Agencias/Ciudad de México.- Un largo bote de madera avanzaba por las aguas color chocolate del río Indio y llevaba a Ana María Antonio y a una colega de la Autoridad del Canal de Panamá en una misión para escuchar de primera mano a los vecinos que podrían verse afectados por los planes de embalsar el río.

El canal es la espina dorsal de la economía panameña, y la represa propuesta garantizaría el agua necesaria para asegurar que el canal opera de forma ininterrumpida ante un clima cada vez más errático.

También inundaría poblados, en los que unas 2,000 personas tendrían que ser reubicadas y hay oposición al plan, además de limitar el flujo del río a otras comunidades río abajo.

Los que viven río abajo saben que el enorme proyecto cambiará el río de forma sustancial, pero esperan que traiga empleos, agua potable, electricidad y carreteras a sus poblaciones remotas, en lugar de simplemente empobrecerles.

“Nosotros entendemos como Canal de Panamá que muchas de estas áreas tienen un abandono en cuanto a servicios básicos, algunos servicios relacionados con salud, con educación”, dijo Antonio.

El Canal de Panamá se completó en 1914 y genera en torno a un cuarto del presupuesto del gobierno.

La autoridad del Canal redujo el año pasado el número de barcos que podían cruzar cada día en aproximadamente un 20% porque las lluvias no habían rellenado los embalses utilizados para operar las compuertas, que necesitan unos 189 millones de litros (50 millones de galones) de agua dulce para cada barco. Eso produjo demoras en las entregas, y que en algunos casos las empresas buscaran alternativas. Para cuando se levantaron las restricciones este mes, la demanda había caído.

Para evitar que eso se repita debido a un sequía agravada por el cambio climático, se ha reactivado el plan de embalsar el río Indio.

La iniciativa ganó fuerza este verano con un fallo de la Corte Suprema de Justicia. Hacía años que Panamá quería construir otra represa para complementar el suministro principal de agua del lago Gatún, un gran lago artificial que forma parte de la ruta del canal, pero una regulación de 2006 prohibió que el canal se expandiera fuera de su ruta tradicional. La decisión de la Corte Suprema permitió reinterpretar los límites.

El río fluye más o menos paralelo al canal, a través del istmo. El nuevo embalse se ubicaría al suroeste del lago Gatún y se sumaría al agua que procede de allí, y que procede del mucho más pequeño lago Alhajuela, al este. El embalse del Indio permitiría entre 12 y 13 cruces adicionales del canal al día.

Las represas también proporcionan agua a las más de dos millones de personas, la mitad de la población del país, que viven en la capital.

Los monos chillaban en la densa jungla que rodea el Indio en una mañana de agosto. El bote pasaba entre troncos sumergidos bajo las casas de concreto y madera sin tratar que se alzaban sobre las orillas. Gente local pasaba en otros botes, el principal medio de transporte en la zona.

En la localidad de El Jobo, Antonio y su colega ascendieron cuidadosamente la orilla embarrada del río hasta una sala propiedad de la parroquia católica local, decorada con flores y racimos de bananas verdes.

Dentro, residentes de El Jobo y Guayabalito, dos poblaciones que no se inundarán, ocuparon sus asientos. La autoridad del canal ha realizado docenas de reuniones informativas similares en la cuenca.

Los representantes del canal desplegaron carteles con mapas y fotos que mostraban la cuenca del Indio. Hablaron sobre la propuesta de proyecto, la reciente decisión de la Corte Suprema, una estimación aproximada de los plazos.

Antonio dijo que los representantes del canal hablan con los residentes afectados para determinar su s necesidades, especialmente si proceden de las 37 aldeas donde los habitantes tendrán que ser reubicados.

Las autoridades del canal han dicho que el Indio no es la única solución que barajan, pero apenas unos días antes, el administrador del canal, Ricaurte Catín Vásquez, dijo que sería la opción más eficiente porque se ha estudiado durante al menos 40 años.

Es casi el mismo tiempo que Jerónima Figueroa de 60 años, ha vivido junto al Indio en El Jobo. Además de ser la gran conexión de transporte de la zona, el río proporciona agua para beber, lavar la ropa y regar sus cultivos, explicó.

“Ese río es nuestra carretera y nuestro todo”, dijo.

El efecto de la represa en el caudal del río era la principal preocupación de los vecinos reunidos, junto con por qué hace falta el embalse, para qué se utilizaría el agua, qué comunidades tendrían que desplazarse, cómo se manejarían los títulos de propiedad y si la construcción contaminaría el río.

“Ya nuestro río no va a ser el mismo río Indio”, resumió Puria Núñez, de El Jobo.

Kenny Alexander Macero, un padre de 21 años que cría ganado en Guayabalito, dijo que para él está claro que el embalse dará mucho dinero al canal, pero quería que supusiera cambios reales para su familia y otras personas en la zona.

“Yo no estoy en contra del proyecto, eso va a generar mucho empleo para la gente que lo necesita, pero que sean sinceros, que digan ‘vamos a llevarles proyectos a las comunidades que viven en ese lugar’”, dijo. “Queremos carreteras. No nos vengan a engañar, sean claros y precisos”.

Una complicación es que si bien las autoridades del canal estarían a cargo del proyecto del embalse, el gobierno federal tendría que encargarse de los grandes proyectos de desarrollo de la región. Y los federales no estaban en la sala.

El proyecto no es una garantía de que habrá otros beneficios. Hay poblaciones junto al lago Gatún que no tienen agua potable.

Gilberto Toro, un consultor de desarrollo de comunidades que no participa en el proyecto del canal, dijo que en realidad la gente confía más en la administración del canal que en el gobierno federal de Panamá, porque no se ha visto envuelto en tantos escándalos.

“Todo el mundo sabe que los trabajos del canal vienen con sello de garantía, entonces muchos quisieran de repente tener algún tipo de negociación con el canal porque saben que lo que le van a ofrecer a cambio no va a ser baratijas”, explicó.

Figueroa expresó una confianza similar en los administradores del canal, pero dijo que los vecinos tendrían que vigilarlo de cerca para asegurarse de que no son ignorados. “No podemos seguir así como estamos viviendo todavía, en un atraso muy grande, no contamos con luz, agua, con salud y educación”, dijo.

El presidente, José Raúl Mulino, ha dicho que la decisión sobre el río Indio se tomará el año que viene. En definitiva decidirá la administración del canal, pero el proyecto requeriría coordinación con el gobierno federal. No hace falta celebrar una consulta pública, aunque el administrador del canal ha dicho que busca un consenso público.

Ha aparecido oposición, lo que no es sorprendente, en las comunidades que quedarían inundadas.

Una de ellas es Limón, donde los representantes del canal estacionaron su auto y subieron a un barco para llegar a El Jobo. Es donde se construiría la represa. La autopista no llegó allí hasta hace dos años, y la comunidad aún tiene muchas necesidades.

Hace un año que Olegario Hernández colocó un cartel contra los embalses delante de su casa en Limón.

El campesino de 86 años nació allí y crio a sus seis hijos allí. Todos sus hijos se han marchado de la zona en busca de oportunidades, pero Hernández quiere quedarse. Él siente que no tienen por qué irse, afirmó, pero la administración del canal quiere echarles.

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