Agencias/Ciudad de México.- El sorteo de la Champions deparó al Barcelona, que partía desde un bombo dos que le suele ser ajeno, un grupo con la Juventus, el Dinamo de Kiev y el Ferencvaros. Una bomba ese emparejamiento con la Juve de Cristiano Ronaldo en el que será el enésimo pulso con Messi, el primero con CR7 de bianconero, los dos grandes dominadores del fútbol mundial en la última década, destronados tras la última temporada de los premios individuales, con ganas de reivindicarse ambos, cómo no.
Una Juve con la que habrá más reencuentros, el de Pjanic y Arthur con sus compañeros hasta hace apenas dos meses. La última vez que se encontraron, en cuartos de hace cuatro temporadas, los italianos pasaron por encima de los azulgranas con el 3-0 de la ida y el 0-0 de la vuelta. Dos años antes, en 2015, fue el Barça quien levantó el título en la final de Berlín. En el césped estaba Andrea Pirlo, hoy técnico juventino. Y Morata, que marcó en aquel 3-1.
El Dinamo de Kiev también trae mal recuerdo al Barça, después de que aquel equipo de Shevchenko, Rebrov y cía clavara un 0-4 al equipo de Van Gaal, que cayó en la primera fase tras haber perdido también 3-0 en Ucrania. El equipo cuenta con el español Fran Sol, aunque está a punto de fichar por el Tenerife.
Tras el 8-2 y habiendo coleccionado batacazo tras batacazo, año a año, cada cual peor, de Turín a Roma, de Liverpool al Bayern en Lisboa, el Barça se autoimpone volver a competir en la máxima competición continental.
El discurso de Piqué tras la goleada contra los alemanes fue clarividente: “No competimos en Europa, llevamos unos años así”. Por tanto, y ciertamente lejos de los favoritos a tenor del comportamiento del equipo en los últimos años, Koeman deberá armar un equipo que, si bien tendrá muy complicado sumar la sexta, al menos caiga de pie, no vapuleado.
En una temporada con continuos terremotos, no se sabe quién será el presidente que estará en la fase final, pero en el banquillo mandará Ronald Koeman, el protagonista de la primera Champions azulgrana, Wembley 1992. Sueñan en Can Barça con que el rubio holandés cierre el círculo y haga como Guardiola en su día, levantar la orejona como jugador y también como entrenador azulgrana.