Agencias/Ciudad de México.- El primer corte transversal detallado de una galaxia muy similar a la Vía Láctea revela que nuestra galaxia evolucionó gradualmente, en lugar de ser el resultado de una violenta mezcla.
La galaxia, bautizada como UGC 10738, resulta tener distintos discos ‘gruesos’ y ‘finos’ similares a los de la Vía Láctea. Esto sugiere, en contra de las teorías anteriores, que tales estructuras no son el resultado de una rara colisión de hace mucho tiempo con una galaxia más pequeña. Parecen ser el producto de un cambio más pacífico.
Y eso significa que nuestro hogar galáctico en espiral no es el producto de un extraño accidente como se había considerado –precisan los investigadores– sino que, por el contrario, es típico.
El hallazgo ha sido realizado por un equipo dirigido por Nicholas Scott y Jesse van de Sande, del Centro de Excelencia para la Astrofísica del Cielo en 3 Dimensiones (ASTRO 3D) de Australia, la Universidad de Macquarie y la Universidad de Sidney, en colaboración con investigadores del Instituto Max-Planck de Física Extraterrestre de Alemania. Se publica en The Astrophysical Journal Letters.
“Nuestras observaciones indican que los discos delgados y gruesos de la Vía Láctea no se produjeron debido a un gigantesco amasijo, sino a una especie de camino “por defecto” de formación y evolución de las galaxias –resalta el doctor Scott–. A partir de estos resultados creemos que las galaxias con las estructuras y propiedades particulares de la Vía Láctea podrían describirse como las ‘normales'”.
Esta conclusión tiene dos profundas implicaciones. “Se pensaba que los discos finos y gruesos de la Vía Láctea se formaron tras una fusión violenta poco frecuente, por lo que probablemente no se encontrarían en otras galaxias espirales”, explica el doctor Scott.
“Nuestra investigación demuestra que eso es probablemente erróneo, y que evolucionó ‘naturalmente’ sin intervenciones catastróficas –resalta–. Esto significa que las galaxias del tipo de la Vía Láctea son probablemente muy comunes”.
“También significa que podemos utilizar las observaciones existentes muy detalladas de la Vía Láctea como herramientas para analizar mejor galaxias mucho más distantes que, por razones obvias, no podemos ver tan bien”, añade.
La investigación muestra que UGC 10738, al igual que la Vía Láctea, tiene un disco grueso formado principalmente por estrellas antiguas, identificadas por su baja proporción de hierro respecto al hidrógeno y al helio. Las estrellas del disco fino son más recientes y contienen más metal.
El Sol es una estrella de disco delgado y contiene aproximadamente un 1,5% de elementos más pesados que el helio. Las estrellas de disco grueso tienen entre tres y diez veces menos.
Aunque ya se habían observado discos de este tipo en otras galaxias, era imposible saber si albergaban el mismo tipo de distribución estelar y, por tanto, orígenes similares. Scott, van de Sande y sus colegas resolvieron este problema utilizando el Very Large Telescope del Observatorio Europeo Austral en Chile para observar la UGC 10738, situada a 320 millones de años luz.
La galaxia está inclinada “de canto”, por lo que su observación ofrecía efectivamente una sección transversal de su estructura. “Utilizando un instrumento llamado explorador espectroscópico multi-unidad, o MUSE, pudimos evaluar las proporciones de metal de las estrellas en sus discos gruesos y finos”, explica el doctor van de Sande.
“Eran más o menos las mismas que las de la Vía Láctea: estrellas antiguas en el disco grueso, estrellas más jóvenes en el delgado –continúa–. Estamos observando otras galaxias para asegurarnos, pero es una prueba bastante sólida de que las dos galaxias evolucionaron de la misma manera”.
El doctor Scott apunta que la orientación del borde de UGC 10738 significaba que era sencillo ver qué tipo de estrellas había en cada disco. “Es un poco como distinguir a las personas bajas de las altas –explica–. Si se intenta hacer desde arriba es imposible, pero si se mira de lado es relativamente fácil”.
El coautor, el profesor Ken Freeman, de la Universidad Nacional de Australia, resalta que “este es un paso importante para entender cómo se formaron las galaxias de disco hace mucho tiempo. Sabemos mucho sobre cómo se formó la Vía Láctea, pero siempre ha existido la preocupación de que la Vía Láctea no es una galaxia espiral típica –recuerda–. Ahora podemos ver que la formación de la Vía Láctea es bastante típica de cómo se ensamblaron otras galaxias de disco”.
La directora de ASTRO 3D, la profesora Lisa Kewley, añade que “este trabajo muestra cómo la Vía Láctea encaja en el rompecabezas mucho más grande de cómo se formaron las galaxias espirales a lo largo de 13,000 millones de años de tiempo cósmico”.