Agencias / InsurgentePress, Ciudad de México.- Olvídense de las teorías de la conspiración sobre el asesinato de Kennedy o la desaparición del líder sindical Jimmy Hoffa; el verdadero misterio más popular en la historia de Estados Unidos, el que ha inspirado obras de teatro (como la de la imagen), la nueva temporada de la serie ‘American Horror Story’ y campañas de excavaciones arqueológicas es el de la Colonia Perdida de Roanoke, un misterio que lleva más de 420 años sin resolverse.
La historia nos lleva a los primeros asentamientos europeos en Norteamérica y a una colonia inglesa fundada en la isla de Roanoke, en Virginia, un lugar donde el agua dulce era difícil de conseguir, y donde los colonos vivían rodeados de un entorno natural completamente nuevo para ellos y dos tribus indígenas con las que las relaciones tampoco eran sencillas.
Aquellas primeras colonias tenían una alta tasa de fracasos, pero ninguna desapareció sin dejar rastro en 1590. O, siendo más concretos, ninguna desapareció dejando sólo tras de sí una palabra grabada en un poste: “Croatoan”.
Colonias fracasadas como la de Roanoke hubo muchas hasta que, en 1620, los Padres Fundadores, un grupo de puritanos ingleses que huían de la persecución religiosa en su país, establecieron la colonia de Plymouth, la segunda que tuvo éxito en Norteamérica y la que pasó a ser la piedra fundacional de lo que después sería Estados Unidos.
¿Por qué, entonces, es el asentamiento de Roanoke el que más ha perdurado en el imaginario colectivo? A todo el mundo le gusta un buen misterio, ¿no? Y más si lleva cuatro siglos sin resolverse.
Vayamos entonces al principio, a la década de 1580. En aquellos años, Sir Walter Raleigh, aventurero y explorador, había recibido una concesión de la reina Isabel I de Inglaterra para establecer una colonia en Norteamérica.
Inglaterra y España estaban enzarzadas entonces en una pugna por ver quién terminaba dominando aquel continente casi recién descubierto, así que Raleigh no sólo tenía que conseguir colonizar la zona, sino que tenía que aprovechar, de paso, para sabotear las operaciones españolas en la región.
Hubo un intento inicial de fundar una colonia en Roanoke, una isla en la costa de Virginia, pero aunque se llegó a construir un fuerte, aquel intento fracasó. En 1587,Raleigh envió a un grupo de 117 colonos, liderado por John White, a fundar un asentamiento en la bahía de Chesapeake, y como estaba cerca de Roanoke, les pidió primero que se acercaran a aquella colonia para comprobar su estado.
Cuando llegaron, estaba desierta, y en lugar de continuar viaje, se quedaron allí.
La segunda colonia de Roanoke, sin embargo, no iba a tenerlo fácil para tener éxito. De las tribus indias que vivían en la zona, los ingleses consiguieron establecer relaciones amistosas con los croatoan, pero los anteriores ocupantes europeos del lugar habían estado luchando contra las otras tribus, y éstas no querían allí a los nuevos colonos.
Además, no había suficientes fuentes de agua dulce en la isla, y las condiciones de supervivencia iban a ser difíciles. Aún así, en Roanoke llegó a nacer el primer bebé inglés que lo hacía en suelo americano, Virginia Dare.
La situación llegó a ser tan complicada, que White partió de nuevo hacia Inglaterra, a finales de 1587, para pedir ayuda y refuerzos que pudieran garantizar el éxito de la colonia.
Sin embargo, las cosas tampoco serían tan sencillas para él. La guerra anglo-española (entre 1585 y 1604) y malas condiciones meteorológicas retrasaron el envío de esa flota de suministros tres años, y para cuando White logró regresar a Roanoke, se encontró un panorama totalmente inesperado.
Allí no había nadie. Ni un alma. Las construcciones, de madera, habían sido desmanteladas, y aunque los hombres de White buscaron a los colonos por todas partes, no fueron capaces de encontrarlos.
Sólo descubrieron dos pistas de lo que podría haber pasado con aquel centenar de personas: un poste, en el que alguien había grabado la palabra Croatoan (la tribu india con la que los colonos tenían buena relación), y tres letras, CRO, grabadas en un árbol.
Nada más.
John White tenía su propia teoría sobre lo que había pasado con la colonia. El grabado del poste sugería que se había mudado a la isla Croatoan, (hoy conocida como Hatteras), pero no pudo comprobarlo porque se desató una enorme tormenta que impidió que pudiera mandar barcos a la isla.
Se marchó de allí sin poder hacerlo, se tardaría una década en hacer otro intento por encontrar el nuevo asentamiento, pero Sir Walter Raleigh sólo fue capaz de enviar otra expedición, y el mal tiempo también impidió su búsqueda.
Los españoles, por su parte, buscaban a los colonos de Roanoke porque sabían que Raleigh los utilizaba como base para operaciones de piratería, pero tampoco tuvieron suerte. Así nació la leyenda de la Colonia Perdida.
A lo largo de cuatro siglos ha habido muchas hipótesis sobre el destino de los colonos de Roanoke. Estaba la suposición de que se habían mudado (tal vez a la isla Croatoan), que se habían integrado con la tribu de los croatoan, que los españoles los habían atacado y habían destruido el asentamiento… Y luego, por supuesto, estaban los mitos y las historias de fantasmas, muchas centradas en Virginia Dare.
En su caso, la leyenda cuenta que creció entre los indios, y que una disputa amorosa entre dos de ellos la transformó en un ciervo blanco, cuyo fantasma aún puede verse en el lugar donde estuvo el fuerte de Roanoke.
Entre 1937 y 1941 se encontraron en la zona una serie de piedras que, teóricamente, habían sido escritas por Eleanor Dare, madre de Virginia, y contaban la historia de los desplazamientos de los colonos y de sus muertes, pero fueron rápidamente desestimadas como falsas.
Otros mencionan una creencia de los indios que vivían en la zona, que aseguraban que en la isla había un espíritu que transformaba en piedras y árboles a quienes lo enfadaran. Y hasta hay quien sostiene que a los colonos de Roanoke se los comió una tribu de caníbales.
Pero para rizar más el rizo tenemos que mencionar la teoría de que Croatoan, la palabra grabada en el poste por los colonos, no se refería a los indígenas, sino auna entidad demoníaca que se supone que fue mencionada por Edgar Allan Poe en su lecho de muerte, que estaba escrita en el diario de la aviadora Amelia Earhart después de su desaparición y que apareció también grabada en la cama donde el escritor Ambrose Bierce durmió antes de desaparecer en México, en 1913.
El misterio de un grupo de más de cien personas que desaparece sin dejar ni rastro es demasiado goloso para no investigarlo, y más cuando está entroncado con los relatos fundacionales de un país como Estados Unidos. Ha habido varios proyectos, tanto científicos como de aficionados, para intentar resolverlo, y el año pasado aparecieron varios hallazgos arqueológicos que parecen apuntar a que la teoría más extendida, ya durante el siglo XVII, sobre el destino de los colonos puede ser la correcta.
Excavaciones en la isla de Hatteras, lideradas por la Universidad de Bristol, y en otro lugar, ya en Carolina del Norte, impulsadas por la First Colony Foundation, parecen haber encontrado artefactos europeos mezclados con otros indígenas, lo que confirmaría que los colonos de Roanoke abandonaron la isla y se trasladaron a otros lugares, integrándose, probablemente, con las tribus indias de la zona. Los descubrimientos no son concluyentes, sobre todo por la dificultad para datar los artefactos, pero son una pista.
Además, se sabe que, a finales de la década de 1580, la región sufrió una de las peores sequías en 800 años, que unida a los enfrentamientos con algunos de los indígenas de la isla, pudo forzar a los colonos a buscar otro asentamiento con mejores condiciones para la supervivencia. No son hipótesis tan atrayentes como el ataque de una tribu de caníbales o la intervención de algún tipo de demonio servidor de Cthulhu, pero podrían explicar qué pasó con la Colonia Perdida de Roanoke.