Agencias, Ciudad de México.- Grecia enfrenta una sequía inédita que ha secado lagos de ecosistemas protegidos y reducido a la mitad la producción agrícola en varias regiones del país, agravada por la falta de infraestructuras adecuadas para gestionar los recursos hídricos.

A seis semanas de la cosecha, el olivar de Dimitris Papadakis en el norte de Grecia no tiene agua en el subsuelo, por lo que el agricultor ha iniciado una nueva rutina matutina.

Acompañado por su hijo adolescente, utiliza una camión para llevar agua desde zonas cercanas. Con un pequeño generador, conecta el vehículo al sistema de riego para salvar lo que queda de su sedienta plantación.

“Nuestros pozos están casi secos (…) Ahora dependemos de los camiones cisterna para regar nuestros campos”, apuntó Papadakis, que dirige una cooperativa agrícola en una localidad en Halkidiki, una península del norte de Grecia muy popular entre los turistas.

Este verano, el sur de Europa se ha visto azotado por sucesivas olas de calor, después de tres años de precipitaciones por debajo de la media. Las zonas afectadas por la sequía en el mapa de la región se han expandido. En Grecia, los efectos incluyen escasez de agua, lagos secos e incluso la muerte de caballos salvajes.

Las aguas subterráneas bajo de los 270 olivos de Papadakis están disminuyendo y volviéndose salobres, y se prevé que la sequía reduzca a la mitad su rendimiento.

La crisis del agua se ha agravado por el auge de la temporada turística.

En Kassandra, en el extremo más occidental de la península, la población anual, 17.000 personas, se multiplica hasta las 650,000 durante el verano, lo que pone una presión insostenible sobre los recursos hídricos.

“Hemos visto una reducción de entre el 30y el 40% en el suministro de agua después de tres inviernos consecutivos sin apenas lluvias”, dijo la alcaldesa, Anastasia Halkia.

Haroula Psaropoulou, que tiene una casa en la localidad costera de Nea Potidea, cuenta que es complicado sobrellevar los frecuentes cortes de agua, que pueden durar hasta cinco días en medio de un calor abrasador.

“Reciclo el agua del lavabo y de la lavadora y la utilizo para las plantas”, dijo Psaropoulou, de 60 años. “También he llevado agua del mar para el retrete”.

De acuerdo con el Servicio de Gestión de Emergencias de la Unión Europea, hay condiciones de sequía grave alrededor del mar Negro, que se extienden hacia el oeste hasta el norte de Grecia.

A lo largo del río Evros, que separa Grecia y Turquía, la grave sequía hace que el delta tenga ahora niveles más altos de agua del mar. El exceso de sal está matando a los caballos salvajes que dependen del río para beber.

“Si los caballos pasan una semana sin agua, se mueren”, dijo Nikos Mousounakis, que lidera una iniciativa para crear puntos de agua potable para caballos. “Algunos siguen en mal estado, pero esperamos que con ayuda continua se recuperen”.

Hasta hace poco, el lago Picrolimni, en el norte de Grecia, era un destino popular para los baños de barro, pero este verano es apenas una cuenca poco profunda de tierra agrietada, lo suficientemente seca como para soportar el peso de un auto.

“Lleva dos años sin llover, por lo que el lago se ha secado por completo”, apuntó el máximo mandatario local, Costas Partsis. “Solía tener mucha agua. La gente venía y se bañaba en el agua fangosa. El barro tiene propiedades terapéuticas para muchas dolencias. Este año no ha venido nadie”.

Cerca de allí, el lago Doirani se extiende a ambos lados de la frontera norte de Grecia con Macedoia del Norte. La orilla ha retrocedido 300 metros (yardas) en los últimos años. Las autoridades locales piden obras públicas para restablecer el suministro de agua del río, haciéndose eco de los llamados de los expertos que alegan que se necesitan cambios importantes en la gestión del agua para mitigar los efectos perjudiciales del cambio climático.

“Estamos viviendo un periodo de sequía prolongado que dura unos tres años ya, debido a la disminución de las lluvias y las nevadas, resultado de la crisis climática y la mala gestión del agua”, dijo Konstantinos S. Voudouris, profesor de hidrología en la Universidad de Salónica. “La solución está en tres palabras clave: conservación, almacenamiento y reutilización”.

Voudouris sostiene que las anticuadas redes de abastecimiento pierden demasiada agua y las mejoras de la infraestructura deben centrarse en recopilar y almacenar el agua de lluvia durante la temporada húmeda, además de reutilizar aguas residuales depuradas para la agricultura.

“Estos fenómenos de sequía regresarán con mayor intensidad en el futuro”, indicó Voudouris. “Tenemos que tomar medidas y planificar con antelación para minimizar su impacto, y debemos adaptarnos a esta nueva realidad”.

En la región griega de Corinto, situada a 78 kilómetros al oeste de Atenas, agricultores se manifestaron el pasado lunes para exigir que se termine la construcción de una presa en el río Asopos, paralizada desde hace años, y que tendría una capacidad de almacenamiento de 30.2 millones de metros cúbicos de agua.

La construcción de otras presas en la región de Kastoriá, en el norte de Grecia, y la isla de Eubea, ubicada al norte de Atenas, también están estancadas.

A pesar de contar con estudios sobre el impacto medioambiental de otras infraestructuras en todo el país, sus construcciones aún no han empezado.

Además del aumento en la capacidad de almacenamiento, otro factor importante para mitigar la crisis hídrica es el ahorro del agua.

«A finales de julio nos dimos cuenta de que los caballos tomaban agua salada porque no había en ningún lado agua dulce», explica a EFE Nikos Musunakis, que lidera una iniciativa para crear puntos de agua potable para estos animales.

Tras desplazar al lugar unos 300 bidones de agua potable, los animales inmediatamente se acercaron para beber, según indica Musunakis.

Sin embargo, seis caballos fueron encontrados muertos por deshidratación, y el resto «no se ha recuperado todavía», apunta.

Según Vuduris, algunas redes de suministro de agua potable o de riego en Grecia pierden hasta el 50 % de este recurso, muy por encima del «límite aceptable» en la Unión Europea, que oscila entre el 10 y el 15 %.

Asimismo, en contraste con países como España, Chipre o Israel, el país heleno no reutiliza sus aguas residuales tratadas para el riego de cultivos, pese a que la agricultura es responsable del 85 % del agua consumida en el país.

«Nuestra producción agrícola se redujo este año en más de la mitad», detalla a EFE Emanuíl Kurletakis, teniente de alcalde del municipio de Minoa Pediada, situado en el centro de la isla de Creta.

En esta zona, en la que predominan los cultivos de olivo y plantas de vid, también se ha visto seriamente afectada la ganadería.

«El agua en los pozos se está agotando y no hay fondos para realizar nuevas perforaciones, estamos en una situación lamentable», señala Kurletakis.

Además de Creta, varias regiones de la península del Peloponeso, al oeste de la capital, vieron su producción agrícola reducida a la mitad este año debido a la sequía.

El pequeño lago salado de Pikrolimni, ubicado en la región septentrional de Kilkís y parte de la red Natura 2000, desapareció por completo este verano, destruyendo el hábitat de aves como el esmerejón y el aguilucho pálido.

«El nivel del agua de este lago siempre se reducía durante el período estival, pero ahora ha desaparecido por completo», cuenta Kostas Terzenidis, periodista y editor del periódico local Eidiseis.

A unos kilómetros más al norte se encuentra el lago de Doiran, compartido entre Macedonia del Norte y Grecia, que también se ha visto afectado.

«La orilla en el lado (oriental) griego ha retrocedido unos 100 metros», señala Terzenidis, lo que pone en peligro esta zona protegida que da refugio temporal a 36 especies raras de aves, como la garceta o el pelícano plateado.

Mientras, la sequía ha causado que agua salada del mar entre en el delta del río Evros, en la frontera natural con Turquía, lo que amenaza a una población de unos 250 caballos salvajes.

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