Agencias, Ciudad de México.- El asesinato, el juicio y las razones del crimen del obispo guatemalteco Monseñor Juan José Gerardi en 1998, que sacudió a la justicia y política del país centroamericano, llega a la pantalla en un documental que estrena el miércoles la cadena HBO.
El documental basado en el libro del escritor estadounidense de padres guatemaltecos Francisco Goldman, “El arte del asesinato político: Quién mató al Obispo”, narra los entretelones del trabajo de investigadores y fiscales que llevó a la condena a tres militares por la muerte del purpurado, que fue declarada un crimen de Estado.
La cinta tiene como productores ejecutivos a los actores George Clooney y Grant Heslov.
Goldman, de 65 años, contó en una entrevista telefónica a The Associated Press su obsesión con la muerte de Gerardi durante nueve años, tiempo en el que conoció de cerca la investigación.
“Este crimen era más que todo una obra maestra de desinformación”, relató.
Gerardi, de 76 años, fue asesinado a golpes la noche del 26 de abril de 1998 en la casa parroquial de la Iglesia San Sebastián, de donde era párroco.
Las imágenes del cuerpo del obispo en medio de un charco de sangre a sólo dos cuadras de la casa presidencial, uno de los lugares más protegidos del país, recorrieron como pólvora todo el mundo y pusieron a Guatemala de nuevo en la palestra pública tras la guerra civil.
Dos días antes, el 24 de abril, Gerardi había presentado ante cientos de personas el informe “Guatemala: Nunca Más” con los testimonios de las víctimas de las atrocidades cometidas durante la guerra civil de 1960 a 1996, en su mayoría cometidas por el ejército.
“Toda la historia estaba llena de personajes extraordinarios, de personajes muy oscuros, de gente muy compleja. Revela de qué es capaz el ser humano en manera buena y mala, es un retrato de fuerzas oscuras que también son muy humanas”, explicó el autor.
“El caso era de cierta manera un milagro, donde en ese momento, tanta gente encontró la valentía para hacer lo que mucha otra gente jamás se hubiera atrevido a hacer: llevarlo ante la justicia”, agregó Goldman.
El escrito explica que investigadores y fiscales indagaron sobre el crimen soportando todo tipo de amenazas y hasta el exilio para llevar ante los jueces a una parte de los responsables.
“Para mi fue tan extraño encontrar alguien tan valiente como el fiscal que estuvo allí investigando, aguantando todo tipo de amenazas. Recuerdo que el día del veredicto vi al fiscal, bajó la ventana de su auto, sacó su mano con el pulgar para arriba y ese día se fue de Guatemala. No volvió hasta años después”, recordó Goldman.
Uno de los personajes centrales de la historia es Ruben Chanax Sontay, testigo del caso. En los días posteriores al crimen el hombre, un presunto indigente que vivía en una calle aledaña a la casa parroquial donde se cometió el asesinato, dijo que había visto a los condenados en la escena del crimen.
Pero en el juicio en 2001 Chanax Sontay reveló que era miembro de la inteligencia militar, que había sido contratado para vigilar los movimientos de Gerardi y que los militares llegaron a la casa del obispo cuando éste ya había sido asesinado para alterar la escena del crimen, testimonio al que los jueces le dieron valor como prueba.
“Su destino era ser pobre y marginal, pero qué es la única cosa que tu puedes tener que nunca vas a querer vender, que te va a dar el valor que nadie te puede quitar: la dignidad”, dijo Goldman sobre el testimonio de Chanax Sontay, quien aún vive en el exilio.
En junio de 2001 un tribunal encontró culpable al capitán Byron Lima Oliva, a su padre el coronel Byron Lima Estrada y al especialista del ejército Obdulio Villanueva de participar en la muerte de Gerardi y los condenó a 30 años de prisión a cada uno.
El tribunal también condenó al sacerdote Mario Orantes, quien compartía la vivienda con Gerardi, a 20 años de prisión por complicidad en el crimen. Años después quedó libre por una reducción en la pena.
Lima Oliva y Villanueva fueron asesinados en prisión y Lima Estrada murió de causas naturales en 2019.
Una noche antes del inicio del juicio desconocidos lanzaron dos granadas contra la casa de una de los tres jueces del tribunal que condenó a los militares. Pero el amedrentamiento no tuvo efecto y la jueza participó en el proceso.
Los magistrados dejaron abierta la causa para investigar y procesar a otros autores intelectuales y materiales del crimen.
Hasta hoy el informe “Guatemala: Nunca Más” de Gerardi ha servido como evidencia en procesos judiciales contra militares y otros involucrados en crímenes de lesa humanidad.
Para Goldman, la del juicio por la muerte de Gerardi es una historia que debe ser tomada como un ejemplo especialmente en la actualidad, cuando los fiscales que investigan casos de corrupción viven bajo amenaza.
“Es una historia muy universal, relevante en un momento donde vemos que la democracia está bajo ataque, incluyendo a países como Estados Unidos”, dijo.
Para el escritor, haber resuelto el crimen del obispo en tiempos de paz marcó una diferencia para el sistema de justicia guatemalteco. “La lección del caso es que un fiscal puede ejercer bien su función, puede defender la democracia, abrir espacios y liberar espacios capturados”