Agencias / InsurgentePress, Ciudad de México.- La nave espacial israelí Beresheet, una misión de la empresa SpaceIL y el grupo estatal Industrias Aeroespaciales de Israel (IAI), no ha conseguido aterrizar con éxito en la Luna como estaba previsto.

Finalmente la sonda chocó contra la superficie lunar y se interrumpieron las comunicaciones, según han reconocido los responsables de la misión, que comenzó en 2011 como parte del Premio Google Lunar X y cuyos objetivos actuales eran testar este demostrador tecnológico, tomar fotografías y realizar varios experimentos.

La nave despegó el pasado 22 de febrero desde Cabo Cañaveral (Florida, EE UU) en un cohete Falcon 9 de la también empresa privada SpaceX.

Tras EE UU, Rusia y China, Israel pretendía ser el cuarto país que operaba una nave en nuestro satélite. La palabra Beresheet significa ‘en un principio’ en hebreo, un comienzo que también se puede aplicar para este arranque de las misiones lunares de Israel.

Para desarrollar su proyecto, en 2011 fundaron SpaceIL y anunciaron su participación en el Lunar X Prize, un concurso de Google que ofrecía 17,7 millones de euros para el primer equipo que lograse llevar un robot explorador a la Luna capaz de recorrer al menos medio kilómetro sobre la superficie del satélite y transmitir a la Tierra imágenes o vídeo de alta definición. El último plazo fijado por Google expiró en 2018, pero el grupo israelí, que trabajaba junto al contratista de defensa propiedad del Gobierno Israel Aerospace Industries (IAI), continuó con el trabajo.

Beresheet, como se ha bautizado el proyecto (en hebreo significa “génesis”), ha tenido un coste de unos 89 millones de euros, en su mayoría aportados por filántropos judíos. Los dos principales inversores son el magnate estadounidense de los casinos Sheldon Adelson, que ha donado 14,5 millones de euros, y el mencionado Morris Kahn. La Agencia Espacial Israelí ha destinado al proyecto 1,8 millones de euros, la única aportación estatal.

Como reconocen sus propios impulsores, el principal objetivo de la misión era, una vez que se descartó ganar el Lunar X Prize, demostrar que un equipo como el suyo era capaz de llevar una sonda a la Luna y tomar unas cuantas fotos. Finalmente, el investigador del Instituto Weizmann Oded Aharonson convenció a los directivos de SpaceIL de que incluyesen algunos instrumentos científicos para medir el magnetismo de la corteza lunar.

Beresheet pretendía, además, ser una fuente de inspiración para despertar en los niños israelíes a los ingenieros del futuro, y, como suele suceder con las gestas espaciales, una fuente de orgullo nacional. La sonda llevaba a la Luna una cápsula con información sobre Israel y el pueblo judío, memorias de un superviviente del Holocausto y una copia completa de la Biblia.

En el caso de Beresheet, la sonda no partió hacia el espacio desde su país de origen. Lo hizo a bordo de un Falcon 9, un cohete creado también por una empresa privada, SpaceX, desde Florida (EE UU).

La NASA ha anunciado que acepta propuestas para transportar pequeños robots a la Luna a través de compañías privadas, un programa que pretende iniciar en 2020. La experiencia de Beresheet habría colocado a SpaceIL entre los competidores mejor situados en esta nueva carrera espacial. Habrá que ver cómo gestionan el fracaso.

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