Agencias/Ciudad de México.- Científicos elaboran mapas de salinidad de los océanos y humedad del suelo a través de satélite en el marco de las investigaciones para precisar los estragos que ha causado el cambio climático en la Tierra.

Entre las misiones de la Agencia Espacial Europea (ESA por sus siglas en inglés) dedicadas a estudiar el ciclo del agua en la Tierra, esa es una de las tareas más relevantes.

Sus objetivos principales son realizar mapas globales de la salinidad de los océanos y de la humedad del suelo, factores importantes para el estudio del cambio climático, pero en los diez años que lleva en órbita ha acabado ofreciendo resultados y aplicaciones que no se esperaban.

Jorge Fauste, Jefe de Operaciones del instrumento MIRAS del satélite, apunta que los datos de SMOS están utilizándose para modelos de predicción meteorológica, avisos de riesgo de incendios a través del análisis de la sequedad del terreno y, recientemente, seguimiento de huracanes.

Jorge señala que dicho seguimiento se hace “a través de la radiación de microondas recibida de la espuma del mar y del océano. Se puede medir la velocidad del viento y predecir el camino que va a llevar el huracán en las siguientes horas”.

SMOS contribuye al estudio del cambio climático mediante indicadores como, por ejemplo, el aumento de salinidad del mar Mediterráneo y de la presencia de agua dulce en el Báltico, pero también está observando el espesor de la capa de hielo en los polos, algo que es una parte fundamental de las operaciones de Mars Express en el planeta rojo.

La sonda, que llegó allí en 2003, se dedica a reconstruir el pasado marciano, en el que estaba cubierto de agua, y a ofrecer respuestas sobre el proceso por el que terminó siendo tan desértico, unos estudios que pueden contribuir también a situar los modelos sobre el cambio climático de la Tierra en un contexto más amplio.

“Los minerales hidratados (descubiertos por Mars Express) están en las zonas más antiguas, en lugar de en los cauces, por lo que se supone que Marte podría haber estado cubierto de agua hace 4.000 millones de años”, apunta Alejandro Cardesín, responsable de operaciones científicas de Mars Express.

“La presión atmosférica actual del planeta es insuficiente para mantener ese agua líquida en la superficie, por lo que los científicos la han buscado en el subsuelo. Alejandro añade que “se intenta averiguar qué pasó para perderla, cuánta atmósfera escapó.

“Se realizan modelos climáticos para entender cómo está la atmósfera actualmente y cómo evolucionó desde el pasado”.

En Marte, como en la Tierra, sus casquetes polares están cubiertos de hielo, aunque en su caso hay una gran presencia de hielo de dióxido de carbono. Y en el polo sur, además, el radar MARSIS consiguió encontrar agua líquida subterránea, lo que ha llevado a los investigadores a suponer que, para que pueda mantenerse en ese estado, debe ser salada y, además, tiene que haber algún tipo de actividad geotérmica que aporte calor.

El planeta rojo no es el único lugar del Sistema Solar cuya presencia de agua puede compararse con la Tierra. En las lunas heladas de Júpiter se dan también condiciones que recuerdan, en ocasiones, a las que se encuentran en regiones terrestres como la Antártida o las profundidades oceánicas, donde existen fuentes hidrotermales que aportan la energía necesaria para la aparición y la supervivencia de la vida.

Además, Encélado y Europa, por ejemplo, poseen en comparación una cantidad de agua mucho mayor que la Tierra, aunque sea en forma de hielo. Su observación, junto con la de Calisto y Ganímedes, será el objetivo principal de la futura misión JUICE, que se lanzará en el verano de 2022.

Nicolás Altobelli, jefe de desarrollo de operaciones científicas de la misión, destaca entre esos satélites jovianos a Encélado por la conexión existente entre su océano subterráneo y su superficie a través de géiseres de vapor.

“Para que exista agua líquida, se necesita un calor que no está presente tan lejos del sol. Pero las fluctuaciones del campo gravitatorio de la luna generan fricciones que generan dicho calor, y esas fluctuaciones llegan por la excentricidad de la órbita de la luna alrededor de Júpiter”, explica Nicolás.

Todos estos estudios sobre el agua en otros cuerpos del Sistema Solar pueden utilizarse para complementar las observaciones realizadas en la Tierra y, en ocasiones, hasta para comprender mejor algunos de los procesos que ocurren en nuestro planeta.

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