Agencias/ Ciudad de México.- La regulación a empresas tecnológicas y, sobre todo, a aquellas que por medio de un modelo de “economía colaborativa” generan un hueco fiscal en regiones en las que obtienen riqueza.

Por ello, el debate preponderante en evasión de recursos. Ejemplos, hay: taxis y hospedaje, que por medio de plataformas digitales concretan las transacciones sin registro en el País.

“Estos modelos de economías colaborativas tienen poco de colaborativas y más de organizaciones estructuradas. Además, tienen dos efectos: en lo fiscal y fuera de éste. Por ejemplo, en las condiciones laborales, en las de acceso al trabajo. Pero tienen que ver también con que al final se saca la plata al país, no los trabajadores. Las empresas están tributando fuera de la nación”, explica Susana Ruiz Rodríguez, jefa del Departamento de Justicia Fiscal de Oxfam.

Con la etiqueta de “economía colaborativa” se define una empresa que relaciona “a iguales” mediante una plataforma digital, en la que se intermedia oferta y demanda. El debate se lleva a cabo en todo el mundo: cómo gravar la actividad de empresas con domicilios fiscales únicos, que operan en decenas de países, todos con jurisdicciones fiscales distintas y que para vender y generar ganancia no necesitan un espacio físico en ellos.

“¿Por qué Uber puede estar aquí sin tener presencia en México? Si no tiene presencia fiscal, el Servicio de Administración Tributaria no puede hacer nada, pero lo que algunos países están haciendo es un impuesto chiquito de compensación”. Ejemplifica Ruiz Rodríguez: Italia, Chile, Francia e India dejan de gravar la renta y van por la actividad.

Y es que, por una lado, esas tecnológicas se promueven como “economía colaborativa”, pero “socios”, conductores y quienes rentan sus casas sí mantienen obligaciones fiscales, tanto con impuesto sobre la renta (ISR), al ejercer la actividad, como al valor agregado (IVA), con el consumo cotidiano, dígase gasolinas y llantas, entre otros insumos.

Una solución general es ir por el gravamen de la actividad por conducto de los bancos, pues la mayor parte de esas transacciones se pagan con tarjeta de crédito, expone la investigadora de Oxfam.

“Un impuesto a la prestación de servicios digitales es una contribución de compensación, porque no le puedo aplicar el mismo impuesto sobre la renta a la utilidades que le tendría que fijar porque no existen en mi país, pero sí voy a aplicarle una especie de retención.”

Este es un primer punto, pero en general toda la economía digital ve un avance raudo sin que se encuentren mecanismos para darle seguimiento fiscal. Actualmente representa 15 por ciento del producto bruto mundial. En 10 años será una cuarta parte. No sólo por la actividad de ella misma, sino porque otros sectores están mudando al mercado virtual: tiendas de ropa, supermercados y restaurantes, que además de domicilios fiscales y puntos de venta físicos mueven una gran cantidad de productos en espacios virtuales.

“Es verdad que estas tecnológicas han acelerado el proceso, lo han hecho más visible, porque lo han exprimido al máximo, pero en realidad lo que estamos viendo toda la economía se está digitalizando”, apunta.

De acuerdo con un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, las ventas de Uber, Netflix, Spotify y Apple (tres de ellas estadunidenses) en 2017 ascendieron a mil 282 millones de dólares, unos 24 mil 385 millones de pesos en México, el segundo mercado más importante en la región después de Brasil, que debido a la flexibilidad con esas trasnacionales se pierden alrededor de 3 mil 214 millones de pesos por impuestos.

Dichas cifras son un estimado, pero en general Ruiz Rodríguez admite que es muy difícil calcular el monto general de lo que esas empresas ganan, porque mantienen en constante movimiento sus ingresos. Se estima que las grandes tecnológicas estarían pagando 9 por ciento de impuestos en tipo efectivo.

“Han salido datos de cómo Google estaba trasladando 32 mil millones de dólares a Bermudas y Holanda; de cómo Amazon estaba pagando menos de uno por ciento de impuestos; de cómo Uber no paga prácticamente nada, porque además declara pérdidas ahí donde están radicadas las matrices”, subraya.

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