Agencias, Ciudad de México.- Keanu Reeves no solo ha dejado huella en el corazón de los espectadores con su personalidad humilde y entrega absoluta a través de sus películas, sino también en la industria del cine como una de las figuras más generosas y comprometidas con el séptimo arte.

Cuando Keanu quiso perfeccionarse junto a actores consagrados como Al Pacino (El abogado del diablo) o Gene Hackman (Equipo a la fuerza), o fue consciente de que las secuelas de Matrix no tenían presupuesto suficiente para invertir en mejor vestuario y efectos especiales, ofreció parte de su salario como sacrificio artístico para que las producciones pudieran pagar el sueldo de sus compañeros. Y años atrás incluso llegó a conducir casi 2.000 kilómetros en motocicleta para únicamente llevar un guion a uno de sus mejores amigos, River Phoenix, ante el ansía de rodar la película a su lado.

El guion no era otro que Mi Idaho Privado, uno de los grandes clásicos de la filmografía de ambos y un título que se ha ganado un lugar en la historia como pieza influyente en el nacimiento del nuevo cine queer como parte de la industria mainstream de Hollywood.

Keanu, que decidió dedicar su vida a la actuación cuando tenía 15 años, tenía relación con la familia Phoenix a través de Joaquin porque habían trabajado juntos en Dulce hogar… ¡a veces! (1988) bajo las órdenes de Ron Howard.

Poco tiempo después cambiaría de hermano para colaborar con River en la comedia de Lawrence Kasdan Te amaré hasta que te mate (1990). Pero en 1990, cuando tiene lugar la anécdota que cuento a continuación, ninguno de los dos se había consagrado del todo todavía, sino que estaban en pleno ascenso como rostros a los que prestar atención en la industria del cine.

En el caso de Keanu, poco después le llegó su primer taquillazo como actor protagonista, Le llaman Bodhi (1991) mientras River venía de haber cautivado los ojos de Hollywood con su breve aparición en Indiana Jones y la última cruzada (1989).

Keanu y River Phoenix se llevaban seis años, con 26 el primero en aquel entonces, y 20 el segundo. Quizás por esa diferencia de edad y por llevar más tiempo en la industria, el actor de John Wick habría disfrutado de más libertad a la hora de tratar con su agente sobre los proyectos que le ofrecían. Sin embargo, parece que el agente de River controlaba más qué papeles comentarle.

Y es que cuando Gus Van Sant por fin terminó el guion de Mi Idaho Privado tras casi 20 años inspirándose en las obras de Henry de Shakespeare, retocándolo, descartándolo, recuperándolo de nuevo para cambiarlo otra vez, se topó con que el agente de River no quería entregárselo a su cliente.

El director se lo envió a los agentes de ambos actores convencido de que no estarían interesados. Sin embargo, Keanu lo leyó y aceptó enseguida pero el de River se negó a hacérselo llegar al joven intérprete en alza. Quizás, y esto es conjetura mía, porque se trataba de una película muy pequeña con un presupuesto diminuto para el potencial de estrella que tenía River, y por tratarse de una historia atrevida para aquel Hollywood tradicional ante el tema de la prostitución masculina y homosexualidad que proponía.

Convencido del fichaje perfecto que formarían juntos como Mike y Scott, dos amigos en busca de sus identidades mientras se dedican a la prostitución, el cineasta le pidió a Keanu que llevara el guion al joven Phoenix. Y el actor cumplió a rajatabla, se montó en su motocicleta Norton Commando de 1974 durante el frío navideño de Toronto y cruzó EEUU hasta Micapony, al norte de Florida, para plantarse en casa de su amigo con el guion en la mano. Nada menos que 2,000 kilómetros.

Y tras leerlo, River también aceptó.

El único inconveniente es que él también quería el papel de Scott Favor, el joven privilegiado y buscavidas callejero que se prostituye y abandona a su amigo en plena búsqueda de su madre. Pero como Gus Van Sant ya había seleccionado a Keanu para dicho personaje, tuvieron que idear formas de convencerlo para que aceptara el papel del vulnerable Mike que sufre de narcolepsia. Desconozco cómo lo convencieron, pero lo hicieron, topándose más tarde con unas cuantas complicaciones para sacar el proyecto adelante.

Según comentó Van Sant tiempo más tarde, la historia de representación homosexual y las técnicas visuales vanguardistas que quería utilizar, hicieron que “ciertas personas dudaran en la comunidad de Hollywood. Creo principalmente que fue el aspecto del hombre gay estafador. No era un tema candente en aquel momento” (vía Out). En un principio, ningún estudio quería financiar el proyecto pero el fichaje de ambos interpretes ayudó a generar interés hasta que New Line Cinema, que estaba expandiéndose a través de películas independientes, ofreció un presupuesto de $2.5 millones.

El resultado fue un trabajo artístico que sacó a relucir el talento de ambos, pero sobre todo el de River con un personaje que él mismo alteró ante su propia necesidad de aferrarse a las emociones de sus papeles. Van Sant había escrito el papel de Mike como un joven asexual que veía el sexo como su moneda de cambio, pero fue River quien desarrolló la legendaria escena de la fogata, donde su personaje confiesa su homosexualidad por el amor que siente hacia Scott, pero quien le rompe el corazón diciéndole que no cree que dos hombres puedan amarse. River ganó la Copa Volpi a mejor actor en el Festival de Venecia y otros premios, mientras sentenciaba su imagen como actor de personajes inquietos y atrevidos.

La película no fue un exitazo de taquilla pero sirvió de ejemplo para conocer más a fondo el talento de ambos intérpretes, ganándose un lugar en la historia del cine como una de las producciones que despertaron el movimiento queer en la industria independiente de Hollywood. Y este 2021, Mi Idaho Privado cumple 30 años, habiéndose convertido en un clásico de culto y en obra maestra por derecho propio.

Aquel viaje en carretera de Keanu (por cierto, un apasionado de las motocicletas y cofundador de su propia línea a través de su empresa Arch Motorcycle Company) sentenció esa pasión por los proyectos en los que cree. Años más tarde llegarían Drácula, Speed, Matrix y muchas más, consagrándose como uno de los intérpretes más queridos por el público. En cambio, River Phoenix llegó a saborear el dulce sabor de los aplausos y el reconocimiento con esta película y otros trabajos más, aunque su destino quedaría sentenciado la noche de Halloween de 1993 cuando murió de sobredosis en el club nocturno de Johnny Depp, Viper Room, a los 23 años.

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