Perfiles Políticos/Por Francisco J. Siller/Ciudad de México.- Es incomprensible que el presidente Andrés Manuel López Obrador se niegue a ver la realidad del Covid-19 que acecha y afecta a uno de cada dos mexicanos y que mantiene en vilo a un millón de contagiados. Y qué decir de los más de 100 mil fallecimientos.
“Vamos saliendo adelante porque todos los días se está atendiendo la pandemia, aun con el incremento de los últimos días en cuanto a contagios, que dicho sea de paso no fue tan grave, afortunadamente”. No fue tan grave, dice y sus palabras retumban en la mente.
López Obrador ha politizado la lucha contra el Covid-19, cuando ésta debería ser una embestida eminentemente científica. Dice que las críticas por las más de cien mil muertes, tienen el propósito de demeritar las acciones de su gobierno, que los que cuentan a los muertos, son “traficantes del dolor humano”.
Por ello no es de extrañarse que en el informe en Palacio Nacional con el que celebró su segundo año de gobierno, defienda a capa y espada las acciones que según él han sido las adecuadas para enfrentar la pandemia, aunque los resultados sean realmente desastrosos.
El Covid-19 es ese fantasma invisible que ronda en Palacio Nacional y López Obrador se niega a verlo y reconocerlo, así como cambiar de estrategia. Igual ocurre con la salud, la economía y la seguridad, cuando este año se espera que las muertes por violencia superen las 40 mil.
Para él, el éxito es mantener desocupadas las camas de hospital, mientras que la gente muere en el seno del hogar. Tremendo éxito ese, del presidente.
Mientras el presidente se niegue a reconocer que su gobierno fue rebasado por las crisis concurrentes, muchos mexicanos morirán irremediablemente por el Covid o de hambre. Da igual.
La indolencia del gobierno federal ante los decesos y las cortinas de humo que pone todos los días no bastan para esconder la realidad. Su informe triunfalista solo fue una síntesis de sus 500 mañaneras.
Atreverse a decirle al Grupo del G-20 que México va saliendo de la pandemia es aventurado, hacer sentir que nuestro país y su gobierno no necesitan de la comunidad internacional, porque nada se requiere es una falacia, que en algún momento tendrá importante costo.
“Nos fue útil abandonar las recetas económicas aplicadas durante el periodo neoliberal, empezando por desechar la estrategia de endeudar al pueblo para rescatar a los de arriba. Ahora fue diferente”, dijo durante su intervención ante los países más industrializados del mundo.
También lo es decirle a esos gobernantes que México es ejemplo de como enfrentar la pandemia y la caída de la economía, sobre todo cuando la percepción internacional es precisamente la contraria, pues México junto con Estados Unidos y Brasil, son los países que peor han manejado la pandemia.
Eso no solo lo dice Bloomberg —quién se entera dice AMLO—, también la Organización Mundial de la Salud que lanzó una advertencia al gobierno de México para que se “tome las cosas en serio”. Que se ponga el saco a quien le quede. Eso no es para el gobierno es para el pueblo conservador y fifi. Hay que pasar la papa caliente.
López Obrador presume que ha cumplido 96 de los 100 compromisos de campaña, pero aún nos debe mucho. No ha cumplido con sus metas de crecimiento, de contar con servicios de salud de primer mundo, de acabar con la violencia y de terminar con la corrupción.
Y dirá usted, ahí están las cuatro metas que faltan. No. Esas están incluidas en las 96 cumplidas, como tampoco otra que sería fundamental: Acabar con la polarización y desunión entre los mexicanos. No solo no mueve un dedo, sino que las atiza. En río revuelto, ganancia presidencial.
Francisco J. Siller
CEO y Editor de Infórmate
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