julio 6, 2017

Las mentiras tras el nombre de Alejandra Barrales

Por: Ernesto Villanueva

Lo que menos desea cualquier dirigente político es convertirse en el foco de la atención pública por sus actos de corrupción. Menos aún si busca labrarse una imagen pública asociada a la honestidad. Es el caso de Alejandra Barrales Magdaleno, cuyos deslices políticos y de falta de probidad no son de nueva data. ¿Quién podría no recordar el acto de irresponsabilidad en el que incurrió el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, al designarla secretaria de Educación hace casi dos años, así como la aceptación por parte de ella de un cargo que estaba muy por encima de su nivel cognitivo y formativo?

En ese cargo, Barrales cobró lo mismo que su antecesora, la doctora Mara Robles, quien al contrario de la exaeromoza es experta en políticas públicas y educación y se ha destacado por su gran solvencia profesional y moral; en otras palabras, Barrales les dio gato por liebre a los capitalinos, toda vez que no tenía la capacidad ni el currículum para desempeñarse como titular de la Secretaría de Educación capitalina.

Y hoy se ha puesto de nueva cuenta en el ojo del huracán a juzgar por varios hechos:

Primero, porque no declaró la adquisición de un departamento de lujo en Miami, Estados Unidos, valuado en casi 1 millón de dólares. ¿La dirigente de “izquierda” adoptando los parámetros de vida de la “derecha”? ¿Por qué no invirtió en México, sino en Estados Unidos? De entrada, hay aquí una simulación ideológica puesta al descubierto por la influyente cadena Univisión, con datos en la mano.

Segundo, porque mintió al declarar a los medios, para salir del paso, al decir que sí había incluido esa propiedad en su declaración patrimonial del Senado, cuando no fue así. Lo cierto, sin embargo, es que no la reportó ni mediante el ejercicio del Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco) ni de manera oficial, lo que la ubica como sospechosa de incurrir en actos de corrupción y la exhibe como una política no confiable.

Peor aún, con su intento de control de daños optó por cubrir un hecho con una mentira, y ésta con otra, lo que generó una espiral discursiva que impacta en la línea flotación del PRD y de ella misma.

Tercero, porque, simple y sencillamente, las cuentas no le salen. Alejandra Barrales ha vivido con cargo al erario, y si alguien se toma la molestia de sumar sus ingresos con sus bienes inmuebles (sin contar autos, viajes en avión, gasto en ropa y en joyas, etcétera) verá que hay una notoria inconsistencia entre lo que ha ganado y lo que ha gastado. Por tanto, nos encontramos ante un caso que muestra inquietantes visos de corrupción.

Cuarto, porque no bien empieza a construir su candidatura a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, a partir de una deseada y buscada alianza con el PAN, cuando el proyecto ya se le derrumba en forma estrepitosa.

El pasado viernes 23 un alto directivo del PAN me confió lo siguiente: “Es muy difícil que el partido (el PAN) pueda acompañarla en sus aspiraciones por la capital del país. En esa eventualidad, o se apoya a un candidato o a una candidata surgida del PAN o probablemente vayamos sin ellos (la franquicia del PRD)”.

Quinto, porque la presencia de Barrales en la vida política del país y en la dirigencia del PRD se complica a raíz de los escándalos en los que se ha visto inmersa. A la nota de Univisión se suma otra del periódico Reforma donde se consigna que perdió un juicio en relación con un adeudo millonario por el que dejó en garantía otro bien inmueble de ella y de sus familiares.

De ser verídico, este hecho pone un clavo más en el ataúd de la legisladora, para quien será muy difícil, o de plano imposible, estar en condiciones de dirigir el PRD, volver a su curul en el Senado y, al mismo tiempo, dedicarse a su propia defensa, no sólo ante los señalamientos por posibles delitos de corrupción, sino ante los juicios del tribunal mediático, que rápidamente la ha pintado como culpable.

Sexto, porque debido a estos hechos Barrales ha perdido la batalla por la credibilidad ante la opinión pública, lo que le ha acarreado reacciones nada positivas. Y por si no tuviera ya varios frentes de conflicto, ahora incurrió en lo que en psicología se denomina “acto fallido” (decir lo que se piensa sin pasar por el tamiz de la conciencia) al anunciar que “valora” una demanda contra Univisión en Miami y otra contra el diario Reforma en la Ciudad de México. Una demanda que a todas luces se antoja inviable y absurda porque las notas de ambos medios están debidamente soportadas en documentos.

Séptimo, porque en lo político Barrales ha dado muestras de oportunismo y deslealtad. Se mostraba servil con Andrés Manuel López Obrador cuando era jefe de gobierno, pero comenzó a criticarlo acremente cuando pensó que el tabasqueño ya no tenía futuro político, y ahora está del lado de Miguel Mancera, lo que la exhibe como una mercenaria de la política.

Octavo, porque si bien es cierto que la coordinadora temporal de la bancada del PRD en la Cámara de Senadores, Dolores Padierna, afirmó el viernes 23 que la reincorporación de Barrales al Senado busca darle “estabilidad” al grupo parlamentario –que se fragmentó desde la salida de Miguel Barbosa como coordinador y su litigio con la dirigencia perredista tras manifestar su apoyo a López Obrador como candidato presidencial para el 2018– (Apro/23/03/2017), esa “estabilidad” no se percibe como posible ante el descrédito que afecta a la legisladora y a su partido mismo, que se erosiona día tras día.

En una carta a la Mesa Directiva del Senado, Barrales declaró lo siguiente en cuanto a su retorno: “Mi determinación tiene como único propósito fortalecer al PRD e incidir en la solución de los graves problemas del país”. Más aún, informó que seguirá al frente del PRD y que será un “vínculo” entre este partido y el grupo parlamentario. ¿Será suficiente esta declaración demagógica para limpiar su imagen.

Paradójicamente, es la senadora Padierna quien podría estarle haciendo sombra a Barrales, pues ha visto cómo se revalúan sus bonos en el mercado de la política. A diferencia de Barrales, Padierna al menos ha mostrado mayor congruencia entre lo que dice y lo que hace, vive donde siempre ha vivido y es de las muy pocas legisladoras que tienen base social.

@evillanuevamx

ernestovillanueva@hushmail.com

Con información de proceso.com.mx

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