Agencias/Londres.- El mayor fabricante de equipos de telecomunicación, Huawei, ha sido financiado por el Estado chino, lo que podría implicar riesgos de seguridad para el Reino Unido si opta por su infraestructura 5G, informa hoy The Times, citando a la CIA.
El citado periódico británico cita a informaciones de la inteligencia estadounidense que aseguran que el gigante chino, que ambiciona suministrar tecnología clave a las redes de telefonía móvil 5G en este país, habría recibido dinero procedente de sucursales del aparato de seguridad estatal de Pekín.
Según The Times, documentos facilitados por la CIA al Reino Unido prueban que Huawei recibió fondos procedentes del Ejército Popular de Liberación, de la Comisión de Seguridad Nacional China y de la red de inteligencia estatal de ese país.
A principios de año, EEUU compartió esa información con el Reino Unido, Australia, Nueva Zelanda y Canadá, sus socios en la alianza que mantienen en materia de inteligencia (el llamado Club de los Cinco Ojos o Five Eyes Club).
El diario británico señala que en China, por ley, las empresas están obligadas a cooperar con sus sucursales de seguridad, lo cual hace temer, en este caso, a los críticos que se podría facilitar la instalación de algún acceso “por la puerta de atrás” en el software, permitiendo espiar o alterar las comunicaciones británicas.
El Gobierno británico tiene intención de revisar sus planes de introducir en este país tecnología 5G en el próximo Consejo de Seguridad Nacional.
Esa revisión gubernamental tiene como objetivo “asegurar que nadie (ninguna compañía de telecomunicaciones) se vuelve demasiado poderosa”, según reveló otra fuente oficial del Ejecutivo.
En este sentido, The Times recuerda que el pasado mes el centro de ciberseguridad nacional de este país, el GCHQ, advirtió de que el Gobierno tendría “dificultades” para gestionar los riesgos de seguridad que plantea la empresa china tras haber detectado “problemas significativos y preocupantes” con su softwware en el Reino Unido, según informa la agencia Efe.
Paralelamente, una fuente de la inteligencia estadounidense, indicó que las agencias norteamericanas creen que el ministerio chino de seguridad nacional -su principal organización de espionaje- ha aprobado la financiación de Huawei por parte del Gobierno chino.
Por ello -agrega esa fuente- permitir a Huawei vender su tecnología 5G a cualquier miembro del citado “Five Eyes Club” es “problemático” pues “China cuenta con leyes de inteligencia y seguridad nacional que fuerzan a las empresas a ayudar al ejército chino”.
Huawei ha insistido en que es una empresa privada, independiente de cualquier influencia del Gobierno chino y en repetidas ocasiones ha negado que pueda representar un riesgo para la seguridad.
El gigante chino, cuya sede se encuentra en Shenzhen, considera que éstas son “acusaciones sin fundamento” y sus ejecutivos sostienen que el estado chino nunca les ha pedido que recaben información y que una petición así sería “rechazada categóricamente”
HUAWEI DEFIENDE SU INDEPENDENCIA
“No puedo entender que nos acusen si no tienen evidencias técnicas”, lamenta Zhou Yue, un ingeniero de Huawei, la empresa líder en fabricación de equipos de redes de telecomunicaciones, a la que algunos gobiernos podrían vetar para el despliegue del 5G, por temer que sea títere de Pekín.
La declaración se produce meses después de haber ejercido presión la Administración de Trump sobre todos los países del mundo para que no utilicen los equipos y tecnología de Huawei en el desarrollo de redes 5G de próxima generación, asegurando que los productos de la empresa china representan un riesgo para la seguridad y que la empresa tiene vínculos muy estrechos con el gobierno chino.
Zhou, ingeniero sénior para investigación en sistemas de seguridad, explica a un grupo de periodistas foráneos cómo funciona el laboratorio de ciberseguridad, en el que trabajan más de 1.500 expertos; creado en 2008 y que opera desde 2013 de forma “completamente independiente” a las líneas de producción de Huawei.
Durante la visita al laboratorio, en Dongguan (sur de China), Zhou contesta a cuestiones técnicas y se inquieta al ser preguntado por su opinión sobre los recelos de Estados Unidos, Australia o Japón a las redes 5G de Huawei, como posible periscopio para eventuales espionajes del Gobierno chino en el futuro.
Su respuesta, no obstante, apenas difiere de las que dan desde hace meses los directivos de la compañía: “Que un producto sea o no seguro tiene que basarse en estándares y no en especulaciones”.
Asegura también que Huawei es la empresa que más propuestas de certificación realiza a los organismos de estandarización internacionales.
Además de ser el mayor fabricante mundial de antenas para la quinta generación de telecomunicaciones (5G) -con 40 contratos ya con operadoras, 23 de ellos en Europa-, Huawei es la segunda potencia en producción de teléfonos inteligentes, solo por detrás de la coreana Samsung.
Cada 28,6 segundos sale un nuevo móvil de cada una de las 35 líneas de producción de la fábrica de Dongguan.
La sucesión de robots de cada línea mide 120 metros y los futuros móviles circulan por una cinta transportadora que se detiene en 94 estaciones para el añadido de componentes, el ensamblaje y los diferentes test.
Doce horas trascurren desde que los chips son unidos al principio de la cadena hasta que cada móvil es etiquetado e introducido en sus cajas para la venta, con el mayor lapso en el test de fuerza, una prueba de resistencia física que dura diez horas y media.
Solo hay personas en las últimas secciones -de la 85 a la 94-, aunque con una labor tan mecánica como la de las máquinas previas: en menos de medio minuto cada trabajador hace a cada móvil recién montado decenas de chequeos, limpiezas y añadidos finales.
Alrededor de 180.000 empleados tiene Huawei en el mundo (unos 1.200 en España, 12.000 en Europa), de los que casi 97.000 son los dueños de la empresa, pues es una cooperativa, sin participación pública ni capital externo.
Junto al laboratorio y la fábrica se sitúa parte del campus científico de Huawei -que ha firmado acuerdos de colaboración con 140 universidades y organizaciones europeas-, mientras que la sede central de la empresa del logo de ocho pétalos rojos está a varios kilómetros, también en Dongguan, localidad cantonesa cercana a la populosa Shenzhen.
Es un complejo de edificios que imitan ciudades europeas, entre ellas Verona, París, Friburgo o Granada (con una réplica del palacio de Carlos V y de calles del Albaicín), que albergan oficinas para 10.000 empleados ahora, que serán pronto 25.000, y que en zonas adyacentes -en un recinto de 8,2 kilómetros cuadrados- incluye apartamentos de renta baja para trabajadores.
Un tranvía sin catenaria une cada tres minutos la docena de barrios de la pequeña Europa creada en Cantón, entre bosques y lagunas, con terrazas de cafés parisinos, torres medievales y castillos de cuento.
El corazón de Huawei es un entorno laboral bucólico y la otra cara de la moneda del futurista y vidrioso Silicon Valley californiano, ambas a la vanguardia del progreso tecnológico.