Redacción InsurgentePress/Ciudad de México.- El técnico y jugadores de Cruz Azul se han inventado su propia desgracia. Ellos mismos han enterrado la historia de un equipo combativo que llenaba de orgullo a sus seguidores. Hoy han convertido a ‘La Máquina’ en una especie de mal fario. Y no es para menos perder una ventaja de 3-0 ante un estadio pletórico es imperdonable, es una falta de profesionalismo en la cancha.

En 25 minutos habían conseguido 3-0, una ventaja irreconocible sobre el América; similar a la final del Clausura 2013, esta vez sin lluvia y en el Azul, no en el Estadio Azteca. Jugaba su mejor primer tiempo sin cometer errores y con un claro dominio con la pelota.

Chaco Giménez se vestía de héroe con un doblete (18′ y 21′), ‘El Gato’ Silva metía su tercer penalti (25′) y el paraguayo Jorge Benítez era el mayor genio, quitándose a cuantos defensas le barrieran.

Al minuto 72, un error mental o falta de profesionalismo de Aldo Leao Ramírez, consiguió ser echado de la cancha por un brutal pisotón sobre un jugador del América. Y de ahí la historia negra que se inventaron el Técnico Tomás Boy y las 10 cementerios que quedaron en la cancha.

La expulsión de Aldo Leao, sacó a relucir el pecho frío y poco amor a la camiseta de los 10 jugadores del Cruz Azul en la cancha.

Este ha sido un encuentro con dos partes desiguales en las que La Máquina pasó de ser una locomotora a un tren sin rumbo. Al fin y al cabo, la historia de siempre: un final increíble en el que un 3-0 a su favor, cambió de repente a un 3-4 en contra, en el último minuto de juego.

Golpes, reclamos, advertencias verbales… todo vino como consecuencia después del festejo visitante. Oribe, Romero (73′ y 90′) y Pablo Aguilar (89′) sacaron adelante un partido que parecía perdido para el América, después de un comienzo gris, sin forma ni fondo.

Con centros, la entrada de Renato Ibarra –quien se salvó de ser expulsado– y el desconcierto de Enzo Rico, Julián Velázquez y Julio César Domínguez, el mejor primer tiempo dirigido por Tomás Boy al frente del cuadro celeste se convirtió en anécdota.

Para los aficionados, que se dieron cita en gran número en el Azul, el partido no defraudó, ni en goles ni en intensidad de ambos equipos. No hubo siquiera tiempo para reclamos o peticiones de renuncia desde las gradas. Había un silencio sepulcral, rostros de incredulidad, de sorpresa, de indignación entre los que llegaron con la camiseta celeste. Mismo desenlace de aquella final en 2013.

De llevarse una goleada histórica de Cruz Azul, América guardó para los libros esta remontada que corrige el Clásico contra las Chivas y que sirve de preámbulo para celebrar el Centenario.

La Máquina confió en lo suyo sólo por 45 minutos. Manejó los tiempos, recuperó y atacó, y entusiasmó en el comienzo con su forma de juego. Después, se enfrió y pareció tener pánico de ser mejor que su acérrimo rival. Y así terminó perdiendo, en otro de los capítulos más inverosímiles de su historia reciente. El técnico y jugadores se inventaron su propia desgracia.

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