Agencias/Ciudad de México.- Los torrefactores tienen un problema. El costo de los granos que importan ha aumentado mucho este año, lo que los ha dejado preocupados de si sus clientes, que van desde tiendas de comestibles a cafeterías y gente en busca de su dosis diaria de cafeína, podrán soportar los precios más altos.
El clima extremo ha dañado los cultivos en Brasil, el mayor exportador de café en el mundo. Además, también se han hecho unos cuellos de botella en el transporte marítimo debido a la pandemia y ni qué decir de las protestas políticas que paralizaron las exportaciones desde Colombia, por lo que el costo de los granos ha subido casi un 44 por ciento en 2021.
Todavía no es un problema para Starbucks o Nestlé, los gigantes cafeteros que compran sus suministros con mucho tiempo de anticipación y quienes no tendrán que lidiar con el incremento en el precio durante al menos un año más. Pero algunos torrefactores más pequeños ya han tenido que subir los precios, y otros prevén que lo harán, aunque les preocupa ahuyentar a los consumidores.
“Estos incrementos me ponen nervioso porque uno de nuestros principios más importantes es que operamos con el objetivo de ofrecer café gourmet a un precio asequible”, afirmó Quincy Henry, copropietario de Campfire Coffee en Tacoma, Washington, que abrió en marzo de 2020, justo cuando comenzaba la pandemia. “Me han hecho pensar en cómo vamos a sobrevivir”.
Henry quizá tenga que subir los precios o reducir otro tipo de gastos, como usar suministros más económicos para tostar el café. Si a final de cuentas sí decide cobrar más de los 4.39 dólares por sus cafés con leche de 350 mililitros, dice que necesita establecer un precio que “no espante a la gente” mientras la economía se encuentra en recuperación.
“Aún estamos en una etapa de la pandemia en la que la gente es sensible al precio”, comentó.
Henry recuerda cuando los granos del cafeto arábigo provenientes de Brasil eran de los menos costosos que podía comprar, pues los conseguía a 1,90 dólares por libra (450 gramos). En su pedido más reciente, realizado a finales de julio de su importador habitual, esa misma cantidad le salió en 2.49 dólares.
Detrás de este aumento se encuentra un incremento en el precio de los granos que se entregarán a los torrefactores dentro de unos meses. Los comerciantes los llaman “futuros del café” y sirven de referencia para los compradores de todo el mundo. La libra de granos de arábica en el mercado de futuros, que suele costar entre 1.20 y 1.40 dólares, superó los 2 dólares a finales de julio, el precio más alto desde 2014. El miércoles, el precio de los futuros del café era de 1.84 dólares por libra. Los precios subieron por encima de los 1.40 dólares a finales de abril, cuando semanas de protestas políticas sacudieron a Colombia, el tercer exportador mundial de café. En mayo, el país exportó 345,000 sacos de café de 60 kilogramos, solo un tercio de su envío habitual por mes, según datos de la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia, una entidad sin fines de lucro.
Las exportaciones de Colombia se han recuperado desde entonces, pero las de otros grandes productores, como Vietnam, se han visto frenadas por los cuellos de botella que hay en el transporte marítimo mientras la economía mundial se afana por reabrir tras un año de confinamientos. Según los analistas, la escasez de contenedores de envío ha limitado las exportaciones y ha provocado un fuerte aumento en el costo del transporte marítimo.
La gran interrogante es qué sucederá con los suministros de Brasil. El país, que cada año exporta en promedio 34 millones de sacos de granos de café, se ha visto asediado por una serie de conmociones climáticas, como una sequía y temperaturas bajas.
Las temperaturas el mes pasado fueron menores de –3 grados Celsius, la mitad de lo normal y el tipo de frío que puede dañar o incluso matar los cafetos.
“Una helada fuerte por lo general quema las hojas y las ramas del cafeto, lo que reduce la calidad y la cantidad de la producción de granos de café”, explica Kevon Rhiney, profesor adjunto del departamento de geografía de la Universidad de Rutgers, donde se ocupa de estudiar la industria del café. Además, julio es el inicio de la temporada de incendios forestales en Brasil, la cual, después de la sequía de este año —la peor en casi un siglo en algunas partes del país— podría ser devastadora.
Si el daño es muy grave, los cultivadores tendrán que talarlos, lo cual significa que pasarán tres años para la siguiente cosecha, explicó Rhiney. Si solo tienen que podar las ramas, entonces la cosecha podría retrasarse un año.
Muchas veces decidir entre esas dos opciones se basa en si el agricultor puede permitirse pagar a alguien para que pode o tale los árboles. No hacer nada significa arriesgarse a obtener malas cosechas una y otra vez, lo que podría repercutir en el mercado mundial.
Salomón Shamosh, jefe ejecutivo de Boicot Café en la Ciudad de México, solo compra café mexicano, pero dijo que también en México estaban aumentado los precios debido a los problemas que hay en Brasil.
“Hay tanta demanda para café en Estados Unidos y Europa que los distribuidores mexicanos están subiendo sus precios”, afirmó Shamosh. “Nosotros lo estamos pagando”, añadió, pues si no lo hacen “entonces el producto no se queda en el país”.
El costo de los granos del café de los estados mexicanos de Veracruz, Oaxaca y Chiapas ha aumentado de 10 a 15 por ciento en los últimos tres meses. Shamosh dijo que en enero tal vez Boicot Café tenga que subir el precio de sus cafés fríos, que van desde los 49 pesos, o aproximadamente 2.50 dólares.
No será sino hasta el final de las cosechas de este año, es decir el próximo mes, que los productores en Brasil decidirán qué hacer, y lo que suceda a partir de eso podría determinar si incluso los productores más grandes son capaces de evitar subir sus precios.
“En septiembre sabremos cómo se podría ver afectada la cosecha del próximo año”, dijo Kona Haque, jefa de investigación de ED&F Man, empresa comercializadora de materias primas agrícolas. Si los precios se mantienen altos el tiempo suficiente, incluso Starbucks y Nestlé tendrán que considerar subir sus precios, aunque es probable que se resistan a hacerlo.
“Los torrefactores dudarán si les pasan ese costo a los consumidores para no afectar el consumo”, comentó Haque. “Si creen que la gente está preocupada por la inflación, las hipotecas o qué pasará con sus empleos a futuro, entonces no lo harán”.