Agencias/Washington.- En medio de furiosas protestas de líderes del Partido Republicano, Donald Trump dijo ayer que no se retractará de su plan de imponer aranceles a las importaciones de acero y aluminio.

No obstante, la Casa Blanca estaba ideando formas de suavizar el efecto de las medidas sobre socios comerciales importantes.

Las intensas presiones probablemente aplazarán cualquier presentación formal de los gravámenes hasta la semana próxima, según varios funcionarios que han sido informados sobre las deliberaciones.

En una muestra de las resistencias, Paul Ryan, el republicano más poderoso en la Cámara de Representantes, rompió ayer filas con el Presidente.

Una vocera de Ryan advirtió a Trump que no avance con este plan arancelario que desataría una guerra comercial mundial.

“El presidente de la Cámara Baja espera que el Mandatario vuelva a sopesar las consecuencias no intencionales de esta idea y mire hacia otros enfoques hacia adelante”, dijo Ashlee Strong, su vocera.

“Estamos extremadamente preocupados por las consecuencias de una guerra comercial y estamos urgiendo a la Casa Blanca a no avanzar con el plan. La nueva Ley de reforma fiscal ha impulsado la economía y ciertamente no queremos poner en peligro tales ganancias”.

El arancel de 25 por ciento al acero y 10 por ciento al aluminio no sólo aumentará los precios de los materiales dentro de Estados Unidos, pues, según la consultora Trade Partnership, se podrían perder hasta 146 mil empleos.

Pero una persona allegada a la Casa Blanca dijo que el Presidente estaba ávido por imponer aranceles y que la recuperación de ayer del mercado bursátil había tranquilizado a Trump al hacerle sentir que estaba en lo correcto.

Esto pese a que la recuperación de las bolsas fue atribuido a la rebelión republicana contra los aranceles.

Trump ha escuchado los argumentos de todas las partes, pero su punto de vista ha permanecido firme, dijo un funcionario de la Casa Blanca.

Aún así, señaló, el Presidente está consciente de los argumentos en contra, por lo que ha estado abierto a realizar una maniobra para reducir el alcance y los efectos de los aranceles, aunque busca evitar la percepción de que cederá al respecto.

El tema también habría estado presente durante una conversación entre Trump y la Primera Ministra británica, Theresa May, este domingo.

May, dijo una persona informada sobre la llamada, advirtió a Trump sobre lo peligrosos que serían los aranceles. Trump no estuvo de acuerdo, pero concluyó la conversación diciéndole a May que no había tomado una decisión final sobre qué hacer.

El Presidente anunció originalmente que quería poner en vigencia nuevas tarifas esta semana, pero no se ha concluido una revisión legal.

El domingo, uno de sus asesores, Peter Navarro, dijo que el anuncio podría llegar esta semana o la semana siguiente a más tardar.

También reafirmó que las compañías podrían buscar exenciones para ciertos productos extranjeros que necesitan para sus negocios, un proceso que probablemente lleve a meses de cabildeo.

Sin embargo, ayer los republicanos consideraron la idea de una acción del Congreso para tratar de bloquear los aranceles, si el Presidente los impone.

“Sería apropiado que el Congreso realice audiencias y escuche a los expertos y obtenga más información sobre esto. Claramente el Presidente está escuchando a alguna gente que tiene algunas ideas sobre el comercio, que nosotros no compartimos”, dijo a periodistas el número dos en el Senado, John Cornyn, republicano por Texas.

Desde la semana pasada, Canadá y la Unión Europea no sólo han mostrado su rechazo a los impuestos, sino que han amenazado abiertamente con represalias comerciales, lo que ha puesto aún mayor presión en Estados Unidos.

“El Presidente debe exentar (del arancel) a todo el acero y aluminio de cualquier país que es comerciado bajo reglas justas, ciertamente como Canadá y México”, indicó Kevin Brady, el republicano que encabeza el poderoso Comité de Medios y Arbitrio de la Cámara baja.

En ese contexto, el presidente del Comité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes, el republicano Jeb Hensarling, expresó hoy su rechazo al plan del mandatario Donald Trump de imponer aranceles al acero y al aluminio porque afectará a los consumidores y la economía.

“Discrepo con el Presidente. No sé de ninguna guerra comercial que termine bien (…) Me temo que esto va a perjudicar a los consumidores y que va a resultar en una pérdida neta de empleos”, declaró en una entrevista con la cadena CNN.

Hensarling, quien representa a un distrito de Texas, señaló que los productores de su estado le han advertido que el plan de Trump va a provocar que se incrementen los precios de sus productos y potencialmente que se vean forzados a despedir trabajadores.

“Tenemos de 100 mil a 150 mil personas empleadas en la industria siderúrgica, pero tenemos a millones que usan el acero para producir otras cosas”, explicó Hensarling.

Trump adelantó la semana pasada que impondrá aranceles de 25 por ciento y 10 por ciento a las importaciones de acero y aluminio, lo que provocó airadas reacciones no sólo de algunos de sus principales socios comerciales, sino de los republicanos en la Cámara de Representantes y el Senado.

Hensarling dijo darle mucho crédito al Presidente por la ley de recortes de impuestos y creación de empleos, y por la desregulación.

“Creo que eso nos ha ayudado a tener un crecimiento de 3.0 por ciento. Pero mi temor es que el presidente va a hacer retroceder mucho del progreso que ha hecho y no veo a ningún ganador en una guerra comercial”, dijo el legislador.

“El Presidente debe ser muy, muy cuidadoso con esto. Y si continua con esto, como parece que va a ser, le pido que sea muy quirúrgico”, remató.

El presidente de la Cámara de Representantes, el republicano de Wisconsin, Paul Ryan, apeló la víspera a Trump a cancelar su plan de imponer los aranceles al acero y aluminio, y advirtió sobre los riesgos de una guerra comercial.

“Estamos extremadamente preocupado sobre las consecuencias de una guerra comercial y estamos instando a la Casa Blanca a no continuar con su plan”, señaló a su vez en una declaración Ashlee Strong, la portavoz del líder cameral.

Tradicionalmente los legisladores republicanos han apoyado políticas de libre mercado y apertura comercial. En su momento fueron clave para la aprobación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) durante la presidencia de William Clinton.

Trump descartó el lunes la posibilidad de una guerra comercial y evitó retractarse de la posibilidad de anunciar las sanciones comerciales, por lo que los republicanos alistan una carta que enviarán al mandatario para expresarle sus preocupaciones.

El Departamento de Comercio recomendó a Trump imponer aranceles a las importaciones de acero y aluminio, bajo el argumento de que su incremento ‘amenaza desquiciar la seguridad nacional’ de Estados Unidos.

El republicano Kevin Brady, presidente del Comité, pidió el pasado fin de semana a la administración exentar de los aranceles a dos de sus principales socios comerciales, Canadá y México.

Trump respondió sin embargo que Canadá y México sólo podrán evitar los aranceles si logran completar la renegociación de un TLCAN justo.

Pero expertos señalaron que la posición de Trump de ligar la imposición de aranceles a

México y Canadá al desenlace del TLCAN, muestra que la Casa Blanca está usando los aranceles como fichas de negociación para extraer concesiones de sus socios comerciales.

“Esto erosiona el argumento de la Casa Blanca de que se hace por seguridad nacional. Esta es la señal más clara de que la premisa de seguridad nacional es falsa”, señaló a la prensa Edward Allen, del Consejo de Relaciones Exteriores.

El secretario mexicano de Economía, Ildefonso Guajardo, sostuvo la víspera que México no debe ser incluido en los aranceles al acero y al aluminio. “Es la manera equivocada de incentivar la creación de un TLCAN moderno”, escribió en Twitter.

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