Agencias/Ciudad de México.- Mohamed Abu Ramadan no puede permitirse mantener calientes a sus hijos este invierno, así que él y la familia de su hermana en Damasco se turnan para cuidarlos, calentando sus casas sólo durante las semanas que se quedan los pequeños.

Como millones de sirios que no pueden permitirse -o a menudo ni siquiera encontrar- gasóleo y gas, Mohamed se ha visto obligado a dar respuestas innovadoras y desesperadas para sobrevivir a una crisis de combustible que agrava las penurias de la población tras más de una década de guerra civil.

“Mis hijos y yo nos hemos quedado sin muchas cosas. Durante un par de meses no han comido más de una vez al día”, explica este funcionario, que completa su salario estatal trabajando por las tardes en un taller de pintura.

A menudo trabaja 18 horas al día, pero ni siquiera eso le da dinero suficiente para calentar la casa familiar.

“Cuando terminan el colegio, mis hijos se van una semana a casa de su tía, y la semana siguiente preparo leña para mis hijos y sus primos”, explica.

El colapso económico de Siria, desencadenado por años de conflicto, las sanciones occidentales, el hundimiento de la moneda local y la pérdida por el Gobierno de sus territorios petrolíferos al noreste del país, ha sumido en la pobreza a millones de personas cada año.

Con los ingresos del Estado en caída libre, las autoridades sirias han tenido que recortar los subsidios que protegían a la ciudadanía del peor impacto de la crisis, y el Gobierno tiene dificultades para pagar las importaciones de combustible después de que la guerra de Ucrania disparara los precios mundiales de la energía.

La escasez llevó incluso al primer ministro sirio a anunciar que las instituciones públicas cerrarán dos días más este mes. Las autoridades deportivas retrasaron los torneos de baloncesto y fútbol para ayudar a los estadios a ahorrar combustible.

Los sirios que aún tienen derecho al gasóleo subvencionado pueden comprar 50 litros a 500 libras (menos de 10 céntimos de dólar) el litro, pero el suministro ha sido lento e irregular, y las cantidades no son suficientes para que una familia pueda alimentarse durante mucho tiempo.

El Gobierno vende cantidades limitadas de gasóleo no subvencionado a un precio cinco veces superior, mientras que las tarifas del mercado negro superan en más de 30 veces la cantidad subvencionada.

CALENTÁNDOSE CON CÁSCARAS

Muchos sirios han cambiado sus cocinas tradicionales de gasóleo, utilizadas para cocinar y calentar las casas, por alternativas alimentadas con leña o incluso cáscaras de pistacho, más baratas y abundantes en algunas partes del país.

“Siempre se pueden encontrar cáscaras de almendra y pistacho. Con el gasóleo sufrimos los altos precios, y no está disponible”, dijo Mohammad Kaweir, otro empleado estatal de la provincia de Hama, que afirmó que las cáscaras de pistacho generan más calor que el gasóleo.

Abdullah Tuweit, propietario de un taller que fabrica calefactores, dijo que hace tres años empezó a convertirlos de la combustión de gasóleo a la de cáscaras y cascarillas, más asequible.

“La demanda aumenta cada año”, afirma. “Empezó en las zonas rurales y poco a poco se fue extendiendo a la ciudad”.

Mientras tanto, cientos de calefactores de gasóleo siguen sin venderse en su almacén.

Nueve de cada 10 sirios viven por debajo del umbral de la pobreza, y el número de los que necesitan ayuda urgente este invierno ha aumentado un 28% respecto al año pasado, según los grupos de ayuda humanitaria.

“Con otro duro invierno a la vuelta de la esquina, la gente tiene que tomar medidas aún más desesperadas para intentar mantenerse caliente”, dijo Samah Hadid, del Consejo Noruego para los Refugiados, que ha distribuido calefactores y ropa de abrigo para ayudar a protegerse del frío.

Añadió que las familias están recurriendo a quemar ropa vieja, zapatos, bolsas de plástico y basura para mantenerse calientes, a pesar de la amenaza para la salud que suponen el humo y los gases que emite su combustión.

“No uso el calefactor a menos que haga mucho frío, por el humo”, dijo Ahlam Mohsin Warda, madre soltera que cría a tres hijos, recibe sólo 150,000 libras al mes de su exmarido y utiliza un calefactor de leña.

“El año pasado murió de frío el hijo de un vecino, así que estoy preocupada por mis hijos”, dijo. “Ya no pensamos en comer y beber, sino en cómo no pasar frío”.

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