“El periodismo mantiene a los ciudadanos avisados, a las putas advertidas y al gobierno inquieto.” (Francisco Umbral, escritor y periodista español).
Perfiles Políticos/Francisco J. Siller/Ciudad de México.- ¿Como tomar en serio al presidente Andrés Manuel López Obrador cuando asegura que para que no dé el coronavirus “hay que estar bien con nuestra conciencia, no mentir, no robar, no traicionar, eso ayuda mucho…”
Que contra todo pronóstico sostiene que la crisis de salud ha sido superada, que si hay rebrotes, se regresará al confinamiento, pero ¿como piensa en rebrotes, cuando el Covid-19” está en pleno crecimiento?.
Además, en momentos en que el super subsecretario Hugo López Gatell ya dobló las manitas y públicamente reconoció que el número de fallecimientos podría llegar entre 30 y 35 mil. Difícil tapar el sol con un dedo, aunque sea el de AMLO.
Regresando con el dicho del presidente en la mañanera de este jueves en Palenque —donde está de campaña, perdón de gira— digno de cualquier sacerdote o ministro eclesiástico, pero no de un verdadero estadista.
Un reportero preguntó: Presidente, ¿usted cómo se está cuidando?, ¿usted toma algo? Usted, vimos en alguno de los eventos del tren que sí le ponían alcohol, le tomaban la temperatura. ¿Qué medidas toma usted a diario?.
“Lo mismo que yo recomiendo y que a mí me han dicho: la sana distancia, mantener sana distancia, el aseo, el lavado de las manos, pues comer saludable, no comer productos chatarra…”
Hasta ahí muy bien, pero tuvo que rematar la respuesta, muy en su estilo: “Estar bien con nuestra conciencia, no mentir, no robar, no traicionar, eso ayuda mucho para que no dé el coronavirus”.
Eso es tanto como confundir la gimnasia con la magnesia. Tanto como acusar de mentirosos, ladrones, traicioneros y faltos de conciencia a los más de cien mil contagiados y a los mas de 11 mil 700 fallecidos que reconoce su gobierno.
No es posible que el presidente desde su púlpito trashumante tenga ese tipo de expresiones, sobre todo porque se espera de él verdaderas y valederas acciones de gobierno y no falacias con las que pretende convencer al pueblo que lo apoya.
Como esa de los nanocítricos que promueve la secretaria de Gobernación Olga Sánchez Cordero que esta repartiendo gotas de nanomoléculas obtenidas de los nanocítricos, como un medio efectivo de blindaje ante el Covid-19.
Al fin, ni Lopez Obrador ni Sánchez Cordero usan tapabocas porque no lo necesitan…Cosa de viejitos.
México vive en estos momentos una paradoja que enfrenta a dos países diferentes. El que se vive a diario entre las paredes del Palacio Nacional y el de millones de mexicanos que sufren y ven perdidos sus empleos y empresas.
Con todo en contra, en 2019, la sociedad mexicana gozó de cierta estabilidad, aunque la economía decreció a cero. Se vivía entre ocurrencias y desatinos, pero se vivía sin sobresaltos y la pandemia dio con todo al traste.
Millones confiaron en que López Obrador nos sacaría del bache, porque es un hombre inteligente y preocupado, con un gabinete eficaz y bien preparado. Pero no. Resultó ser un personaje de ideas inamovibles y una terquedad superlativa.
Mientras la mayoría de los países del mundo y sus mandatarios entienden que tras la pandemia hay que recuperar la economía, aquí se hablan de combatir el sistema neoporfirista y neoliberal, con acciones cien por ciento populistas.
Lo que no entiende López Obrador es él es culpable de los ataques y criticas que recibe a diario, en parte porque se olvida que ya no es un candidato en campaña, que ahora es el Presidente de la República.
Él tiene sus datos y de ahí no se mueve —y generalmente no los explica, solo son para él— y son diferentes a los de los medios de comunicación, de los académicos, científicos y especialistas financieros nacionales e internacionales.
Pero esos datos que critica y no acepta, son datos duros que provienen de las estadísticas oficiales y ahí esta el caso del periódico Reforma que publicó el jueves como principal “Registran en un día más de mil muertos”.
“Dice que México está en el tercer lugar de fallecimientos en el mundo y eso es rotundamente falso, están actuando por la animadversión que tienen a nuestro movimiento, a mi persona, al proceso de transformación…”
Y viene el ataque —del que también salió raspado El Universal—, Porque publican “mentiras falsas”.
“Están actuando de manera alarmista e irresponsable, están actuando de acuerdo a la máxima del hampa del periodismo de que la calumnia cuando no mancha, tizna”.
Y no es por defender a Reforma, su reportero solo tomó datos oficiales de la Secretaría de salud, pero el presidente no leyó la nota y se lanzó con todo para defender su bastión contra el coronavirus.
El que no entendió es la intención de la información fue él, por un mal informe, o una mala síntesis o por hablar de oídas y no molestarse en leer personalmente ese periódico “fiifi y conservador”.
Seguramente tampoco le gustará la última cifra oficial que es de 817 muertos —cercana a los mil que le molestaron— y el incremento de cuatro mil 442 nuevos contagios, el se destacó en los periódicos del viernes.
La curva plana que tanto se ha cacaraqueado, es una cuesta arriba interminable. Los datos oficiales señalan 12 mil 545 muertos y 105 mil 680 confirmados acumulados y la república sigue pintada de rojo.
Y decía que López Obrador es culpable, porque desde el inicio de su gobierno ha pretendido marcar el paso y la agenda informativa de los medios informativos, con su mañanera y ahora con las otras tres conferencias de prensa diarias.
Se olvida o no lo entiende que en las redacciones hay verdaderos reporteros, con ojos y oídos entrenados para detectar la noticia, para espulgar la paja y obtener el dato que los lleva a las “Ocho Columnas”. Encontrar la aguja en el pajar.
En mis 48 años de ejercicio periodístico no he conocido gobierno que pueda controlar como debe hacerse el trabajo periodístico, que requiere de rigor y conocimiento, y porque no, de especialización.
El presidente habla y habla, de todo y por todo. No deja que su gabinete se exprese. Los funcionarios de la 4T no son libres de declarar a los periodistas, so pena que al día siguiente en una mañanera, el presidente los desmienta.
El reportero busca la nota con ojos de águila y López Obrador debe entender —como refiere Ramón Salaverría— que el periodismo no es repetir lo que todos hablan, sino desvelar aquello que nadie conoce.
Francisco J. Siller
CEO y Editor de Infórmate
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