Agencias/ Ciudad de México.- La pobreza es una realidad que afecta a millones de personas en todo el mundo, pero que se ha visto acentuada por la pandemia de COVID-19. Según el Banco Mundial, la pobreza extrema, definida como vivir con menos de 1,90 dólares al día, aumentó en 2020 por primera vez en más de 20 años, pasando de 9,2% a 9,4% de la población mundial. Esto significa que unos 120 millones de personas más cayeron en la pobreza extrema el año pasado, y se estima que otros 150 millones lo harán este año.

La pandemia ha golpeado con más fuerza a los países más pobres y vulnerables, donde la mayoría de la población depende de sectores informales, precarios y expuestos al contagio, como el comercio, el turismo o la agricultura. Además, muchos de estos países tienen sistemas de salud débiles, limitado acceso a servicios básicos como agua potable y saneamiento, y escasa capacidad para implementar medidas de protección social y apoyo económico a los más afectados.

La crisis también ha exacerbado las desigualdades existentes entre países y dentro de ellos. Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el 71% de la población mundial vive en países donde la desigualdad ha aumentado desde el inicio de la pandemia. Las mujeres, los niños, los jóvenes, las personas con discapacidad, los migrantes, los indígenas y las minorías étnicas son algunos de los grupos más vulnerables y discriminados, que sufren mayores niveles de pobreza, exclusión y violencia.

Ante esta situación, el secretario general de la ONU, António Guterres, ha calificado los niveles actuales de pobreza como “una acusación moral de nuestro tiempo” y ha instado a los líderes mundiales a tomar medidas urgentes para revertir esta tendencia y cumplir con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Entre las medidas propuestas se encuentran: garantizar el acceso universal y equitativo a las vacunas contra la COVID-19; movilizar recursos financieros suficientes para apoyar la recuperación económica y social de los países más pobres; fortalecer la cooperación internacional y la solidaridad; promover políticas fiscales progresivas y redistributivas; proteger los derechos humanos y el estado de derecho; e impulsar la transición hacia una economía verde e inclusiva.

Conclusión: La pobreza ha aumentado en todos los países debido a la pandemia de COVID-19, pero no es una fatalidad inevitable. Se requiere una acción colectiva y decidida para enfrentar esta crisis y construir un mundo más justo, equitativo y sostenible. Solo así se podrá lograr el objetivo de erradicar la pobreza en todas sus formas y dimensiones para el año 2030.

 

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