Agencias/Ciudad de México.- Rusia amenazó con castigar a Lituania con medidas que tendrían un “grave impacto negativo” por bloquear algunos envíos de ferrocarril hacia el enclave moscovita de Kaliningrado en el mar Báltico, en la más reciente disputa por las sanciones impuestas debido la guerra en Ucrania.
Sobre el terreno, en el este de Ucrania, los separatistas prorrusos dijeron que estaban avanzando hacia el principal bastión del campo de batalla: Kiev. Un funcionario ucraniano describió la pausa en los combates como la “calma antes de la tormenta”.
Mientras, el fiscal general de Estados Unidos, Merrick Garland, se convirtió en el más reciente dignatario internacional que visita Ucrania.
“Estados Unidos está enviando un mensaje inequívoco. No hay lugar para esconderse. Nosotros buscaremos, nosotros y nuestros socios buscaremos todas las vías disponibles para asegurarnos de que los responsables de estas atrocidades rindan cuentas”, dijo Garland a periodistas al entrar en la reunión.
Los países europeos, ante la perspectiva de que la guerra y las sanciones puedan llevar a Moscú a cortar los suministros de gas el próximo invierno, buscaban formas de proteger sus economías y mantener la calefacción y la electricidad.
Alemania, el mayor cliente energético de Rusia, dio a conocer los detalles de un nuevo sistema de subastas destinado a incentivar a la industria para que use menos gas.
La atención diplomática se ha centrado en el enclave ruso de Kaliningrado, un puerto del Mar Báltico que incluidos sus alrededores alberga a casi un millón de rusos, conectados al resto de su país por un enlace ferroviario que pasa por Lituania, un miembro de la UE y la OTAN.
Lituania ha cerrado la ruta para el transporte de acero y otros metales ferrosos, lo que dice que está obligado a hacer en virtud de las sanciones de la UE que entraron en vigor el sábado.
Funcionarios rusos han dicho que también se ha bloqueado el paso de otros productos básicos. Imágenes de video del enclave mostraron algunas compras de pánico durante el fin de semana en las tiendas de materiales de construcción.
Nikolai Patrushev, secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, visitó el enclave para presidir una reunión de seguridad. Las acciones “hostiles” de Lituania, dijo, demostraban que Rusia no podía confiar en Occidente, que según él, había roto los acuerdos escritos sobre Kaliningrado.
“Rusia responderá sin duda a esas acciones hostiles”, dijo Patrushev según la agencia estatal de noticias RIA. Se están elaborando “medidas apropiadas” y “sus consecuencias tendrán un grave impacto negativo en la población de Lituania”, añadió sin entrar en detalles.
La primera ministra lituana, Ingrida Simonyte, dijo que era “irónico escuchar la retórica sobre supuestas violaciones de los tratados internacionales” por parte de Rusia, a la que acusó de violar “posiblemente todos los tratados internacionales”.
Simonyte negó que las acciones de Lituania fueran un bloqueo y repitió la posición de Vilnius de que sólo está aplicando las sanciones impuestas por la UE.
Moscú convocó al enviado de la UE, Markus Ederer, al Ministerio de Relaciones Exteriores ruso. El portavoz de la UE, Peter Stano, dijo que Ederer pidió a los rusos en la reunión “que se abstuvieran de dar pasos escalofriantes y de usar la retórica”.
El enfrentamiento crea una nueva fuente de confrontación en el Báltico, una región que ya está preparada para una revisión de la seguridad que doblaría el poder marítimo de Rusia, mientras que Suecia y Finlandia han solicitado su ingreso a la OTAN, poniendo casi toda la costa bajo el control de la alianza.
La UE ha tratado de desviar la responsabilidad de los lituanos, diciendo que la política era una acción colectiva del bloque. Vilna “no hacía otra cosa que aplicar las directrices proporcionadas por la Comisión (Europea)”, dijo el jefe de la política exterior de la UE, Josep Borrell.
Dentro de Ucrania, la batalla por el este se ha convertido en las últimas semanas en una brutal guerra de desgaste, en la que Rusia concentra su abrumadora potencia de fuego en una zona de la región de Dombás en manos ucranianas que Moscú reclama en nombre de los separatistas.
Moscú ha avanzado lentamente allí desde abril en un combate incesante que ha costado a ambos bandos la vida de miles de soldados, en una de las batallas terrestres más sangrientas en Europa desde hace generaciones.
Los combates han abarcado el río Síverski Donets, que atraviesa la región, con el Ejército ruso principalmente en la orilla oriental y el de Kiev principalmente en la margen occidental, aunque los ucranianos siguen resistiendo en la ciudad de Severodonetsk, en la orilla oriental.
En los últimos días, Rusia ha capturado Toshkivka, una pequeña ciudad en la orilla occidental, más al sur, lo que le da un punto de apoyo para tratar de aislar el principal bastión ucraniano en Lisichansk.
Rodion Miroshnik, embajador en Rusia de la autodenominada República Popular de Lugansk, promoscovita, dijo que las fuerzas estaban “avanzando desde el sur hacia Lisichansk”, con enfrentamientos en varias ciudades
“Las próximas horas deberían traer cambios considerables en el equilibrio de fuerzas en la zona”, dijo en Telegram.
El gobernador de la región ucraniana de Lugansk dijo que las fuerzas rusas habían ganado algo de territorio el lunes. Durante la noche hubo una relativa calma, pero se avecinan más ataques, dijo Serhiy Gaidai: “Es la calma que precede a la tormenta”.
Si bien los combates han favorecido a Rusia en las últimas semanas debido a su enorme ventaja en cuanto a artillería, algunos analistas militares occidentales afirman que el hecho de que Rusia no haya logrado un avance importante hasta ahora significa que el tiempo está ahora del lado de los ucranianos.
Moscú se está quedando sin tropas frescas, mientras que Ucrania está recibiendo equipos más nuevos y mejores de Occidente, tuiteó el teniente general estadounidense retirado Mark Hertling, antiguo comandante de las fuerzas terrestres de Estados Unidos en Europa.
“Es un combate de boxeo de pesos pesados. En dos meses de lucha, todavía no ha habido un golpe de gracia. Llegará, a medida que las fuerzas de Rusia se vayan agotando”, escribió Hertling.
Dmitry Muratov, director de Novaya Gazeta, uno de los últimos periódicos independientes de Rusia, subastó un Premio Nobel de la Paz que había ganado el año pasado, recaudando 103.5 millones de dólares para que UNICEF ayude a los refugiados ucranianos. El comprador anónimo pujó por la medalla por teléfono en la subasta de Nueva York.
Novaya Gazeta, al igual que todos los demás medios de comunicación independientes de Rusia, ha interrumpido su publicación desde que Moscú promulgó la prohibición de realizar reportajes que se aparten del relato oficial de la “operación militar especial” lanzada en Ucrania el 24 de febrero.