Perfiles Políticos/Francisco J. Siller/Ciudad de México.- Aceptando sin conceder, que el gobierno federal no es culpable de la crisis económica que nos aqueja —por el nulo crecimiento en 2019 y los efectos del covid—, hoy se enfrenta al enorme reto de recuperar los niveles económicos y de crecimiento con los que recibió el poder en 2118.
El presidente López Obrador cree que tocamos fondo, porque en julio solo se perdieron tres mil empleos y que la caída en el pie —del orden del 17%— durante el tercer trimestre, fue la esperada y que de aquí en adelante todo será cuesta arriba, para en el último trimestre del año, recuperar lo perdido.
No dice, ni acepta que estamos ante un sexenio perdido, pues la recuperación económica —la más grave en 40 años—, llevará por lo menos el resto de su mandato y más allá, porque no se han tomado las medidas necesarias de apoyo, tanto a la sociedad, como a las empresas generadoras del empleo.
No toma en cuenta que lo peor de la pandemia, está por venir, que no hemos realmente tocado fondo y que hay el riesgo de un nuevo confinamiento y por ende el cierre parcial de nuestra economía, con el consabido daño a los sectores productivos y el crecimiento del índice de pobreza.
No todo queda en la pérdida de un millón de empleos y en la incorporación de casi 12 millones a las filas de los pobres, o en la quiebra de cientos de miles de pequeñas y medianas empresas. Se requiere de un extraordinario plan contracíclico que realmente permee en el crecimiento económico.
Pero la política dictada desde la frialdad del Palacio Nacional no está dispuesta a aceptar nada que no sea lo relacionado con sus 38 programas sociales, porque cualquier rescate a la economía sería una regresión al neoliberalismo y eso es inaceptable.
Como también lo es el suspender la inversión multimillonaria de las obras insignia del presidente, que no admiten atraso, aunque sean obsoletas como la refinería, o rechazados como el Aeropuerto de Santa Lucía o dañinas a la ecología como lo será el famoso tren maya, que no va a ninguna parte.
En sus predicciones, el gobierno Lópezobradorista no toma en cuenta que la pandemia ya ha causado 47,746 muertes, que 439,046 contagiados y que los casos diarios van en aumento. 9,556 en las últimas 24 horas. Y eso que son sus estadísticas oficiales, esas que son incompletas y manipuladas.
Así con esa ceguera con la que se ve la economía, también se ven la inseguridad, el abasto de medicamentos, la creciente desconfianza de los inversionistas y el peligro de que México pierda su calificación soberana por culpa de los terribles resultados obtenidos por PEMEX y la CFE.
Así, ¿de qué debemos culpar a nuestro gobernante? ¿De ser exageradamente optimista? ¿De pensar que su gobierno debe ser ejemplo para el resto del mundo? ¿Qué él es quien tiene la razón y que nadie le tiene que enseñar cómo enfrentar la pandemia o la crisis económica?.
Precisamente en ese contexto llama la atención que la Iglesia Católica tome una posición radical contra el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador en voz del cardenal Juan Sandoval Íñiguez, arzobispo emérito de Guadalajara, que lo acusa de conducir al país rumbo a un régimen comunista.
En la edición del domingo del Semanario Arquidiosesano de Guadalajara, el prelado publicó un documento titulado El comunismo que viene para México, en el que expone la necesidad de que la grey católica deje la pasividad ante tendencia comunista a la que nos conduce Andrés Manuel López Obrador.
“Voy a hablar con claridad del socialismo que se esta fraguando para nuestro país”, escribió Sandoval Íñiguez, quien calificó al actual régimen de ateo, de adueñarse de los bienes de la Nación, de ser dictatorial y destruir las instituciones democráticas que le estorban.
Lo acusa también de ir en contra de la familia, de la promoción de una ideología de género que busca deshacer la identidad de la familia y de la persona. Ello encaminado a “manejar fácilmente” al pueblo “una vez debilitado y empobrecido”. “Es una aberración de las más grandes y más absurdas”.
El cardenal aseveró que el Estado busca “emparejar” a todos económicamente, además de que concentra la economía, se hace gestor de todo y acumula riqueza.
El estado socialista, solo produce hambre y miseria, porque de economía y de trabajo no sabe nada.
Al final del documento, el cardenal Juan Sandoval Íñiguez lanza la pregunta: “¿Cómo está Cuba, China, Nicaragua, Venezuela? Y los intentos en Brasil, Argentina, Bolivia, Chile… Ahora vienen tras nosotros, queriendo implantar el comunismo”.
Usted amable lector, ¿qué piensa de ello..?
Francisco J. Siller
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