Agencias

Barcelona, España, 18 marzo 2018.-El líder no aplaza las tareas. Entra a todo trapo, liquida la contienda y la mete en el congelador. Un primer tiempo brillante, con dos goles y tres palos, de nuevo con Messi inspirado en la creación y el remate, despachó a un Athletic blandísimo y deprimido. Desde 2001 no gana en el Camp Nou, y en esa serie tan negativa pocas veces ha ofrecido tan poca resistencia como en la primera parte de ayer. Espantoso.

Esté como esté, el Athletic tiene algo que excita a Leo Messi. Por las dificultades tradicionales en San Mamés, los marcajes individuales o el color de la camiseta, el 10 se enchufa y baila a los leones.Literal en este caso. Con lo imaginativo que es en la elaboración de los goles, su celebración es casi siempre la misma. Ayer remató con violencia desde la frontal junto al palo izquierdo de Kepa, cantó el tanto, señaló a la tribuna y agitó los hombros., como un púgil con la guardia alta. Descubrió de esa manera que hay algo en lo que Gerry Mina es mejor que él.

El zurdazo seco y clásico de Leo coronó 30 minutos excelentes del Barcelona, plenos de ritmo y de acierto. No se notaron las ausencias de Busquets y Suárez porque sus recambios funcionaron a pleno rendimiento. A Alcácer no se le puede poner pega porque embocó el primer balón que le llegó, servido por Jordi Alba, que partió en fuera de juego. En cuanto al medio centro, posición tan sensible en el juego azulgrana, quedó tan bien guardada por Rakitic que fue un robo suyo lo que activó el primer tanto. Excelente el croata en el juego posicional, al que cada día resulta más difícil verle de regreso al interior diestro.

La claridad en el ataque azulgrana no sólo produjo esos dos goles en medio partido. También estrellaron tres balones en los palos. Dos de Coutinho, uno violento de volea y otro en vaselina superando a Kepa, de largo el mejor de su equipo. El tercero fue un buen disparo lejano de Paulinho, más participativo que otras tardes. En realidad todos los azulgranas disfrutaron del primer acto por la inacción rojiblanca. Rara vez se ha visto a un Athletic tan entregado, con la guardia baja. Desde la alneación, sin Aduriz y Williams, al abandono material de su delantero, Sabin Merino, que corrió hasta la desesperación sin rascar bola.

Una sola modificación en el descanso dio vida en ataque a los leones. Entró Iturraspe por Beñat, pieza por pieza, y el equipo conoció el área contraria. Remató desviado Lekue, y disfrutó de un par de buenas opciones Sabin Merino, mal resueltas. Especialmente la primera, bien habilitado por Susaeta. Ni tiró ni centró. El deseo rojiblanco de decorar el horrendo partido se encontró con la bajada de tensión azulgrana.

Como ya ha hecho en la temporada, el líder se aplicó para conservar la pelota y la renta, pero sin vértigo. Ahí brilló Coutinho, con esa calidad para resolver problemas en espacios reducidos, y se marchó Dembélé, tan activo en el primer tiempo como infrautilizado en la segunda. Entró Iniesta, que tiene al Camp Nou en vilo. Tendrá que aprender lo que es la vida sin Andrés. El caso es que entró y ayudó a triangular, desactivando en gran parte la entrada de Williams y Aduriz. Tuvo más presencia el Athletic, sin forzar ni una sola parada de mérito de Ter Stegen. Demasiadas facilidades para un líder al que le basta esforzarse un rato para ganar otro partido sin dificultad. La Liga perfecta está un pasito más cerca.

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