De Primera Mano/Por Rodulfo Reyes/Villahermosa.- La sucesión en el PRI choco pasa por la definición en la dirigencia nacional, pero aunque obtenga la dirigencia el campechano Alejandro Moreno, alias ‘Alito’ y ‘Amlito’, no significa que él vaya a decidir quién será el nuevo presidente estatal.
El mandatario con licencia de Campeche no puede imponerles a los priístas vernáculos al diputado local Nicolás Bellizia Aboaf, quien asegura que tiene un acuerdo con el más fuerte candidato al CEN para que, en caso de ganar, como todo apunta, él será el nuevo ocupante de la vacía oficina de la avenida 16 de Septiembre.
No. No es así. Los integrantes del Revolucionario Institucional del Edén han dado muestras de carácter cuando de nombrar a sus líderes se trata. A lo largo de la historia sus militantes han demostrado que no aceptan ‘líneas’ nacionales, como ocurrió a principios de la administración del extinto gobernador Salvador Neme Castillo, cuando se anuló la contienda interna porque tanto el mandatario estatal como la cúpula nacional querían colocar a un allegado.
Por más “fuerte” que ‘Amlito’ –mote que le pusieron sus correligionarios por supuestamente traer acuerdos extramuros con el presidente Andrés Manuel López Obrador– llegue a la dirigencia nacional, no podrá ordenarle al tricolor aceptar como su guía aNicolás Bellizia.
Moreno tiene que hablar con los exmandatarios Manuel Gurría Ordóñez, Roberto Madrazo Pintado, Enrique Priego Oropeza y Manuel Andrade Díaz, así como con la excandidata a la gubernatura, Georgina Trujillo, y hasta con Benito Neme Sastré, que en el sexenio pasado fue ‘factótum’ por su cercanía con el entonces primer mandatario Enrique Peña Nieto.
Tenga usted la seguridad de que, de los arriba mencionados, ni uno de ellos le dará su “bendición” al exdelegado del Infonavit, pues se le considera un cuadro que ha traicionado a quienes le han dado la oportunidad de trabajar con él; el último fue Peña, a quien atacó en la radio por defender a ‘Amlito’, su nuevo mentor.
Al próximo presidente del PRI le interesa que su partido se encuentre fortalecido en Tabasco por ser la tierra del presidente del país, y que desde el sureste comience la recuperación para posicionarse en las elecciones intermedias de 2021.
Con un PRD hundido por el descrédito de la administración de Arturo Núñez Jiménez, el tricolor puede llenar aquí el vacío opositor.
Muchos ven como una remota posibilidad que el priísmo regrese al poder, pero en algunos sectores ya comienzan a advertir que cuando tuvo el poder, las condiciones del estado eran mejores.
Andrés Granier Melo fue el último priísta titular del Ejecutivo local, y aunque a finales de su administración hubo un serio desabasto de medicinas en el sector salud, en su gestión no se padeció la crisis financiera que acompañó al primer gobierno surgido de la izquierda y que fue encabezado por el perredista Arturo Núñez, quien logró la ‘Quinta Grijalva’ en 2012 gracias al apoyo que le dio López Obrador.
Con todo lo malo que pueda achacárseles a los gobiernos priístas, la experiencia estatal con el movimiento de AMLO ha sido desastrosa.
Ahora mismo que ha iniciado la segunda administración con el sello lopezobradorista, Tabasco sigue afectado por la falta de circulante y los indicadores económicos no vislumbran una mejoría.
Por eso, es posible afirmar que en 2018 los tabasqueños le dieron la segunda oportunidad al de Macuspana de poner al gobernador del Edén.
PARA SU INFORMACIÓN…
ENTRE LOS NOMBRES que se barajan para ocupar la presidencia del PRI tabasqueño registre usted a Soraya Pérez Mugía, legisladora federal; Miguel Cachón Álvarez, exdirigente municipal y notario público con aceptación en la capital; y de última hora se ha colado el exsecretario de Salud, el popular Luis Felipe Graham Zapata.