsmouth en la 2009-2010 por declararse en bancarrota, y puede no ser la única, porque esta semana la Premier anunció nuevas acusaciones a Everton y Nottingham Forest por el mismo motivo, superar el límite de pérdidas.
Todo esto, mientras investiga al Chelsea, por fichajes fraudulentos durante la época de Romand Abramovich, y acusa al Manchester City de 115 irregularidades financieras.
A falta de que se actualice la regla de ingresos y sostenibilidad de la Premier, que data de febrero de 2013, los clubes tienen miedo a gastar más de lo debido y por ello se están frenando. Un caso claro es el del Chelsea, que quiere y necesita un delantero, pero que para poder acometer cualquier fichaje debería dejar salir a Conor Gallagher o Armando Broja. Ni siquiera una cesión, para un club que tiene una masa salarial de 150 millones, parece viable.
Arabia Saudí, que rompió la banca en verano con más de 1,000 millones gastados, ha frenado su ímpetu, vista la tendencia de los jugadores, con el caso Jordan Henderson como el más llamativo, a salir del país. Sin el oasis de los saudíes pagando millonadas por cualquier futbolista, es difícil encontrar una ventana de ingresos que justifique los gastos.
A estas dos circunstancias se une que la situación respecto al descenso es en cierto modo relajada. Por ejemplo, en invierno de 2022, el Southampton, implicado en el descenso, fue el segundo equipo que más gastó, el Bournemouth, el cuarto, Leeds United, séptimo, wolverhampton Wanderers, octavo, Nottingham Forest, noveno, y Leicester City, décimo.
Este año, el descenso parece prácticamente decidido, con Luton Town, Burnley y Sheffield United condenados a bajar al Championship (Segunda división inglesa), por lo que equipos que podrían estar implicados en ello, como Brentford, Forest, Crystal Palace o Fulham no necesitan mucho más de lo que tienen para pasar sin sufrimiento lo que resta de temporada.
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