Agencias/Ciudad de México.- Investigadores han identificado los lugares específicos de donde proceden la mayoría de los aproximadamente 200 meteoritos marcianos recuperados en la Tierra.

Han rastreado los meteoritos hasta cinco cráteres de impacto dentro de dos regiones volcánicas en el planeta rojo llamadas Tharsis y Elysium. Su estudio ha sido publicado recientemente en la revista Science Advances.

Los meteoritos marcianos llegan a la Tierra cuando algo golpea la superficie de Marte con suficiente fuerza como para que el material “salga despedido de la superficie y se acelere lo suficientemente rápido como para abandonar la gravedad de Marte”, dice en un comunicado Chris Herd, curador de la Colección de Meteoritos de la Universidad de Alberta y profesor de la Facultad de Ciencias.

“Creemos que hemos encontrado los cráteres de origen de la mitad de los 10 grupos de meteoritos marcianos”, dice Herd.

Este material expulsado se lanza al espacio, termina en una órbita alrededor del sol y, finalmente, parte cae a nuestro planeta en forma de meteoritos. La explosión deja un cráter de impacto en la superficie de Marte. Esto sucedió 10 veces en la historia reciente de Marte.

“Ahora podemos agrupar estos meteoritos por su historia compartida y luego por su ubicación en la superficie antes de llegar a la Tierra“, dice Herd.

Herd afirma que la clave de este hallazgo fue la mejor comprensión que tienen los científicos de la física de cómo se expulsan exactamente las rocas de Marte. Los hallazgos de este estudio son un paso hacia la revelación de los misterios de Marte, ya que los intentos anteriores de determinar las fuentes precisas de los meteoritos marcianos tuvieron un éxito limitado.

Un mayor conocimiento sobre cómo y dónde en Marte se originan estos meteoritos nos brinda información adicional sobre las muestras que ya tenemos en la Tierra. La capacidad de contextualizar y ubicar estas muestras dentro de la geología marciana por primera vez “permitirá la recalibración de la cronología de Marte, con implicaciones para el momento, la duración y la naturaleza de una amplia gama de eventos importantes a lo largo de la historia marciana”.

“Uno de los principales avances en este campo es poder modelar el proceso de expulsión y, a partir de ese proceso, determinar el tamaño o el rango de tamaños de los cráteres que, en última instancia, podrían haber expulsado ese grupo particular de meteoritos, o incluso ese meteorito en particular“, afirma Herd. “Yo lo llamo el eslabón perdido: poder decir, por ejemplo, que las condiciones en las que se expulsó ese meteorito se dieron en un evento de impacto que produjo cráteres de entre 10 y 30 kilómetros de diámetro”.

El conocimiento sobre el origen de los meteoritos, combinado con avances en tecnología como la teledetección, proporciona a los investigadores un marco sobre el que construir. Herd afirma que también podemos limitar los posibles lugares en Marte que son el origen de meteoritos que aún no hemos investigado. “Para hacerlo, necesitaremos ciertos detalles sobre cuándo y cómo un meteorito fue expulsado de Marte y qué edad tenía cuando cristalizó en la superficie de ese planeta”, explica Herd.

“Esto nos permite decir que, de todos estos cráteres potenciales, podemos reducirlos a 15, y luego, a partir de esos 15, podemos reducirlos aún más basándonos en características específicas de los meteoritos”.

“Quizás incluso podamos reconstruir la estratigrafía volcánica, la posición de todas estas rocas, antes de que salieran despedidos de la superficie”. La estratigrafía es el registro geológico de un planeta, que comprende capas de roca sedimentaria o, como en este caso, volcánica.

“Es realmente asombroso si lo piensas”, dice Herd. “Es lo más cercano que podemos tener a ir realmente a Marte y recoger una roca”.

En cuanto a cómo podemos confirmar que una muestra de meteorito particular encontrada en la Tierra es en realidad de Marte, Herd explica que en la década de 1980 los científicos descubrieron que “hay una firma, una huella dactilar de la atmósfera marciana, que está atrapada dentro de estas rocas”. Esa huella incluye una combinación específica de gases atrapados en la roca que coinciden con los gases en la atmósfera de Marte medidos por las sondas Viking en la década de 1970.

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