Agencias/Ciudad de México.- Los meteorólogos pronostican más lluvias en el ya anegado estado brasileño de Río Grande do Sul, donde muchos de los damnificados son gente pobre con pocas opciones de marcharse a zonas menos peligrosas.
Se prevé que durante el fin de semana caigan más de 15 centímetros (casi 6 pulgadas) de lluvia, lo que empeorará la situación, informó el Instituto Nacional de Meteorología en un reporte. Además, apuntó, existe una alta probabilidad de que se intensifiquen los vientos y aumente el nivel del agua en la laguna de los Patos, cerca de la capital estatal, Porto Alegre, y en sus alrededores.
Hasta el sábado por la tarde caían fuertes lluvias en las regiones norte y central del estado y el nivel del agua aumentaba.
Carlos Sampaio, de 62 años, vive en una comunidad humilde junto al estadio del club de fútbol Gremio de Porto Alegre. Su vivienda de dos plantas funciona también como bar deportivo.
Aunque el primer piso ya está anegado, asegura que no se marchará, en parte por el temor a los saqueadores en su vecindario, donde hay un alto nivel de delincuencia y donde la policía lleva fusiles de asalto en sus patrullas por las inundadas calles. Pero Sampaio tampoco tiene otro sitio al que ir, dijo a The Associated Press.
“Estoy analizando qué tan seguro estoy y sé que mis pertenencias no están para nada seguras”, afirmó. “Mientras pueda luchar por lo que es mío, dentro de mis posibilidades para que quedar expuesto, lucharé”.
Al menos 136 personas han muerto a causa de las inundaciones desde que comenzaron la semana más, y 125 más están desaparecidas, indicaron las autoridades. El número de personas desplazadas de sus hogares debido a los aguaceros torrenciales ha sobrepasado las 400,000, de las cuales 70,000 se refugian en gimnasios, escuelas y en otros albergues provisionales.
“Llegué aquí el lunes. Perdí mi departamento por las inundaciones”, contó Matheus Vicari, un conductor de Uber de 32 años, en el albergue en que se aloja con su hijo pequeño. “No paso mucho tiempo aquí. Intento estar fuera y pensar en otras cosas”.
Algunos residentes en el estado de Río Grande do Sul han encontrado refugio en segundas viviendas, como Alexandra Zanela, copropietaria de una agencia de contenido en Porto Alegre.
Zanela y su pareja se presentaron como voluntarios cuando comenzaron las inundaciones, pero después optaron por marcharse ante los frecuentes cortes de electricidad y agua. Se dirigió a la ciudad costera de Capao da Canoa —que por el momento no se ha visto afectada— donde su familia política tiene una residencia de verano.
“Vinimos con mi cuñada. Trajimos a nuestros dos gatos, a mi madre y a una amiga suya y llegamos aquí sin problemas. Dejamos el caos de Porto Alegre”, contó Zanela, de 42 años, a la AP por teléfono. “Está muy claro que los que tienen el privilegio de marcharse están en una posición mucho más segura y que los que viven en zonas más pobres de Porto Alegre no tienen opciones”.
El clima en Sudamérica se ve afectado por el fenómeno climático El Niño, un fenómeno natural que calienta periódicamente las aguas superficiales del Pacífico ecuatorial. Históricamente, en Brasil ha causado sequías en el norte e intensas lluvias en el sur, y este año sus efectos han sido especialmente severos.
Los científicos sostienen que los fenómenos climáticos extremos ocurren con una mayor frecuencia debido al cambio climático, provocado por la quema de combustibles fósiles que emiten gases de efecto invernadero que calientan el planeta, y están de acuerdo, casi unánimemente, en que se debe reducir drásticamente la quema de carbón, gas y petróleo para limitar el calentamiento.
Pero también se necesitan respuestas de política social, indicó Natalie Unterstell, presidenta de Talanoa Institute, un centro de estudios sobre política climática de Río de Janeiro.
“Para dar una respuesta eficaz al cambio climático en Brasil es necesario combatir las desigualdades”, afirmó.
En Brasil, la gente más pobre suele vivir en casas construidas con materiales menos resistentes como madera, y en zonas no reguladas y más vulnerables a los efectos de las condiciones meteorológicas extremas, como áreas bajas o laderas empinadas.
“No podemos decir que lo peor haya pasado”, dijo el gobernador de Río Grande do Sul, Eduardo Leite, en redes sociales. En la víspera, estimó que la reconstrucción de la región tendría un costo de 19,000 millones de reales (3,700 millones de dólares).
La magnitud de la devastación podría compararse con la causada por el huracán Katrina en Nueva Orleans, Luisiana, en 2005, apuntó Sergio Vale, economista jefe de MB Associates.
Río Grande do Sul tiene el sexto PIB per cápita más alto de los 26 estados brasileños y el distrito federal, según el instituto nacional de estadística. Muchos de los habitantes de la región descienden de inmigrantes italianos y alemanes.
“En el imaginario colectivo, la población de Río Grande do Sul es blanca y acomodada, pero esa no es la realidad”, dijo Marília Closs, investigadora de la Plataforma CIPO, un centro de estudios sobre clima. “Es muy importante desterrar esta ficción, porque se construye con un objetivo político” para borrar a los residentes negros y pobres, apuntó.
En Canoas, una de las ciudades más afectadas, la pequeña casa de madera de Paulo Cezar Wolf ha quedado totalmente sumergida junto a todas sus pertenencias. Este camionero negro vive ahora en la parte trasera de un camión prestado con seis de sus vecinos, y todos cocinan, comen y duermen en el mismo espacio.
Wolf, de 54 años, ha considerado marcharse de la zona rural en la que ha vivido desde su infancia, pero no tiene a dónde ir y no quiere dejar atrás a sus cuatro hijos adultos.
“Es demasiado tarde para que alguien como yo se mude a otro sitio”, dijo Wolf, vestido con un jersey de felpa donado, de pie en la carretera.
La agencia meteorológica prevé la llegada de una masa de aire frío y seco que reducirá la posibilidad de lluvias a partir del lunes, y supondrá también una caída drástica de las temperaturas, hasta situarse en torno a los cero grados Celsius el miércoles. Esto hace que la hipotermia sea una preocupación para quienes se mojen y no tengan electricidad.
Celebridades como la supermodelo Gisele Bündchen, oriunda de Rio Grande do Sul, y la estrella del pop Anitta, han compartido enlaces e información acerca de dónde y cómo donar para ayudar a los afectados por las inundaciones. Iglesias, empresas, escuelas y ciudadanos de a pie de todo el país se han movilizado para ayudar.
La agencia de refugiados de Naciones Unidas está distribuyendo mantas y colchones, además de artículos adicionales como refugios de emergencia, utensilios de cocina, lámparas solares y kits de higiene, desde sus reservas en el norte de Brasil y otros lugares de la región.
El gobierno federal anunció un paquete de 50,900 millones de reales (10,000 millones de dólares) para empleados, beneficiarios de programas sociales, el estado y las municipalías, empresas y productores rurales en Río Grande do Sul.
Ese mismo día, la fuerza aérea brasileña lanzó desde el aire más de dos toneladas de agua y alimentos sobre zonas aisladas debido a los cortes en las carreteras. La Armada ha enviado tres buques, incluyendo el portaaviones Atlántico — considerado el buque de guerra más grande de Latinoamérica — que se espera que llegue a la costa del estado el sábado.
Estados Unidos destinó 20,000 dólares para kits de aseo y productos de limpieza, y aportará otros 100,000 dólares en ayuda humanitaria a través de programas regionales ya existentes, dijo el vocero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby.