No es él, no importa, aquí tenemos otros dos. Tráiganlo a chingadazos, porque el jefe está muy enojado con sus paisanos. Y los de Sinaloa quieren limpia la plaza.
El Silencio
David Vargas Araujo/Ciudad de México.- Su cabeza sentía el dolor como si algo por dentro de su cuerpo quisiera salirse, pero no salía nada. El golpe duro pegaba en la cabeza, dejando su cuerpo tirado en el suelo. Temblando. Balbuceando de dolor. Sus ojos quedaban en blanco y su boca se abría como si quisiera decir algo. Pero no decía nada. Ese dolor no se escucha ningún grito. Sólo se logra escuchar un pequeño gemido de dolor, un sonido agudo de muerte y queda el eco de las voces que torturan, como si éstas la llevaran pegadas al oído del torturado por los toques eléctricos en los testículos. Ahí estaba el cuerpo agarrándose de la nada, agarrándose de la vida que se le iba. El cuerpo de Pablo Green en ese ir y venir de la muerte y de la vida.
En el desmayo por los toques eléctricos, lo dejaban por un rato, unos minutos, para que volviera. Para que por lo menos lo vieran respirar. Los torturadores de Calderón y García Luna, para saber que ya respiraba, le ponían un espejito en la nariz de Pablo Green, y al verse empañado el espejo. Los torturadores decían: ya respira. Hay que seguirle con la chinga.
Y seguían, pero ahora con agujas que lo introducían en las uñas de los dedos de las manos. El dolor lo sentía en todo su cuerpo. Su mano se dormía, su brazo se acalambraba y su cabeza sentía los piquetes de la aguja que perforaban sus uñas. El grito de dolor es muy fuerte. Duele el alma. Su cabeza se perdía en los picotazos que daban las agujas. Duele al grado que sus ojos empezaban a sacar grandes gotas de lágrimas. Que son diferentes a las lágrimas del llanto normal. Estas son lágrimas de muerte. Son esas lagrimas que se quiebran en la mejilla del torturado. Son esas lágrimas que se quiebran en la mirada perdida del inocente torturado.
Las agujas metidas en las uñas. Tienen solo un sentido hacer más lenta la tortura y prolongar el dolor al torturado. Es ver a la muerte que te llama, pero que el torturado solo ve una silueta de una mano, pero sin darse cuenta que es su misma mano, con una aguja ensartada hasta que topa con el hueso de los nudillos. Sus dedos de Pablo Green se quedaban parados de dolor, esos dedos de un hombre trabajador, en ese momento quedaba fija toda su mano como si alguien le dijera que mostrara su mano. La aguja enterrada en las uñas. La aguja y la muerte, jugando con la vida de Pablo.
La tortura de Pablo Green y el encarcelamiento injusto por más de 11 años. Es lo que todavía queda de esa guerra absurda de Calderón. Responsable del “Michoacanazo” Responsable de la tortura y de la fabricación de culpables que en su sexenio era la metodología preferida para encarcelar a personas inocentes como es el caso de Pablo Green. Es esa fabricación de culpables, que violan la ley y el derecho de los ciudadanos. Es la fabricación de culpables que no tiene sustento jurídico. Por ello se impuso la tortura de Calderón. Para poder llenar las estadísticas de su guerra absurda. La fabricación de culpable como una forma de hacer una política policiaca que llevaba a cabo García Luna y su Policía Federal. Era la defensa a sangre y fuego de su cártel de Sinaloa e irse con toda la fuerza del estado a Michoacán.
La tortura, la fabricación de culpable y los “Famosos Testigos Protegidos”, eran las herramientas para encarcelar a inocentes como Pablo Green. Los delitos de siempre:
Delincuencia organizada, posesión de armas y posesión de drogas. Sus “Testigos Protegidos” como: “Emilio”, “El Pitufo”, “Carlos” y “Ricardo”, eran delincuentes que señalan a Pablo de manera ilegal, porque sencillamente, eso no tiene ninguna base jurídica. Además, en Puente Grande, estos “Testigos Protegidos “los traían en sus expedientes a más de 200 internos. Al grado, que nunca iban a las audiencias, o no existían, porque con el tiempo esta figura jurídica ya no tenía razón de ser. Por ello Calderón los mandó a matar, porque para él ya eran inservibles.
Pablo Green debe de estar ya en libertad. No hay ni una sola prueba que compruebe que haya cometido un solo delito. Por lo tanto, la libertad de Pablo ya no puede esperar. Es necesario que su libertad llegue pronta y que se castigue al culpable que es Calderón. Hoy anda buscando fuero con Movimiento Ciudadano, para protegerse y no ir a la cárcel. Calderón debe estar en prisión YA. Y Pablo Green debe estar en libertad YA.