Agencias, Ciudad de México.-Italia, cuna de la fe católica en Europa, está experimentando un cambio silencioso en su relación con la religión. Aunque el 78% de los italianos se identifica como católico, la práctica religiosa está disminuyendo, con solo el 19% asistiendo a servicios semanales y el 31% nunca asistiendo, según ISTAT, la agencia de estadísticas italiana. Este cambio se ha acelerado durante la pandemia de COVID-19, pero su raíz se encuentra en una generación que se distancia de la fe católica.
La historia de Carmela Forino y su familia es representativa de esta tendencia. Aunque se consideran “mejores católicos que muchos”, no van a misa ni reciben la comunión debido a que no están casados. Esta ambivalencia hacia la Iglesia es común en un país donde la tradición católica sigue siendo fuerte, pero la práctica religiosa está en declive.
El papel de la Iglesia católica en la vida italiana está disminuyendo a medida que más personas se alejan de las prácticas religiosas tradicionales. Incluso aquellos que siguen considerándose católicos lo hacen con una actitud más relajada. Para muchos, la religión se ha vuelto una cuestión personal en lugar de una obligación social.
En la aldea de Isola, el párroco Giovanni Mandozzi lamenta la falta de participación en la misa. Asegura a los feligreses que su misa dura solo 40 minutos, pero pocos parecen interesados. Mientras tanto, el bar local está lleno de familias jóvenes que han dejado de asistir a la iglesia, considerando sus tradiciones religiosas como anticuadas.
Los jóvenes italianos, que solían asistir a misa y al catecismo, dejan de hacerlo después de la confirmación, un rito que a menudo sienten que están obligados a seguir por tradición familiar. Muchos, como Agostino Tatulli, se consideran espirituales más que religiosos y se alejan de las prácticas religiosas tradicionales.
El santuario de San Gabriel de la Dolorosa en Isola atrae a visitantes por razones diversas. Algunos acuden para recibir bendiciones, como los motociclistas anuales o los estudiantes en busca de la “bendición de los bolígrafos” antes de los exámenes. Sin embargo, para muchos, estas prácticas han perdido su conexión religiosa y se ven como supersticiones en lugar de actos de fe.
A pesar de estos cambios en la práctica religiosa, las ceremonias nupciales católicas siguen siendo populares, y los funerales en la iglesia también gozan de aceptación. Sin embargo, incluso en estas ocasiones, la fe es a menudo vista como una especie de redención, incluso por aquellos que no creen mucho en ella.
El desencanto con la religión organizada se está volviendo cada vez más evidente en Italia. El 15% de los italianos dice no tener ninguna filiación religiosa, según el Centro de Investigaciones Pew. Muchos italianos se encuentran en la “zona gris” de pertenecer nominalmente a la Iglesia católica pero no practicar activamente.
El clero enfrenta un reto importante para mantener la relevancia de la Iglesia en la sociedad italiana. Para muchos, la fe se ha vuelto una cuestión personal y no una obligación social. La Iglesia debe adaptarse a esta nueva realidad, enfocándose en el trabajo social, el voluntariado y eventos que atraigan a los jóvenes. La estrategia de atraer a aquellos que “pertenecen, pero no creen” se está convirtiendo en un enfoque esencial.
En última instancia, Italia está experimentando una evolución silenciosa en su relación con la fe católica. La tradición religiosa sigue siendo fuerte, pero la práctica religiosa está disminuyendo. La Iglesia debe adaptarse a esta nueva realidad si quiere seguir siendo relevante en la vida de los italianos. En un mundo donde la espiritualidad se vuelve más personal y menos institucional, la Iglesia católica debe encontrar formas de conectarse con aquellos que buscan una fe más flexible y personalizada.
Con información de: APnews