Agencias, Ciudad de México.- — La victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos cambió al instante los cálculos de millones de migrantes, o potenciales migrantes, en todo el mundo.

Pero quizás no de la manera que Trump imaginaba.

El republicano ha prometido reducir la inmigración, pero restringir las ya limitadas vías legales de entrada a Estados Unidos sólo hará que esas personas ajusten sus planes y recurran más a los servicios de traficantes, coinciden los expertos.

Y, en la gran mayoría de los casos, eso significa ponerse en manos del crimen organizado, que ha hecho del tráfico de migrantes uno de sus negocios más lucrativos.

Los posibles afectados son hombres, mujeres y niños de decenas de países. Muchos ya iniciaron el viaje, aunque tuvieran que venderlo todo para financiarlo, incluso sus casas.

Los venezolanos siguen llegando a la frontera sur estadounidense, aunque sea más lentamente. Los mexicanos representaron la mitad de las detenciones de la Patrulla Fronteriza en septiembre. Los chinos llegan a través de Ecuador y se abren camino hacia el norte. Los senegaleses compran vuelos con escala hasta Nicaragua para luego seguir avanzando desde ahí.

La Organización Internacional para las Migraciones calcula que hay unos 281 millones de migrantes en el mundo, el 3.6% de la población mundial. Según su informe anual, cada vez más personas se verán desplazadas por motivos políticos, económicos o por la violencia, y cada vez más migrantes buscarán asilo.

Y advierte que cuando las personas no encuentran vías legales, empiezan a buscar “canales irregulares que son extremadamente peligrosos”.

Durante el primer mandato de Trump, las ciudades fronterizas mexicanas estaban saturadas de migrantes. Los cárteles se cebaban en ellos: los secuestraban, extorsionaban a sus familias, los reclutaban a la fuerza para que formaran parte de sus filas. Llegaban por cientos cada día, y miles de personas se veían obligadas a esperar en México el proceso de solicitud de asilo estadounidense, que puede durar años.

El gobierno de Joe Biden puso en marcha un programa, llamado CBP One, que puso algo de orden. Desde su introducción a principios de 2023, los migrantes ya no tienen que presentarse en el puesto fronterizo para concertar una cita, sino que pueden hacerlo a través de internet y desde sus propios celulares. Los albergues fronterizos, antaño desbordados, se han vaciado y muchas familias hacen todo lo posible por seguir la vía legal.

Trump ha prometido acabar con el CBP One. También quiere volver a restringir el reasentamiento de refugiados en el interior de Estados Unidos, y advirtió durante toda su campaña que emprendería deportaciones masivas.

Pero aunque su victoria fue desalentadora y preocupante para quienes están ya en la ruta hacia Estados Unidos, no fue un punto de inflexión.

Bárbara Rodríguez, una venezolana de 33 años, debería haber estado durmiendo después de caminar más de 13 kilómetros (8 millas) bajo el calor tropical del sur de México junto a otros 2,500 migrantes de distintas nacionalidades.

Pero en lugar de descansar, estaba pegada a su celular revisando el recuento de votos en Estados Unidos.

Meses atrás, en Caracas, donde vivía, Rodríguez ayudó a la oposición venezolana a supervisar las elecciones en un centro de votación durante los comicios de julio. Después de que el presidente Nicolás Maduro se proclamara reelegido, sus partidarios empezaron a acosar a su familia.

“Ese mismo mes decidí cambiar de rumbo: o estaba en riesgo la vida de mi familia o había que salir del país”. En septiembre vendió su casa y dejó a sus tres hijos con su madre.

Ahora, su plan de lograr una cita con CBP One para solicitar asilo en la frontera estadounidense y poder entrar legalmente a ese país tiene fecha de caducidad.

“Cambiaron los planes, tenemos hasta el 20 de enero”, dijo en referencia a la fecha de toma de posesión del próximo presidente. Por eso, aunque durante su viaje ya vivió lo que era estar secuestrada, no descarta acudir a un traficante para llegar a su destino.

Martha Bárcena, quien fungió como embajadora de México en Estados Unidos durante parte del primer gobierno de Trump, reconoció que los migrantes fueron los grandes perdedores de sus políticas y que eso podría volver a ocurrir.

“El crimen organizado es el mayor beneficiario, porque ya los ingresos por tráfico ilícito de personas son iguales o superiores a los ingresos de tráfico de drogas”, afirmó.

La guatemalteca Estefanía Ramos se despertó preocupada en un albergue de Ciudad Juárez, que colinda con El Paso, Texas.

“Estamos viendo qué va a pasar con nosotros”, dijo apesadumbrada la joven de 19 años. “Este no era el plan”.

Ella y su marido abandonaron Guatemala después de que, según dijo, una pandilla lo amenazara a él con hacerle daño y a ella con secuestrarla. Llevan tres meses esperando una cita con el CBP One. Hace dos meses tuvieron una niña.

Cerca del albergue, docenas de solicitantes de asilo con cita esperaban pacientemente a que les llamaran para cruzar el puente internacional.

Ramos confiaba en ser pronto una de esas personas. “Si tenemos oportunidad de seguir esperando la cita, la vamos a seguir esperando”, explicó. “Queremos hacer las cosas bien y que la nena tenga una seguridad allá”.

Gretchen Kuhner, directora de IMUMI, una organización no gubernamental de México que ofrece servicios jurídicos, estuvo la semana pasada en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, en el sur del país, donde encontró familias migrantes con niños pequeños viviendo en la calle.

“Están cargando sus teléfonos móviles todos los días en algún lugar improvisado en la calle para comprobar (si lograron o no) sus citas CBP One… mientras amamantan a sus bebés y duermen en una tienda de campaña sin agua”, explicó Kuhner. “Las personas que necesitan protección realmente están intentando hacerlo de la manera correcta”.

Más restricciones en el ya difícil proceso, tal y como Trump ha anunciado, dejarían a todos los migrantes en una situación mucho más vulnerable y con pocas opciones, dijo Mark Hetfield, CEO de la organización de apoyo a refugiados con sede en Estados Unidos HIAS.

“Significaría que no tienen a dónde ir porque hay muchos, muchos países en el hemisferio donde no existe un sistema de asilo o donde aunque puedas recibir refugio, eso no significa que necesariamente estés a salvo”, señaló.

Y luego está el fantasma de las deportaciones masivas.

Trump ya lanzá esta amenaza durante su anterior presidencia. No la cumplió, pero aun así supone una preocupación real.

Los retornos a países como Cuba y Venezuela podrían complicarse por los conflictos diplomáticos con esos países, aunque el mandatario venezolano emitió un mensaje conciliador de felicitación a Trump. En Haití, defensores de los derechos humanos exigieron a todos los países, incluido Estados Unidos, que detengan las deportaciones debido a la crisis interna que vive el país.

Pero, sin duda, ningún lugar se verá más afectado que México. De los 11 millones de mexicanos que viven en Estados Unidos, unos 5 millones no tienen su situación migratoria legalizada. Y las deportaciones masivas sacudirían las finanzas de millones de familias mexicanas y de toda la economía nacional porque los mexicanos enviaron a sus casas el año pasado más de 63,000 millones de dólares en remesas, la mayoría desde Estados Unidos.

El gobierno de México dice estar preparado para lo que pueda venir, pero los defensores de los migrantes y los directores de albergues en México afirman que no han oído hablar de ningún plan de las autoridades para hacer frente a un gran número de deportados.

“La sociedad civil no está en condición de recibir esa cantidad de gente”, dijo Rafael Velásquez García, director para México del Comité Internacional de Rescate. “Y seamos honestos, es sociedad civil la que lleva en los hombros la mayor cantidad de la respuesta humanitaria hacia gente deportada y gente de tránsito”.

México necesita prepararse para todo tipo de presiones procedentes de la futura administración Trump, advirtió Carlos Pérez Ricart, profesor de relaciones internacionales en el centro de investigación pública mexicano CIDE.

“Lo que México tiene que aceptar es que nuestro país va a ser país de retención de migrantes, quieran o no”, aseguró. “Trump va a deportar miles de personas, si no millones, y va a impedir el flujo de migrantes”.

Los votantes en general citaron la economía y los empleos como el problema más importante que enfrentaba el país. Esto también fue cierto para los votantes negros e hispanos.

Aproximadamente 3 de cada 10 hombres negros menores de 45 años optaron por Trump, aproximadamente el doble de la proporción que obtuvo en 2020. Los jóvenes latinos, particularmente los hombres latinos jóvenes, también estuvieron más proclives a Trump que en 2020. Aproximadamente la mitad de los hombres latinos jóvenes votaron por Harris, en comparación con aproximadamente 6 de cada 10 que optaron por Biden.

Juan Proaño, director general de la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos (LULAC por sus siglas en inglés) —la organización más grande y antigua de Estados Unidos que aboga por mejorar las condiciones de los hispanos y latinos—, dijo que los resultados electorales dejan claro que el mensaje de Trump sobre la economía resonó entre los latinos.

“Creo que es importante decir que los latinos tuvieron un impacto significativo en decidir quién iba a ser el próximo presidente y reelegir a Donald Trump”, observó Proaño. “Los hombres (latinos) ciertamente respondieron al mensaje populista del presidente y se centraron principalmente en temas económicos, inflación, salarios e incluso apoyo a la reforma migratoria”.

El reverendo Derrick Harkins, un ministro que ha servido en la Iglesia Bautista Abisinia en Nueva York, ha supervisado el alcance a las comunidades religiosas afroestadounidenses durante más de una década. Indicó que el atractivo hiper masculino de Trump funcionó para ganarse a algunos hombres jóvenes no blancos.

“Creo que Trump con este machismo falso ha sido efectivo entre los hombres jóvenes, negros, blancos, hispanos”, dijo Harkins. “Y creo que, lamentablemente, aunque sea un porcentaje muy pequeño, cuando hablas de una elección como la que acabamos de tener, puede ser muy impactante”.

Brian Leija, un empresario de 31 años de Belton, Texas, no se sorprendió de que un número creciente de hombres latinos de su generación votaran por Donald Trump para presidente este año. Leija había votado por el republicano en 2016 y 2020.

La razón de Leija fue simple: explicó que se había beneficiado de las políticas económicas de Trump, especialmente de los recortes de impuestos.

“Soy un trabajador de clase obrera”, indicó Leija. “Por lo tanto, los recortes de impuestos para pequeñas empresas son ideales para lo que hago”.

Para DaSean Gallishaw, un consultor en Fairfax, Virginia, el voto por Trump se debió a que, en su opinión, la retórica de los demócratas no se correspondía con sus acciones. “Ha pasado mucho tiempo desde que los demócratas realmente cumplieron sus promesas sobre lo que van a hacer por las comunidades minoritarias”, apuntó.

Gallishaw, de 25 años, que es negro, también ha votado por Trump en dos ocasiones anteriores. Este año, dijo, pensó que el “alcance a la comunidad minoritaria del expresidente realmente se hizo notar”.

Trump obtuvo una mayor proporción de votantes negros y latinos que en 2020, cuando perdió ante el demócrata Joe Biden, y más notablemente entre los hombres menores de 45 años, según AP VoteCast, una encuesta nacional de más de 120,000 votantes.

Incluso cuando la demócrata Kamala Harris ganó mayorías de votantes negros y latinos, no fue suficiente para darle a la vicepresidenta la Casa Blanca, debido a los avances de Trump.

Mientras que aproximadamente 4 de cada 10 votantes jóvenes menores de 45 años de todos los grupos raciales y étnicos señalaron la economía como el principal problema al que se enfrenta el país, los votantes blancos y latinos de más edad fueron más propensos a citar también la inmigración, con aproximadamente una cuarta parte de cada uno de ellos diciendo que era el principal problema.

Una clara mayoría de los votantes negros jóvenes describieron la economía como “no tan buena” o “pobre”, en comparación con aproximadamente la mitad de los votantes negros mayores. Mayorías de votantes latinos, independientemente de la edad, dijeron que la economía está en mal estado.

Esa convicción hizo más difícil para Harris destacar los números reales en la economía, que muestran que la inflación ha disminuido drásticamente, el desempleo sigue siendo bajo y los salarios han aumentado. Estos votantes simplemente no sintieron ese progreso.

Esta fue la primera vez que Alexis Uscanga, un estudiante universitario de 20 años de Brownville, Texas, votó en una elección presidencial. La economía y la inmigración son los temas que lo llevaron a votar por Trump, afirmó.

“Todo simplemente se ha vuelto mucho más caro de lo que solía ser para mí”, dijo Uscanga. “Gasolina, los alimentos incluso como estudiante universitario, todo ha subido de precio y eso es una gran preocupación para mí y otros temas como la inmigración”.

Habiendo crecido vendiendo tamales y coches usados, y lavando coches, Uscanga sabe lo difícil que puede ser ganarse la vida. Cuando Trump era presidente, indicó, no se sentía así.

“Durante la presidencia de Trump había más oportunidades”, señaló Uscanga. “No me gustaba mucho el presidente Trump debido a su discurso en 2016, pero aparté eso y cómo vivíamos en 2018, 2019, simplemente sentí que vivíamos una buena vida sin importar lo que dijeran los medios y por eso empecé a apoyarlo después de eso”.

Aunque el giro de votos hacia Trump de los hombres negros y latinos fue impactante, Trump no podría haber ganado sin el apoyo de la mayoría de los votantes blancos.

“Los hombres de color realmente están comenzando a surgir como los nuevos votantes indecisos”, afirmó Terrance Woodbury, cofundador de HIT Strategies, una firma de encuestas e investigación que realizó estudios para la campaña de Harris.

“Durante mucho tiempo estuvimos hablando de mujeres y madres de la clase media que viven en los suburbios que pueden incidir en el resultado de las elecciones. Ahora los hombres de color realmente están comenzando a surgir como eso, especialmente los hombres jóvenes de color, que son menos ideológicos, menos atados a un solo partido y más propensos a oscilar entre partidos o entrar y salir del electorado”, explicó Woodbury.

La mayoría de los votantes a nivel nacional dijeron que Trump era un líder fuerte, ligeramente menos de la mitad afirmó lo mismo sobre Harris. Entre los votantes hispanos, fueron incluso más aquellos que vieron a Trump como un líder fuerte en esta elección. Aproximadamente 6 de cada 10 hombres hispanos describieron a Trump como un líder fuerte, en comparación con el 43% que dijo eso en 2020. Aproximadamente la mitad de las mujeres hispanas dijeron que Trump era un líder fuerte, frente al 37%.

Los hombres y mujeres negros tenían aproximadamente el doble de probabilidades que en 2020 de describir a Trump como un líder fuerte.

David Means, un gerente de compras en Atlanta que es negro, se abstuvo de votar en la elección porque no sentía que ni Harris ni Trump estuvieran apelando correctamente a los hombres negros. Pero los resultados de la elección no lo decepcionaron.

“Estoy satisfecho con el resultado. No me siento menospreciado. No me decepcionaron. No estaba apoyando a Trump o Kamala, pero no quería una mujer en esa posición”, afirmó. Y si tuviera que ser una mujer, Means dijo, “preferiría tener una mujer realmente fuerte e inteligente, por ejemplo, como la jueza Judy”.

El Instituto Peterson de Economía Internacional, un destacado centro de estudios, calcula que las políticas de Trump reducirían el producto interno bruto, que es la producción total de bienes y servicios de Estados Unidos, entre 1.5 billones y 6.4 billones de dólares hasta 2028. Peterson también calculó que las propuestas de Trump harán que los precios suban bruscamente en dos años: la inflación, que de otro modo sería de 1.9% en 2026, aumentaría entre 6% y 9.3% si se implementan completamente las políticas de Trump.

El mes pasado, 23 economistas ganadores del Premio Nobel firmaron una carta donde advirtieron que un gobierno de Trump “produciría precios más altos, déficits más grandes y mayor desigualdad”.

“Entre los determinantes más importantes del éxito económico”, escribieron, “están el estado de derecho y la certeza económica y política, y Trump amenaza todo esto”.

El presidente electo hereda una economía que, a pesar de los precios frustrantemente altos, parece fundamentalmente sólida. El crecimiento fue de un saludable 2.8% anual de julio a septiembre. El desempleo es de 4.1%, bastante bajo según los estándares históricos.

Entre los países ricos, solo España experimentará un crecimiento más rápido este año, según el pronóstico del Fondo Monetario Internacional. Estados Unidos es la “envidia del mundo” con respecto a la economía, declaró recientemente la revista The Economist.

La Reserva Federal confía tanto en que la inflación en Estados Unidos está cerca de alcanzar su objetivo de 2% que redujo su tasa de referencia en septiembre, y volvió a hacerlo esta semana.

Sin embargo, los consumidores aún muestran las cicatrices del aumento inflacionario. En promedio, los precios todavía son 19% más altos que antes de que la inflación comenzara a acelerarse en 2021. Las facturas de los víveres y los aumentos de alquiler aún provocan dificultades, especialmente a los hogares de bajos ingresos. Aunque los salarios por hora ajustados según la inflación han aumentado por más de dos años, aún están por debajo del nivel que tenían antes de que Biden asumiera el cargo.

Los votantes llevaron su frustración a las urnas. Según AP VoteCast, una amplia encuesta de más de 120,000 votantes en todo el país, 3 de cada 10 votantes dijeron que su familia se estaba “quedando atrás” financieramente, frente a 2 de cada 10 en 2020. Cerca de 9 de cada 10 votantes estaban al menos algo preocupados por el costo de los alimentos, y 8 de cada 10 por el costo de la atención médica, la vivienda o la gasolina.

“No creo que sea ni profundo ni complicado”, dijo Holtz-Eakin. “El verdadero problema es que el equipo Biden-Harris empeoró la situación de las personas, y éstas estaban muy enojadas por ello, y vimos el resultado”.

La ironía es que los economistas convencionales temen que los remedios de Trump empeoren los niveles de precios.

La pieza central del programa económico de Trump es gravar las importaciones. Es un enfoque que, afirma, reducirá los déficits comerciales estadounidenses y obligará a otros países a hacer concesiones a Estados Unidos. En su primer mandato, el republicano aumentó los aranceles a los bienes chinos, y ahora ha prometido mucho más de lo mismo: quiere subir a 60% los aranceles a los productos chinos y establecer un impuesto “universal” de 10% o 20% a todas las demás importaciones.

Trump insiste en que otros países pagan aranceles. De hecho, las empresas estadounidenses los pagan, y luego generalmente trasladan a sus clientes el aumento a sus costos mediante precios más altos. Por eso, gravar las importaciones normalmente es inflacionario. Peor aún, otros países suelen responder con aranceles sobre los bienes estadounidenses, perjudicando así a los exportadores del país.

Kimberly Clausing y Mary Lovely, del Instituto Peterson, calculan que el arancel de 60% a las importaciones chinas propuesto por Trump, y su arancel máximo de 20% sobre todo lo demás, impondrían a un típico hogar estadounidense una pérdida de 2,600 dólares anuales después de impuestos.

El daño económico probablemente se extendería a todo el mundo. Investigadores de Capital Economics calculan que un arancel estadounidense de 10% perjudicaría más a México. Alemania y China también sufrirían. Todo eso depende, por supuesto, de si realmente hace lo que dijo durante la campaña.

Trump ha amenazado con deportar a millones de inmigrantes indocumentados, socavando potencialmente uno de los factores que permitieron a Estados Unidos controlar la inflación sin caer en una recesión.

La Oficina de Presupuesto del Congreso informó que la inmigración neta, que contabiliza las llegadas menos las salidas, fue de 3.3 millones en 2023. Los empleadores necesitaban a los recién llegados. Después de que la economía se recuperó de la recesión provocada por la pandemia, las empresas tuvieron dificultades para contratar suficientes trabajadores, especialmente porque muchas personas nacidas en Estados Unidos entre 1958 y 1975, conocidas popularmente como “baby boomers”, habían llegado a la edad de la jubilación.

Los inmigrantes llenaron ese vacío. En los últimos cuatro años, 73% de quienes ingresaron a la fuerza laboral nacieron en el extranjero.

Los economistas Wendy Edelberg y Tara Watson, del Proyecto Hamilton del Instituto Brookings, encontraron que, al aumentar la oferta de trabajadores, la afluencia de inmigrantes permitió que Estados Unidos generara empleos sin sobrecalentarse y sin acelerar la inflación.

El Instituto Peterson calcula que la deportación de los 8.3 millones de inmigrantes que, según se cree, trabajan ilegalmente en Estados Unidos, reduciría el PIB estadounidense en 5.1 billones de dólares y aumentaría la inflación en 9.1 puntos porcentuales para 2028.

Trump propuso extender los recortes de impuestos de 2017 para las personas cuya fecha de expiración era después de 2025 y restaurar los beneficios fiscales para las empresas que estaban siendo reducidas. También ha llamado a eliminar los impuestos sobre las prestaciones del Seguro Social, el pago de horas extras y las propinas, así como a reducir aún más la tasa del impuesto sobre la renta corporativo para los fabricantes estadounidenses.

El Modelo Presupuestario de Penn Wharton de la Universidad de Pensilvania calcula que las políticas fiscales de Trump aumentarían los déficits presupuestarios en 5.8 billones de dólares en 10 años. Incluso si los recortes fiscales generaran suficiente crecimiento para recuperar parte de los ingresos fiscales perdidos, Penn Wharton calcula que los déficits aumentarían en más de 4.1 billones de dólares de 2025 a 2034.

El presupuesto federal ya está desequilibrado. Una población que envejece ha exigido aumentar el gasto en la Seguridad Social y Medicare. Y los recortes de impuestos anteriores han reducido los ingresos del gobierno.

Holtz-Eakin dijo que le preocupa que Trump tenga poco apetito por tomar las medidas —recortes al Seguro Social y Medicare, aumentos de impuestos o alguna combinación de ellos— que se requieren para acercar significativamente el presupuesto federal al equilibrio.

“No va a suceder”, dijo Holtz-Eakin.

Desde Pensilvania hasta Florida y Texas, las áreas con una gran cantidad de hispanos no tuvieron mucho en común en el día de las elecciones, aparte de apoyar al republicano Donald Trump sobre la demócrata Kamala Harris.

Trump, el presidente electo, logró avances en áreas del este de Pensilvania con una fuerte presencia de puertorriqueños, donde la vicepresidenta pasó todo el último día de su campaña. También transformó el Valle del Río Grande en el sur de Texas, que fue un bastión demócrata durante décadas, poblado por inmigrantes recientes y por texanos con raíces en el estado que se remontan a varias generaciones.

También mejoró su posición con los votantes hispanos en el corredor de la carretera Interestatal 4 de Florida, que conecta el área de la Bahía de Tampa —hogar de personas de origen cubano, venezolano, nicaragüense, colombiano y puertorriqueño— con Orlando, donde los puertorriqueños constituyen aproximadamente 43% de la población hispana local. Trump fue el primer republicano desde 1988 en ganar el condado de Miami-Dade, que alberga una considerable población cubana y es el área metropolitana del país con el mayor porcentaje de inmigrantes.

Fue un realineamiento que, si perdura, podría cambiar la política estadounidense.

Texas y Florida ya son confiablemente republicanos, pero si más hispanos se alejan de los demócratas en futuras elecciones presidenciales, ello podría socavar aún más el “muro azul” de Pensilvania, Michigan y Wisconsin, que ayudó a catapultar al partido a la Casa Blanca antes de que Trump arrasara con los tres. El cambio podría incluso dificultar que los demócratas ganen en el oeste, en estados como Arizona y Nevada.

Harris intentó destacar las formas en que Trump pudo haber insultado o amenazado a los latinos.

En su primer mandato, el magnate limitó el uso del Estatus de Protección Temporal, que el presidente demócrata Joe Biden extendió a miles de venezolanos, e intentó terminar con el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA) impulsado durante el gobierno de Barack Obama. También retrasó la liberación de ayuda de emergencia a Puerto Rico tras el paso del huracán María en 2017 casi hasta el final de su mandato, después de haber calificado durante mucho tiempo a los funcionarios de la isla como corruptos e ineptos.

Trump prometió que, una vez que vuelva a la Casa Blanca, organizará la operación de deportación más grande en la historia de Estados Unidos. Esto podría afectar a millones de familias en hogares de estatus mixto, donde personas que están sin autorización en Estados Unidos viven con ciudadanos estadounidenses o con residentes legales.

Pero las advertencias demócratas no parecieron resonar lo suficiente con los votantes de Harris. Ahora, el partido debe averiguar cómo recuperar los votos de un grupo decisivo y de rápido crecimiento.

“Trump es una figura muy desconcertante”, dijo Abel Prado, un operativo demócrata y encuestador que se desempeña como director ejecutivo del grupo de defensa Cambio Texas. “No tenemos idea de cómo organizarnos contra él. No tenemos idea de cómo responder. No tenemos idea de cómo no caer en la trampa”.

En última instancia, entre muchos hispanos, las preocupaciones sobre la inmigración no resonaron tanto como los problemas económicos.

Casi 7 de cada 10 votantes hispanos estaban “muy preocupados” por el costo de los alimentos y los comestibles, ligeramente más que cerca de dos tercios de los votantes en general, según AP VoteCast, una encuesta de más de 120,000 votantes a escala nacional. Casi dos tercios de los votantes hispanos dijeron estar “muy preocupados” por los costos de la vivienda, en comparación con aproximadamente la mitad de los votantes en general.

Trump tenía una clara ventaja entre los votantes hispanos que estaban “muy preocupados” por el costo de los alimentos. La mitad dijo que él manejaría mejor la economía, en comparación con aproximadamente 4 de cada 10 para Harris. Entre los votantes hispanos que estaban muy preocupados por el crimen en su comunidad, Trump obtuvo una ventaja similar.

“Cuando miraron a ambos candidatos, vieron quién podría mejorar nuestra economía y la calidad de vida”, dijo Marcela Diaz-Myers, una inmigrante colombiana que encabezó un grupo de trabajo de alcance hispano para el Partido Republicano de Pensilvania. “¿A veces ofendió? Sí. Pero eso sucede en las campañas políticas. Muchas de las personas que votaron por el presidente Trump pudieron superar esto y confiar en que él moverá el país en la dirección correcta”.

Harris prometió bajar los precios de los alimentos al tomar medidas enérgicas contra la manipulación de precios por parte de las corporaciones y aumentar la financiación federal para quienes adquirieran su primera vivienda. Además, los recientes índices de crímenes violentos han disminuido en muchas partes del país.

También pasó muchos de los últimos días de la campaña tratando de capitalizar los comentarios de un comediante que habló en un mitin de Trump en Nueva York y bromeó diciendo que Puerto Rico era una “isla flotante de basura”. Incluso recurrió a celebridades puertorriqueñas, desde Bad Bunny hasta Jennifer Lopez, para denunciar el racismo.

Aun así, Trump ganó terreno en algunas de las áreas con la mayor concentración de puertorriqueños en Pensilvania, el estado donde Harris pasó más tiempo haciendo campaña que en cualquier otro. Ganó los condados de Berks, Monroe y Luzerne, y perdió ante Harris el condado de Lehigh por menos de 5,000 votos. Biden lo ganó por un margen casi tres veces mayor en 2020.

La victoria de Trump fue aún más amplia en Florida, donde casi una cuarta parte de los residentes son hispanos. Ganó el estado por 13 puntos porcentuales, o aproximadamente cuatro veces su margen de 2020.

Trump también cambió la tendencia en los condados de Seminole y Osceola, en el centro de Florida, donde muchos venezolanos han migrado mientras su país de origen se vuelve cada vez más inestable, y redujo la ventaja de los demócratas en el condado de Orange, que también tiene una numerosa población venezolana.

Más al sur, Trump ganó el condado de Miami-Dade con una ventaja de 11 puntos porcentuales tras perderlo por 7 puntos porcentuales ante Biden y por 30 puntos porcentuales ante la demócrata Hillary Clinton en 2016.

Kevin Marino Cabrera, comisionado del condado de Miami-Dade que fue director estatal de la campaña de Trump en 2020, dijo que los hispanos rechazaron la “ideología woke”, término despectivo que algunos utilizan para denunciar ideas consideradas demasiado progresistas. Trump ha hecho de su oposición a los derechos transgénero un punto central de su campaña.

“Para ser claros, los votantes hispanos no compran lo que los demócratas venden”, dijo Cabrera.

Lo mismo ocurrió en el sur de Texas, donde los hispanos son, en su mayoría, de ascendencia mexicana.

Prado, el operativo demócrata y encuestador, vive en el condado de Hidalgo, que es 92% hispano y la parte más poblada del Valle del Río Grande. Trump lo ganó tras perder por más de 40 puntos porcentuales en 2016. El presidente electo arrasó en todos los principales condados de la frontera entre Texas y México.

Prado dijo que los comisionados de condado y los legisladores estatales demócratas ayudaron a obtener fondos para nuevos puentes a través de la frontera entre Texas y México y otras iniciativas que han impulsado el comercio y el crecimiento económico y laboral del área. Sin embargo, dijo, “el Partido Republicano ha hecho un muy buen trabajo al presentarse como una respuesta a problemas inexistentes y luego asumir el crédito por (cosas) que no hicieron”.

Afirmó que muchos hispanos del Valle del Río Grande, particularmente los religiosos devotos, se sintieron marginados por el enfoque de los demócratas a escala nacional en los derechos reproductivos y de la comunidad transgénero; los republicanos convirtieron este último en un arma política clave.

“Esta tontería de que vas a enviar a tu hijo a la escuela y va a volver como una niña”, dijo. “Nuestro lado se burló porque dijimos, ‘Nadie va a creer eso’. Pero sí causó un impacto”.

Otros simplemente buscaban emitir un voto desafiante, dijo Prado, o se inspiraron en la idea de las personas autosuficientes que abrazan el sueño estadounidense, aunque Trump comenzó en los negocios con un gran préstamo de su padre.

Daniel Alegre, CEO de TelevisaUnivision, propietaria de la cadena de televisión en español Univision, junto con otras propiedades de televisión y radio, dijo que la victoria de Trump entre los hispanos tenía menos que ver con el partido que con los problemas, y que los hispanos estaban más preocupados por la economía y la inmigración.

Alegre, cuya red organizó diálogos públicos en octubre con Trump y Harris, también señaló que los ciudadanos hispanos sienten cada vez más que los nuevos inmigrantes reciben más servicios gubernamentales que los que estaban disponibles cuando los inmigrantes que han estado aquí por más tiempo llegaron a Estados Unidos, y que la campaña de Trump aprovechó el resentimiento en torno a ese tema.

“Lo más importante que cualquiera de los partidos puede hacer es tener los oídos bien abiertos y mantenerse conectados con la comunidad”, dijo, y en este caso, la campaña de Trump claramente lo logró.

Donald Trump volverá a la Casa Blanca como el primer presidente en la historia con una condena criminal, tras haber sido declarado culpable, en Nueva York, de falsificar registros comerciales.

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