Perfiles Políticos/Por Francisco J. Siller/Ciudad de México.- El presidente Andrés Manuel López Obrador peca de optimista. Mientras el Fondo Monetario Internacional espera una caída de 10.5 puntos de desplome en la economía mexicana. Su pronóstico es que a partir de julio iremos en franca recuperación, sin pérdidas de empleos.
Desde su mañanera de este miércoles dijo “yo estoy optimista a partir de datos, objetivos, datos reales, datos duros. Yo sostengo que nos vamos a recuperar pronto”. Y basa su esperanza, en la dispersión de recursos por sus programas sociales, en los minicréditos y en la entrada del T-MEC.
Y pone ejemplos de que las cosas van mejor: En abril se perdieron 555 mil empleos y en mayo fueron 340 mil. Ahora en junio solo van 85 mil, de 130 mil esperados para este mes. Está seguro que ya tocamos fondo porque se han inscrito al IMSS nuevos trabajadores y nuevas empresas.
En números redondos, un millón de empleos, un millón —o más— de familias que enfrentan un futuro incierto, pero que traducidas a estadísticas, el presidente las deshumaniza. Cifras frías que piensa controlar con sus programas sociales. Con empleos temporales, cuando los perdidos son permanentes.
Pero no es solo la economía la que despierta el optimismo del mandatario. La pandemia, la seguridad y la corrupción, para las que sus opiniones son triunfalistas y cuyos resultados están siendo el mayor obstáculo para lograr la gobernanza del país.
Para él todo debe girar en sus programas sociales, en la entrega de apoyos crediticios de 25 mil pesos y en una defensa férrea de la hacienda pública, para garantizar que contará con los recursos económicos para sostener sus acciones en beneficio de los pobres, y los demás, que se rasquen con sus propias uñas.
No es posible, que pida a los mexicanos poner buena cara al mal tiempo, que todo los que nos ocurre es cosa de la suerte, que vayamos adelante sin pesimismos, que siga pensando que todo es culpa de otros gobiernos, de sus enemigos políticos y siga en su tren de inacción, esperanzado en que solos saldremos adelante.
Ese triunfalismo lo atestiguaremos el próximo 1 de julio, cuando de otro informe desde Palacio Nacional, al que seguramente invitará solo a 50 personas —por eso de las recomendaciones de salud—, en donde nos pintará un México muy diferente a la realidad cotidiana. Hablara de todo, pero no lo hará con los pies bien puestos sobre la tierra.
Por cierto, el tema principal de la mañanera fue la seguridad en la CDMX, o más bien la inseguridad que nos aqueja. Fue en el edificio del Antiguo Ayuntamiento de la Ciudad de México, donde también se reunió el gabinete de seguridad. Ahí la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum habló de reducción de delitos, de homicidios dolosos, de los planes operativos.
También tocó el plan de reactivación económica de la capital de la República sin mayores diferencias al plan del gobierno federal. Apoyos, becas y minicréditos. También de la inversión en obra pública por 25 mil millones y de la creación de 550 mil empleos directos, para reponer los 220 mil perdidos durante la pandemia.
Por cierto que resulta curioso que sea el Secretario de la Defensa Nacional, Luis Crescencio Sandoval, y no la Guardia Nacional, quien se refiera a las acciones que se llevan a cabo en la CDMX en cuestiones de seguridad y combate al narcotráfico. Desde luego la exposición de datos estadísticos es que los delitos van a la baja.
Ya durante la sesión de preguntas y respuestas, al presidente se le inquirió sobre el amparo pera detener la construcción del tramo Escarcega-Palenque del Tren Maya, otorgado por un juez federal. Dijo que éste tiene tintes políticos, pues no se origina por donde va a pasar el tren, que la vía tiene 80 años.
Parece que el tema lo tomó por sorpresa, pues no conocía realmente el sentido de la sentencia, relacionada más con temas de salud que con los políticos, porque la suspensión definitiva fue para detener la obra en tiempos de pandemia. Lo que si dijo es que “no se detiene la obra”.
Y eso nos lleva al recuerdo del 2005, cuando fue llevado a juicio político por violar un amparo y construir una calle en un predio de Santa Fé y que por poco le cuesta su primera incursión en la campaña presidencial. ¿Estará dispuesto a incumplir ese amparo, solo por el capricho y exponerse de nuevo..?
Francisco J. Siller
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